Sandra G.Tehuintle
EL BUEN TONO
ORIZABA.- En un estudio realizado por el Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima, por cada 100 mil bebés nacidos vivos en México mueren 33 mujeres embarazada o durante el parto, situación que se puede prevenir y no se hace ante la complejidad del territorio y problemas socioeconómicos, señaló la investigadora Mónica Ríos Silva.
Destacó, “detrás de estas cifras hay rostros y personas, algo que no se debe olvidar, además de los distintos tipos de desigualdad y cómo están relacionados, de modo que se vuelven un círculo vicioso puesto que si consideramos que la salud actual la definición en el estado de bienestar biológico psicológico y social es fácil identificar, que si falla uno de los aspectos pues no se tiene salud”.
“La salud en la mujer en el embarazo es considerado como un indicador del desarrollo de los países y la muerte materna una medida que pone de manifiesto la inequidad entre las poblaciones, hay indicadores para medirlo, estos son considerados como deducibles porque la mayoría de las veces son prevenibles”, destacó.
la Violencia obstétrica es tema incompleto
Antes de la pandemia se reportaba que en México el 23% de las pacientes sufren violencia obstétrica, que es el maltrato y abuso en la etapa del parto y generalmente es practicada por el personal médico, enfermeras, camilleros, entre otros.
“En la emergencia sanitaria no se tiene una cuantificación; sin embargo, lo primero que teníamos fue miedo a contagiarnos, las pacientes también lo tenían, además de que no nos decían que habían sido diagnosticadas con el virus porque, por ejemplo, en el hospital en el que trabaja una servidora no atendía casos de Covid y si decían que lo tenían se debían ir a uno que tratara este padecimiento”.
Destacó, “afectó mucho el que la paciente tenía que llegar sola desde la reja del hospital y todo eso hace un ambiente propicio para la violencia obstétrica y estoy segura que si la medimos
incrementaría de
manera drástica”.
Indicó, “en un estudio se menciona que durante estos dos años de coronavirus los índices bajaron drásticamente, pero lo que no se comenta es que probablemente no la reconocían, la normalizaron y no se estaban dando cuenta que estaban recibiendo violencia obstétrica”.
Además, “muchas mujeres que tuvieron acceso a recibir la atención en un hospital privado y lo hicieron, porque los servicios de salud se vieron saturados y en un inicio parecía que las mujeres embarazadas no corrían riesgos; sin embargo, se notó más adelante que habían mujeres que morían por preeclampsia por este motivo, y se notaron mayormente las desigualdades porque no todos tenemos un celular inteligente y no todos vivimos en un lugar donde llegue la
señal de internet”.
Ya para finalizar, mencionó que esto influyó mucho en las muertes maternas de las mujeres pobres porque dado este contexto no se les pudo brindar la información para detectar los síntomas de alarma y se pudieran atender
adecuadamente.