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El minutero

Superiberia

 

TRES AÑOS ES MEJOR

 

Por mandato superior –entiéndase: por orden de palacio de gobierno-, casi todos los actores de la llamada clase política estatal están cerrando filas en torno a la propuesta de que la próxima gubernatura sea de solo dos años en el afán de homologar los tiempos del estado  con las elecciones federales del 2018 cuando se elija al presidente de la República. En esa misma tesitura se propone el periodo de un año – 2017- para los 212 ayuntamientos y que la próxima legislatura local sea de solo dos años, del 2016 al 2018.

 Tal es el poder de convencimiento de Jalapa que hasta el diputado por el Movimiento Ciudadano, Cuauhtémoc Pola Estrada se sumó a la propuesta que costaría al bolsillo de los veracruzanos la friolera de mil 200 millones de pesos –por esta elección vana y la siguiente del 2018-. Lo que son las cosas, el legislador al que se le veían espolones para gallo se echó a poner huevos, y a cómo va, no tardando sale a pedir que mejor se apruebe la reelección para que el actual ejecutivo estatal se quede más tiempo. ¿De a cuánto?.

 Queda solo algunos días para que Veracruz modifique sus leyes electorales para que haya concordancia con la reforma política efectuada a nivel federal, y la intención de trasfondo, como ya se comentaba en un texto anterior, es desinflar las aspiraciones de los tres Yunes que ya andan en precampaña– dos priistas, José Yunes y Héctor Yunes, y el panista Miguel Ángel Yunes-, y que  se elija a un gobernante que ahora llaman de transición pero que en realidad será blandengue y marioneta cuyo único propósito será operar electoralmente para  garantizar que Revolucionario Institucional siga sentado en la silla estatal.

 Esta modificación de tiempos propuesta a través de la bancada panista es un respiro para el priismo veracruzano pues los pronósticos electorales le son adversos a causa de la actual administración y el sacar de la manga a un gobernador cuasi-interino daría tiempo para tratar de revertir el desprestigio ya sin los actuales funcionarios, y disponer de más recursos para la compra del voto. Empero hay quienes tienen una propuesta mejor y que saldría menos cara para todos, y aún más, hasta el PRI saldría beneficiado con la misma pues tendrían una oportunidad para alejar a quienes les acarrean impopularidad.

 La misma consiste en modificar el periodo de la gubernatura pero en lugar de ser de dos años que sea de tres,  acortar el actual sexenio licenciando al actual gobernante en turno, convocar a elecciones en el 2015 –que serían homologadas con las federales para diputados al Congreso de la Unión- y que el próximo mandatario funja del 2015 al 2018. ¿No es una magnífica idea, salomónica pues?. Se ahorrarían recursos, se ahorrarían un año de ocurrencias y pifias, y se ahorrarían ridículos en la prensa nacional e internacional.

 En especial, los priístas tendrían la oportunidad de levantar su alicaída imagen en estos últimos cuatro años por los desastrosos resultados, y con ello el tricolor se haría un favor a sí mismo y haría un favor a todos los veracruzanos para tener un año menos del actual sexenio. Adicionalmente, el próximo gobernador tendría un margen de tiempo mayor para hacer algo por la entidad y no solo dedicarse a preparar la siguiente elección.

Otra propuesta salomónica es optar por un periodo único de ocho años, algo más sensato que un mandatario de 24 meses- y para no condenar a los veracruzanos a sufrir un funcionario que salga nulo y ladrón, podrían  introducir la figura de revocación de mandato a través de consulta popular para echarlo de palacio de gobierno en el caso de ser necesario. Eso ayudaría enormemente a la democracia estatal y los legisladores actuales que lo propongan y aprueben pasarían a la historia como verdaderos visionarios, y sus nombres deberán aparecer con letras de oro en el muro de honor. ¿No creen?.

 

EL HOMBRE LEYENDA

 

Por cierto, en la retórica mediática que intenta justificar la propuesta de un gobernador de dos años se hace referencia al caso de Fernando Gutiérrez Barrios que solo estuvo en la silla estatal de 1986 a 1988 pero la situación no es la misma ni tampoco se vislumbran que sean iguales los tamaños. Para empezar, Gutiérrez Barrios fue electo para el sexenio 1986-1992 pero solicitó su separación de la gubernatura pues asumió la Secretaría de Gobernación cuando Carlos Salinas de Gortari arribó a Los Pinos en 1988. No fue transitorio.

En segundo lugar, los aplaudidores de la propuesta para una gubernatura de 24 meses afirman que Gutiérrez Barrios se convirtió en el mejor gobernante de la historia reciente en Veracruz en ese corto periodo, lo que no deja de ser un argumento acomodado a conveniencia pues, efectivamente,  Gutiérrez Barrios se ganó el reconocimiento de sus paisanos y el mote de “El hombre leyenda” aunque  solo hizo una cosa: pacificar a la entidad que estaba destrozada por el crimen organizado amparado en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, su antecesor.

