Vienen a México los representantes del poder y del capital estadounidenses a contarnos que nuestro país es uno que se encuentra en magníficas condiciones políticas y económicas.
Nuestros gobernantes no dejan de repetirnos año con año, día a día, lo tanto que mejora México como nación. Informe tras informe es una constante el tono de positivismo y crecimiento, mismo que enmascara la oscura (en ocasiones insoportable) realidad nacional.
Los aspirantes a interrogadores de la policía secreta de Stalin (líder de aquel régimen soviético de bandera comunista y de procedimientos antihumanos, de mediados de siglo pasado), debían de superar una última prueba antes de ser reconocidos con tal cargo. La prueba trataba en meter al aspirante a interrogador en una pequeña sala cuadrada y vacía, con solo una austera silla de madera en el medio de dicha sala. Al aspirante se le decía “debes conseguir que la silla confiese y redacte una acta de dicha confesión, de lo contrario no pondrás un pie fuera de esta sala”.
Esta prueba desde donde se mire es un acto surrealista, carente de cualquier lógica, aunque en realidad formaba parte del <sistema paranoico de Stalin>. Este sistema fue la manera en que opero Stalin su régimen y como saldo dejo millones de vidas, en su gran mayoría de compatriotas suyos.
Este <sistema paranoico> actualmente tiene vigencia. Nosotros como mexicanos lo hemos adoptado en nuestra sociedad, es por esto que permitimos que nuestros gobernantes nos platiquen una realidad que sabemos carece de toda lógica, por este preciso sistema permitimos que venga el poder y el capital extranjero a contarnos nuestro vivir actual de la manera que mejor suene para lograr ellos sus objetivos.
Realidad solo existe una, y este <sistema paranoico> es una herramienta muy poderosa para el control de los pueblos. Trastocar las realidades es sin duda una muy buena fórmula para los gobiernos y el capital, a manera de convertir escenarios completamente surrealistas y carentes de lógica en panoramas reales y posibles. En otras palabras, el trastoque de las realidades distrae a los pueblos y dichas distracciones son oportunamente ocupadas por los mismos provocadores a manera de lograr objetivos muy particulares.
Está en nosotros como pueblo, lograr no confundirnos, y principalmente no dejar que el poder político y el capital nos confundan, debemos entonces enfrentar nuestra realidad a través de las informaciones que nosotros conocemos, no se le puede pedir al generador del problema que él mismo lo solucione cuando el mismo generador está obteniendo beneficios de dicho problema. Eso seria es algo surreal.