Sao Paulo.- Un Ángel cayó del cielo para definir todo lo que en 117 minutos no pudo hacer Argentina y que más allá del pase a Cuartos de Final al vencer 1-0 a Suiza, sigue generando todas las dudas sobre un equipo que parecía contendiente y hoy peca de soberbia y de la dependencia sobre un Messi que por momentos se ve harto de la solitaria responsabilidad.
La afamada soberbia albiceleste hoy tiene todo su esplendor en una Selección que no presenta argumentos para estar entre los ocho mejores del mundo, pero que tiene la calidad individual y la suerte para instalarse ahí pese al mayor merecimiento suizo que vio en el último minuto la forma como Dzemaili estrellaba en el poste. El impecable orden helvético en la defensa se rompió en el segundo tiempo extra y Messi lo aprovechó para conducir, ceder a Di María y que éste venciera a un enorme Benaglio que ya le había cerrado la meta.
AGENCIA