Señor; preguntaba un alto funcionario en la corte celestial, tu que eres omnisapiente ¿Cómo es que le diste tanta riqueza a ese país que llamas México, negándoles lo mismo a tantos otros? y el señor le contestó: Si pero ¿Ya viste la clase de gente que puse ahí? Y esto lo traigo a comentario por la manera en que se maneja la ¿justicia? en nuestro país: Quisiera preguntar ¿Quién no ha organizado alguna vez una fiesta para hombres en la que no se haya contratado a algunas encueratrices, taiboleras o prostitutas para amenizarla? Sin que nadie cuestione ni critique. Esto lo hizo el gordo ex-dirigente del PRI en el Distrito Federal (en lo personal no me simpatiza nada) y ¡claro! la fiestecita fue un excelente pretexto para denostarlo por parte de un gobierno perredista, acusándolo de dirigir una red de prostitución, que lo llevó a la destitución del puestecito.
Por el contrario: Este mismo gobierno dice que utilizar un vehículo oficial para otras actividades, de ninguna manera propias para su función, el embriagarse en horas de trabajo, el abandonar un lesionado que finalmente murió y huir del lugar del accidente dice que ¡no es delito grave! ¿Qué será para ellos un delito grave? por lo que la mujer policía que atropelló y mató a un pobre peatón allí mismo en el Distrito Federal, enfrentará su proceso en libertad. Estos alcahuetes protectores de sus allegados, ni siquiera piensan para justificar las malas cosas, pues queriéndola proteger dijeron que ella no conducía ebria según el amañado examen toxicológico practicado. Quiere decir que esta señora estaba perfectamente consciente del delito (porque ella como policía sabe perfectamente que es un delito lo que hizo) y aun así huyó lo que agrava más su culpabilidad. Otro poquito de más protección y estos alcahuetes administradores de justicia la igualan con la madre Teresa.
¡Pobre de ti mi México querido! aparte de tanta injusticia que te envenena, todavía funcionarios corruptos, distorsionan y ponen la dizque justicia al servicio de intereses políticos.
¡Cuántas veces no me he dicho: ¿para qué escribir? lo más seguro es que nadie te lea! aun así, debo externarlo para no ahogarme ante tanta calabaza que padecemos.