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El sicoanálisis devuelve la vida

Superiberia

 

Éstos podrían ser apuntes para una conferencia sobre sicoanálisis o algo así. Por ejemplo empezar en la evocación rápida de lo que en tiempos pasados era el sicoanálisis, una especie de moda, como cuando la Gioconda fue a Estados Unidos y no había alma periodística sin escribir del asunto… tal vez como ahora que empezará el futbol en Brasil y nos espera una catarata absoluta e inagotable por siempre jamás en los medios —como les dicen— y en la tele nocturna a veces maravillosa con películas inglesas y espeluznante si canal tras canal tiene los mismos merolicos y los ratoncitos en calzones. Mil veces Onegin, Retrato de una dama (aunque distraiga su juventud). Bueno, analizarse fue imprescindible en una sociedad de gente culta e inteligente por lo general sufridora; hasta algunos pobres íbamos religiosamente cada semana a la disección salvadora de nuestras lágrimas y la soledad emponzoñada desde la primera niñez (voy en la séptima). La experiencia merece buenos y agradecidos calificativos aunque si no alivio completamente a mí por lo menos me hizo subsistir, entender por qué aciertos y errores, mis incontrolables repeticiones dolorosas y esa especie de resignación ante el mal acercándose como destino, condena irremediable. Yo creo en el análisis freudiano y su vigencia, el notable remedio si no infalible sí incomparable para remediar la torpeza de vivir sobre todo en quienes existimos fuera de la realidad inmersos en la lectura por ejemplo, y  un tanto deshilachados de viejas batallas más o menos perdidas. En mis pensares y meditaciones he comparado el sicoanálisis como aquella enorme conmovedora y cruenta acción después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en la paz lo primero espiritual y conjuntamente con la reconstrucción de las ciudades, fue recuperar de viejos castillos, minas de sal cerradas, casas y escuelas la estupefacta cantidad de joyas  culturales robadas con mayúscula por los nazis de museos, palacios y hogares judíos y ocultas por la sagrada labor del alma de los hombres buenos como preservación de la altura creadora de los artistas a lo largo de los tiempos, la lucha conmovedora contra la ignorancia y la maldad demoníaca de los hitleres que aún hoy tratan de asesinar la cultura. Camiones repletos se dieron a la tarea de recuperar y llevar el celestial fruto del arte a quienes les pertenecía. Así hemos visto óleos majestuosos, esculturas, libros y dibujos devueltos a sus dueños o recuperados en los muros de museos, ayer recorridos por mí en el ejercicio inolvidable de la juventud, como mi arrodillamiento en el Museo Metropolitano de Nueva York el día en que vi por primer vez un Greco. Es decir, vuelvo, que el sicoanálisis trae a tus manos lo que te robó la vida, te lo devuelve y con ello la entendederá. Me desgarré analizándome, pero me permito esperar la muerte con esta felicidad del sol, de los árboles, de la lectura y de la presencia a veces de quien amo.

 *Escritora y periodista

  marialuisachinamendoza@yahoo.es

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