El hipermodernismo y capitalismo, son dos lapidas que se han depositado sin mesura sobre la espalda del individuo de nuestro tiempo, nutriendo la epidemia mundial de un mal que carcome y se maximiza en todos los sectores de su vida cotidiana; el mal, denominado “Depresión”, se alimenta de estos dos engranes, por medio de la aportación y estilos de vida emblemáticos del “no pienso” y “el no hacer nada”, representaciones que han orillado al individuo por una parte a eliminar, triturar y rechazar su deseo y motivaciones internas, mientras que por otra, a vivir sobre aspectos fantasiosos, exigencias y obligaciones sociales y morales imposibles de cumplir.
Estos dos emblemas tienen como objetivo en primera instancia, colocar al individuo en un lugar estático e inhibido imposibilitado para descubrir la verdad sobre los aspectos fantasiosos de su vida cotidiana, y que le impiden el asumirse como responsable de sí mismo; En segunda instancia, se le coloca en un lugar donde experimenta sentimientos inconscientes de rechazo, agresión y culpabilidad por la incapacidad de no saber que es lo que desea y le motiva, traducido como la no aceptación de sí mismo. Es con esto, como estas dos posturas gestarán en el individuo contenidos de culpa, dolor moral, desvalorización, auto desprecio e impotencia por no poder realizar sus deseos y motivaciones más intimas, buscando de esta manera el castigo y el actuar agresivamente contra sí.
Es por ello, que en el psicoanálisis se ha visto a la depresión como la enfermedad del rechazo a la verdad, contenida por diversos conflictos de índole psicológica que van desde el dolor causado por el individuo al traicionarse por medio de la negación de su individualidad y singularidad, a el malestar interno de esté por no poder asumir y disfrutar su goce y deseo, por impedimento de las demandas, prohibiciones y juicios negativos establecidos por sus ideales, que son los principales generadores de ausencia de satisfacción, esto es, que entre más ideales inalcanzables contenga el individuo, mayor será la experimentación de la culpabilidad, infelicidad y castigo al no cumplirlos.
Es de gran importancia mencionar que los ideales impuestos en nuestra época están sumamente ligados a la depresión, debido a que son los principales enjuiciadores del individuo, pues se encuentran basados en la búsqueda de una rectitud y perfección utópica, ramificada en la exigencia de “se puede hacer mejor” y en caso de faltar a este pedimento, el recordatorio de “no se esta a la altura”, lo que lleva al individuo a hundirse en un abismo y sentencia de “No ser merecedor de Amor”.
Por lo anterior, es que la depresión es uno de los padecimientos emocionales y psíquicos más complejos, extensos y crónicos que afronta el individuo de nuestro tiempo, y donde el psicoanálisis ha elaborado diversas formas de intervención para este mal global, basadas en el apoyar al individuo en localizar la respuesta ¿de que estamos hechos? y ¿que somos?, así como también a llevar una vida digna y mantener la singularidad.
César Sinuhé Gómez Sánchez.
Psicólogo con Orientación Psicoanalítica.
271 7493432.
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