No creo que ningún narcotraficante haya tenido el peso y la trascendencia a lo largo del tiempo de Juan José Esparragoza, El Azul, lo más cercano a la mítica figura de un Padrino que pudiera existir en torno al crimen organizado en México. Si Amado Carrillo fue el hombre que colocó al narcotráfico mexicano en el corazón internacional de ese negocio, su socio, El Azul Esparragoza, fue quien tejó todas las alianzas políticas, económicas, de operación entre grupos que lo permitieron. Fue el personaje que sentó las bases de una distribución de territorios entre distintos grupos en 1989, en una reunión que convocó ese año en Acapulco, entre todos los jefes que se comenzaban a disputar los espacios que dejaba la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo (un acuerdo que rompieron los Arellano Félix, desatando una violencia entre grupos que persiste hasta el día de hoy). Nunca fue públicamente protagonista, pero se dice que era amigo de políticos, artistas, empresarios. Se decía que vivía en el DF, en Querétaro, en Cuernavaca. Su familia era relativamente conocida en ciertos círculos sociales. Seguramente estuvo involucrado en hechos de sangre, pero no se le atribuían públicamente. Y siempre estuvo en un segundo plano. Cuando muere Amado Carrillo, en 1997, es nuevamente el que tiene encomendada la sucesión en ese grupo, pero la misma termina siendo frágil: el mundo del narcotráfico estaba cambiando y lo haría en forma brutal.
El Azul ha sido uno de los más importantes protagonistas del mundo del narcotráfico durante 40 años, ningún otro jefe del crimen organizado ha podido permanecer durante tanto tiempo y hacerlo sin figurar en los primeros planos, en las noticias, a pesar de que sus espacios de poder, se asegura, fueron enormes.
El semanario Ríodoce, de Sinaloa, publicó este fin de semana que El Azul Esparragoza habría muerto de un infarto el sábado pasado, no quedaba claro si en el Distrito Federal o en Guadalajara, luego de sufrir, hace 15 días, un accidente automovilístico que le habría afectado la columna vertebral. Incluso el semanario, generalmente bien informado sobre temas del narcotráfico en Sinaloa, dice que los restos de El Azul ya fueron cremados y trasladados a su natal Badiraguato.
Apenas el 28 de marzo pasado decíamos que hace ya muchos años habíamos escuchado una plática de Giovanni Falcone, aquel mítico fiscal antimafia italiano, asesinado por esos criminales en Sicilia en 1992. Decía Falcone, y lo han retomado muchos, que la gran diferencia de las organizaciones tipo mafiosas sobre otros criminales organizados es que aquellas basan su poder en su control territorial y familiar. El organigrama del cártel de Sinaloa, que se desprende de las declaraciones ministeriales de Carlos Hoo Ramírez, publicadas el miércoles 26 de marzo en Excélsior, confirmaba exactamente esa descripción.
Una vez más se ratificaba lo que habíamos dicho muchas veces, desde el libro Narcotráfico y poder, en abril de 1999: el cártel de Sinaloa, antes y ahora, en realidad es un holding, una organización horizontal, no vertical; El Chapo era jefe y símbolo, pero no controlaba todas las partes de esa maquinaria; y los lazos familiares, de compadrazgos y de extrema amistad son los que determinan las verdaderas relaciones y acuerdos entre sus líderes. Por eso mismo, la versión de que Zambada entregó a El Chapo no resulta creíble. Pero sí, suponer que la transición en los mandos de esa organización se mantendría con las mismas características, a través de las mismas relaciones.
Y dentro de esa lógica, llamó profundamente la atención un punto en la declaración ministerial del custodia y secretario de El Chapo Guzmán, detenido junto con el capo: Hoo Ramírez habla en ella de todos, de El Chapo, sus mujeres y sus hijos, de Zambada, de otros posibles sucesores. En el único momento que calla y simplemente dice “no sé” es cuando se le pregunta sobre Juan José El Azul Esparragoza. Hay silencios, decíamos, estruendosos.
Las autoridades federales están investigando la información sobre la muerte de El Azul, pero lo cierto es que hacía tiempo que no se tenía información concreta suya, incluso pese a las detenciones de personajes que se suponía fueron cercanos al narcotraficante, como el propio Chapo Guzmán. Ahora se anuncia su muerte. Sea verdad o no, probablemente es el preámbulo de un personaje que terminará desapareciendo, como ocurrió con su vida, entre las sombras.
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