La Ciudad de México crece y se desarrolla. Diariamente se anuncian proyectos inmobiliarios. Para mediados de 2014 el GDF dijo que alcanzarían 271,000m2 de oficinas y 463,000m2 de espacio comercial. Nuevo Polanco albergará más de 70 mil viviendas y un conjunto de centros comerciales, edificios corporativos y atracciones que generan un flujo diario de más de diez mil personas. Se publicitan también la Nueva Condesa en Sta. María la Ribera, la Ciudad del Futuro, la Judicial, la de la Salud, el Corredor Cultural de Insurgentes y muchos más.
Bien por el fomento al crecimiento e inversión. El problema es cómo se crece y cómo se invierte. La respuesta es que se hace sin planificación, sin atención a las vialidades, a los riesgos del subsuelo, a la disponibilidad de agua y drenaje, a los espacios públicos y áreas verdes, a la disponibilidad de estacionamientos y a la oferta de transporte público. Se crece a base de golpes de autoridad discrecionales y del contubernio entre autoridades y desarrolladores. Se promueve la inversión permitiéndoles construir donde sea y como sea; con negocios ilícitos, moche de por medio.
Paradójicamente han sido los gobiernos del PRD, que se dicen cercanos a la gente y promotores de la participación ciudadana, los mayores responsables del desastre urbano.
La discrecionalidad y la corrupción han ido en aumento. Como dice el dicho, “no te quejes de este señor, no te venga otro peor”. R. Pascoe lo ha documentado con precisión en estas mismas páginas. Con el Bando 2, AMLO autorizó el cambio generalizado de usos de suelo en cuatro delegaciones. Vino Ebrard con la Norma 26 que hizo lo mismo, pero en las 16 delegaciones. Mancera quiere ir más allá con las normas 30 y 31 que exentan a 600 colonias del estorbo que significan los programas delegacionales o planes parciales que rigen en sus zonas. 600 colonias en las que estos programas serán letra muerta. 600 “zonas liberadas” en las que se podrán construir edificios en donde las leyes actuales lo prohíben, en donde las alturas permitidas podrán ser rebasadas, en donde las áreas libres no tendrán que respetarse, en donde los lugares de estacionamiento no serán exigidos, en donde el coeficiente de utilización del suelo se aumenta en 25% por decreto, en donde la infraestructura está rebasada (los detalles en @SumaUrbana y #SalvaDF).
En planeación urbana vamos como los cangrejos. Hace años se idearon los Programas Parciales y zonas controladas para procurar la planeación y ordenamiento territorial en áreas específicas de la ciudad. Llegaron a sumar 45. Daban certidumbre jurídica a todos: desarrolladores, comerciantes y vecinos. Establecían usos del suelo predio por predio y cuadra por cuadra. Conozco al dedillo el de Polanco, elaborado en la administración de la delegada González Gamio. De haber respetado éste y el resto de los programas, no tendríamos los problemas viales, aglomeraciones, contaminación y pérdida de áreas verdes que hoy padecemos. Lo cierto es que, recién publicados, comenzaron a ignorarse y hoy se dice que ya no corresponden a las necesidades para las que fueron creados. Tienen razón. Ya no corresponden porque al violarlos crearon el caos que hoy se vive.
Ahora se han emitido nuevos planes. Es de reconocerse que en el caso del nuevo Plan de Polanco el delegado Romo dio entrada a muchas de las propuestas vecinales y que éstas fueron defendidas en la ALDF. No pertenecemos a las 600 colonias, aunque sí muchas de las aledañas. Ahora falta que el delegado lo cumpla, que vigile a sus subalternos, que no se lave las manos diciendo que tal o cual permiso lo dio Seduvi o que hay derechos adquiridos. Esto lo hemos oído una y otra vez.
Pero el problema no es de Polanco, es de la ciudad y sus gobernantes. Leo que el titular de Seduvi considera que los Programas Delegacionales y Programas Parciales son un dolor de cabeza. No veo por qué si los violan impune y sistemáticamente o les dan la vuelta a través de normas o declaratorias a conveniencia, como la que declara “la necesidad” de otorgar una concesión para construir un polígono de hasta 116,000 m2 con una construcción superficial de 79,300 m2 sobre Av. Chapultepec y la vía pública circundante a la Glorieta de Insurgentes. ¿A quién, cómo, bajo qué condiciones, en qué tiempos? La declaratoria lo dice: la Seduvi, la Secretaría de Finanzas y la Oficialía Mayor, estarán a cargo del proceso de otorgamiento, regulación, supervisión y vigilancia de la concesión. Más claro ni el agua. El proyecto se ampara con una declaratoria a modo.
Ese es el proceder. Así fue que se entregó por adjudicación directa el contrato de prestación de servicios a CAF-México por 18 mil millones de pesos. Así nos fue. O, más modestamente, como se declaró desierta la licitación de la remodelación de Mazaryk (480 millones de pesos) para adjudicarla a quienes las autoridades quisieron.
El manejo que hacen el GDF y las delegaciones del suelo urbano es absolutamente discrecional y en favor de los intereses propios y de los desarrolladores que, al final, son los mismos. Los políticos hacen del negocio de los desarrolladores su propio negocio.
*Investigador del CIDE
amparo.casar@cide.edu
Twitter: @amparocasar