 Los caciques y bandas delictivas se repartieron la entidad, eran dueños de regiones enteras y privaba la ley de la horca y el cuchillo. Se vivía una situación muy parecida a la presente: balaceras, ejecuciones, asaltos a plena luz del día, secuestros, fosas clandestinas –en la región de Córdoba eran pozos-cementerio del famoso pistolero Toribio Gargallo- y por parte de las autoridades había plena complacencia pues algunos jefes de la mafia eran parientes cercanos Acosta Lagunes como el caso de capo Felipe “El Indio” Lagunes y su banda “La Sonora Mantancera” que tenían permiso oficial para delinquir.

Como ya se ha citado muchas veces, el exprocurador Amadeo Flores Espinosa fue en ese periodo director estatal de Seguridad Pública y Secretario General de Gobierno, e hizo lo mismo que en la Procuraduría General de Justicia, retorcer la ley y garantizar la impunidad para los malhechores. Y lo que son las cosas, otro funcionario de aquel sexenio sangriento fue Ignacio Morales Lechuga, entonces secretario de Gobierno en el primer tramo, antes de Flores Espinosa, quien también fue garante de la impunidad y la violencia. Hoy sorprendentemente hay  priístas locales que quieren resucitar a Morales Lechuga para una candidatura al gobierno de Veracruz.

Lo anterior como si no existiera memoria histórica de su desastroso paso por la administración pública,  incluyendo su estancia como titular de la Procuraduría General de la República –de 1991 a 1993- y de la que salió por el escándalo de la disputa a balazos entre militares y policías federales de un avión cargado con droga que aterrizó en el famoso Llano de la Víbora en Tlalixcoyan. De la ultratumba lo invocan los desesperados para que venga a salvar al PRI de una derrota, a buen árbol se le arriman.7

En fin, pos su antecedentes  Morales Lechuga no podrá igualar lo que hizo Gutiérrez Barrios y se duda mucho que haya alguien que se faje los pantalones para aplicar la ley contra la delincuencia a pesar de que los veracruzanos piden a gritos la pacificación del estado. Entonces, las justificaciones para la propuesta de un mandatario transitorio no deja de ser mentira fácil, diseñada para retardar una posible derrota del tricolor y su salida del gobierno estatal.

 

PALO A LOS ROJOS

 

Se les cebó a los panistas rojos la pretensión de que Enrique Cambranis Torres se quedara al frente del Comité Directivo Estatal hasta el 2016, como lo solicitaron hace un par de semanas a la dirigencia nacional. La tarde del pasado lunes el Comité Ejecutivo Nacional que encabeza Gustavo Madero emitió su negativa a tal sugerencia y ordenó a la dirigencia local emitir la convocatoria para celebrar elecciones internas que tendrán que efectuarse en el mes de agosto. Eso elevó el nivel de histeria entre integrantes del “PAN rojo” que antes era llamado “La Muralla Azul” cuyos líderes son Alejandro Vázquez Cuevas, el exdirigente estatal  pero que en realidad sigue mandando pues Cambranis  es solo una marioneta, el exalcalde porteño y actual diputado local, Julen Rementería y el diputado federal por Córdoba, Juan Bueno Torio.

 A todos ellos se les acaba el negocio de controlar al panismo veracruzano que les duró 17 años, desde que se complotaron para echar de la dirigencia a Cesar Leal Angulo por allá de 1997. La  negativa del CEN para que Cambranis se quedara al frente de la dirigencia estatal bajo el argumento que no habría tiempo para celebrar comicios internos ya que el proceso electoral del 2015 inicia en octubre próximo y en los estatutos partidistas se prohíbe renovar cuadros en medio de un año electoral, también encendió las luces de alerta en palacio de gobierno pues sin panistas amurallados en el  Comité Directivo Estatal (CDE) se termina la dirigencia dócil y colaboracionista, siempre dispuesta a negociar y a servir al gobernante en turno y al priismo.

 Los resultados de los pasados comicios internos en el PAN para renovar la dirigencia nacional demostraron que en Veracruz esa corriente está debilitada al grado que no pudieron hacer repuntar a su candidato Ernesto Cordero Arroyo pese a que se arroparon con el apoyo logístico y financiero del gobierno estatal con el cual pactaron para derrotar a Madero Muñoz- se habla de que desde las oficinas gubernamentales se les otorgaron 35 millones de pesos – y entonces difícilmente podrán ganar una elección abierta  para poner a otro de sus incondicionales al frente del CDE.

 El propio Madero Muñoz comprobó personalmente el grado de colusión de esos panistas panista con el tricolor y la administración estatal, y era prácticamente imposible que se avalara la postergación de los comicios internos para renovar la dirigencia veracruzana. Y aún más, en el altiplano se comenta que el líder panista dará un manotazo sobre la mesa, cumpliendo su palabra de “limpiar” al panismo veracruzano de los rojos. Ya se está viendo y  la salida de los amurallados se daría más pronto que temprano.

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