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¿En que país vivimos?

Superiberia

 

Cada vez me admiro más de lo que sucede en este país. Por si fuera poco tanta impunidad, ahora resulta que a los famosos halconcitos, no se les puede castigar por avisar a la delincuencia de la presencia de las fuerzas federales que pudieran apresarlos, porque hacerlo,  según los legisladores, sería coartarles su derecho a la información; es decir la delincuencia organizada es defendida por los propios legisladores pues tienen derecho a ser informados de cuando las autoridades puedan aparecer de improviso y detener sus operaciones delictivas ¡Para Ripley!

 ¿Y qué me dicen de la defensora de derechos humanos del Distrito Federal la cual paga a un abogado más de cien mil pesos mensuales (cantidad que no sé de dónde saca) para defender a los vándalos que en las manifestaciones asaltan, roban y destruyen comercios? ¡Así hacemos justicia! 

¿Y los asambleístas del DF que quieren que saquen los animales del circo, pero no prohíben las peleas de gallos? No creo que sea por las cantidades millonarias que reciben los ayuntamientos por los permisos, pero ¡Que chistosa compasión!

Estas aberrantes noticias me recordaron un personaje que vivió aquí en Orizaba, un orizabeño, un auténtico aventurero que muchos conocimos y que, inclusive admiramos, los más allegados le decíamos el verdadero Chanoc (éste era un personaje de historietas para el que el mar y la selva eran para él, como para un bebé su cuna). Estaba diciendo este señorón Don Pedro Aines es toda una leyenda, cazaba lagartos en el cañón del sumidero para vender sus pieles entre muchas otras cosas; pero algo que lo hizo famoso es que traficaba con piezas prehispánicas y se enorgullecía de que en el museo en el Distrito Federal del INAH, existían dos piezas que él había falsificado y los expertos le habían conferido la autenticidad. Y esto vino a ni mente pues recientemente en lo que fue la casona de mis abuelos, cita en oriente 2 y sur 11, se quiso hacer una pequeña remodelación, pero una retrasada mental representante del INAH aquí en Orizaba la impidió aduciendo que era joya colonial. Esta casona en el cismo de 1973 se cayó casi en su totalidad (por cierto casi muero en esa ocasión al caer en la cama en que dormía el techo y parte de las paredes de piedra del cuarto que ocupaba) Pues bien allá por los ochentas mi cuñado (QEPD) decidió construir en una parte de lo que quedó de esa casona, una casa que según él quería que fuera de tipo colonial, aprovechando algunas de las paredes que se salvaron del movimiento telúrico, la construyó sin ninguna relación en tamaño y mucho menos ni siquiera parecida a la original. Si él viviera estoy seguro que estaría orgulloso, aunque no era su intención, de que su casa de 1980 fuera declarada monumento colonial. Ni el propio Pedro Aines lo hubiera hecho mejor.

En lo personal en mi ranchito de Rio Blanco hice una pequeña capilla, quisiera que esta persona la conociera a ver si la declara monumento colonial para que cuando muera quede protegida por siempre de cualquier intento de remodelación o destrucción.

Lo triste del asunto es: ¿Cómo es posible Señor Presidente Peña Nieto, si usted quiere cambiar a México, como es posible decía que en todos los ámbitos gobierno de este país se les otorgue poder de decisión a tantos retrasados mentales?

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