En los últimos días, la violencia se ha intensificado en la Franja de Gaza, donde una ola de bombardeos de la Fuerza Aérea de Israel ha sucedido al lanzamiento de cohetes desde territorio palestino sobre poblaciones civiles en Israel. El gobierno de Israel autorizó llamar a servicio activo a 40 mil reservistas en preparación para una nueva ofensiva militar en contra de la organización Hamas en Palestina. Esto sucede en un contexto potencialmente explosivo. La semana pasada, tres jóvenes israelíes fueron secuestrados y asesinados, y un joven palestino fue brutalmente asesinado por extremistas judíos presumiblemente en represalia. Estos hechos han alimentado el odio y los ánimos de venganza en un momento donde las negociaciones de paz entre Israel y Palestina se encuentran en un punto muerto.
La última vez que sucedió una incursión israelí en territorio palestino, entre diciembre de 2008 y enero de 2009 bajo la operación Plomo Fundido, resultó en más de mil muertos y dos mil millones de dólares en daños materiales en la Franja de Gaza. El conflicto fue extremadamente violento y costoso en vidas humanas, principalmente entre la población palestina porque los combatientes de Hamas se confunden entre la población civil a manera de protección y como estrategia.
En esa ocasión, la diplomacia mexicana tuvo un asiento en la mesa del Consejo de Seguridad de la ONU donde se negociaría la pausa en las hostilidades. México acababa de ingresar al Consejo como miembro no permanente. En esta calidad, condenamos la violencia y, si bien reconocimos el derecho de Israel a su seguridad, expresamos nuestro rechazo al uso desproporcionado de la fuerza y las flagrantes violaciones del derecho internacional humanitario.
La presión de los países árabes para que el Consejo de Seguridad actuara se hizo sentir de inmediato buscando que condenara la acción israelí y procurando el fin de la misma. Los miembros occidentales del Consejo, léase Estados Unidos, Francia y Reino Unido, se inclinaban en un principio por una declaración que no abordara a Israel de manera directa. Sobra recordar que, en numerosas ocasiones, al tratarse de Oriente Medio, Estados Unidos ha vetado toda resolución que afecte a Israel y a sus intereses estratégicos en la región. Este se perfilaba nuevamente a ser el caso.
Sin embargo, los ministros de Relaciones Exteriores de los países árabes más moderados se desplazaron a Nueva York para incrementar la presión sobre el Consejo, obligando a una negociación compleja. Aprovechando esta oportunidad, México y otros miembros no permanentes con posiciones similares como Austria y Costa Rica se aliaron para impulsar que la resolución abordara las acciones tanto de Israel como de Hamas, pero que pudiese también lograr un apoyo suficiente en el Consejo y evitar el veto.
Fue así que se logró la adopción de la resolución 1860, cuyos términos conservan hoy en día gran parte de su valor. En ella, el Consejo llamó al cese al fuego y el acceso a la asistencia humanitaria, y condenó todos los actos de violencia contra las poblaciones civiles y todos los actos de terrorismo. Reconoció, también, el derecho de todos los estados en Oriente Medio a vivir en fronteras seguras e internacionalmente reconocidas y exhortó a los estados miembros a intensificar esfuerzos para establecer medidas que garanticen el cese al fuego y una calma duradera, incluso para prevenir el tráfico ilícito de armas y a garantizar la reapertura de los cruces fronterizos.
La resolución fue adoptada por 14 votos el 8 de enero de 2009, con la abstención de Estados Unidos (que decidió no vetarla). A pesar del rechazo inicial de las partes, el cese al fuego entró en vigor a los pocos días. La resolución dejó en claro que el único camino es el logro de una paz amplia basada en la región en el que dos estados democráticos, Israel y Palestina, vivan uno al lado del otro con fronteras reconocidas.
Más de cinco años después, el conflicto amenaza nuevamente con propagarse. El colapso de las conversaciones de paz entre la Autoridad Nacional Palestina e Israel bajo la mediación frustrada de Estados Unidos aviva los extremismos. Pero, a diferencia de 2005, Hamas participa hoy en el gobierno con la Autoridad Palestina y los asesinatos de los jóvenes israelíes han fortalecido la posición de Israel de no negociar con un gobierno que incluya una organización terrorista, lo cual complica cualquier perspectiva de solución negociada. Por eso resulta imperativo que la comunidad internacional no permanezca impasible y aliente la vía del diálogo y la negociación.
Hoy, México no es miembro del Consejo de Seguridad y, por lo tanto, no tiene un asiento de primera fila para evitar la escalada en este conflicto. En 2009, México no resolvió el conflicto, pero asumió una posición basada en principios que apuntaló una plataforma internacionalmente reconocida para distender el conflicto y evitar su propagación. México no actuó respondiendo a sus intereses económicos en Oriente Medio, sino en función de su interés político en mantener el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario que regula la actuación de las partes en conflicto en tiempo de guerra. Tal vez, antes de lo que se espera, México tendrá que asumir una posición sobre este conflicto que se avecina en el otro lado del mundo. Nuestra experiencia previa cuenta, al igual que nuestra obligación de poner la creatividad de la diplomacia mexicana al servicio de la paz. México es un actor con responsabilidad global y eso nos obliga a pronunciarnos.
*Los autores fueron, respectivamente, representante permanente y vocero de México ante Naciones Unidas durante la membresía de México en el Consejo de Seguridad de la ONU (2009-2010).
Heller es actualmente embajador eminente de México.