BUENA, MALA Y PEOR
La trivia del momento es que hay una buena, una mala y otra peor para los veracruzanos. ¿cuáles son? Va una pista: tienen que ver con la representación popular y las leyes. ¡Exacto! Se terminó la composición de la 65 legislatura, una de las más execrables en la historia parlamentaria de la entidad sino es que la peor y esa es la buena noticia porque se van los tremendos impresentables, analfabetas, convenencieros, tramposos y holgazanes que durante tres años ocuparon una curul.
Claro, algunos ya se fueron antes brincando a otro cargo. Y parte de la buena nueva es que otros personajes tan perniciosos y de mal agüero no alcanzaron un asiento parlamentario. Ejemplos a botepronto son el priista -bueno, en apariencia porque ha traicionado tantas veces al tricolor que el apodo de Judas le queda chico -, Héctor Yunes Landa y el panista de ocasión, Isaac Luz López, hijo de la alcaldesa de Córdoba, Leticia López Landero. Ninguno será diputado por la vía plurinominal gracias a la socorrida paridad de género.
La mala es que muchos de los actuales diputados repetirán ya sea por la vía uninominal o la plurinominal a pesar de fueron nulos sus resultados en la legislatura saliente: los panistas Enrique Cambranis y Nora Lagunes repetirán en el cargo in haber sido votados por la gente. El primero es un mensajero del pasado, pactista pragmático a fin de mantenerse en cargos públicos para seguir haciendo negocios.
Cambranis es panista de apariencia pero ha sido operador de la fidelidad, del duartismo, del morenismo y ahora, en la faceta intestina del blanquiazul, se alió al yunismo que tanto combatió para ayudar a que se gane la dirigencia estatal del partido. Él no fue votado ni en el 2018 ni en este 2021. Por su parte, la señora Lagunes Jáuregui si fue electa directamente en el 2018 pero ahora prefirió ahorrarse la fatiga optando por la vía plurinominal con apoyo de sus ‘padrinos’ en la dirigencia estatal del PAN, pero en especial los de palacio de gobierno. Todos la consideran como una de las panistas más morenistas.
También entre las calamidades repetidoras está la morenista Esther Martínez Sánchez votada nuevamente en el distrito de Martínez de la Torre, cuya noticia más importante que generó en la legislatura saliente fue el pleito amoroso con un cantante de la zona al que convirtió en su asesor y luego ventiló sus desacuerdos de alcoba en las redes sociales y la prensa. Otra es Rosalinda Galindo, del distrito Jalapa I, bautizada por la voz popular como la ‘reina del nepotismo’ pues acomodó a toda su familia en las nóminas municipal y estatal.
Por ahí va Ana Miriam Ferráez por Jalapa II famosa por sus dislates discursivos -¿se acuerdan cuando propuso que se estableciera ‘toque de queda’ para mantener a las mujeres en sus casas y así evitar que fueran víctimas de feminicidios? – y sus negocios con el gobierno estatal pues no solo su familia tiene contratos millonarios con la administración cuitlahuista sino que ella misma ha sido sorprendida traficando con despensas y ayudas para los necesitados.
LA NAHUALADA
¿Y qué decir del medellinense Madaleno Rosales que solo aportó sainetes al quehacer legislativo? El señor llegó muy combativo y denunciante, hasta de sus propios correligionarios, en el 2018, pero salió más ladino que sus denunciados. ¿Se acuerdan de algo que haya hecho? Nada más el bochorno de aparecer desnudo en las fotografías ‘pack’ que enviaba por las redes y que uno de sus hijos sin tener formación académica cobraba en un puesto en la misma legislatura. Ambos escándalos los ventilaron sus mismos colegas marrones.
¡Y asústense! Los cuenqueños volvieron a votar por Margarita Corro Mendoza en el distrito de Cosamalopan, famosa por ser la comadre de Francisco Navarrete Serna, identificado como capo de un cartel criminal en la zona y que fue ‘ejecutado’ en mayo del año pasado. Claro, en los corrillos regionales hay la versión de que no ganó por su quehacer legislativo ni por su partido sino por la ‘manita’ que le dieron los grupos delictivos. ¿Será?
Sin embargo, la peor noticia para los veracruzanos es que finalmente y ‘¡a güevo!’, como es su frase de batalla, fue reelecto como diputado plurinominal el tuxtleco Javier Gómez Cazarín, quien también pretende volver presidir la Junta de Coordinación Política donde se manejan los dineros legislativos con los que se ha hecho millonario los últimos tres años. Para que repitiera en la legislatura se atropelló todo e incluso se agredió a una mujer, la abogada pozarricense Marcela Barroso, a quien le correspondía la curul en base a la paridad de género.
A la candidata morenista los de su propio partido – para que vean que es cierto lo que dicen las abuelas en el pueblo de que “cuando la perra es brava, hasta los de casa muerde”- la intentaron sobornar, la difamaron y la amenazaron directamente a fin de que desistiera en defender sus derechos políticos. El sábado pasado, la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) avaló la diputación robada de Gómez Cazarín, lo que ya había hecho el Tribunal Electoral de Veracruz (TEV) -dicen que volaron maletas llenas de dinero-.
Cierto, aunque el litigio por el despojo de la curul continuará ya que los afectados recurrirán a la Sala Superior del TEPJF, todo indica que este miércoles 5 de noviembre rendirá protesta el tuxtleco como integrante de la 66 legislatura. ¿A qué huele el asunto? ¿A machismo?, sí. ¿A patriarcado?, también. ¿A misoginia y violencia contra las mujeres?, igualmente. Pero sobre todo apesta a ilegalidad pues se manoseó el marco normativo y se forzó para que Gómez Cazarín siga en el gatuperio legislativo.
Ya en las postrimerías de la fiesta de los muertos bien se puede decir que lo que hicieron para acomodar a Gómez Cazarín en el congreso local es toda una “nahualada”. Obviamente en referencia al mito popular del nahual que es un brujo que hace pactos malignos para poder transformarse en lo que no es, en algo ajeno a su naturaleza, y así con una apariencia usurpada seguir cometiendo iniquidades.
La veleidad del destino ayuda a acomodar el término pues “El Carón”, como lo conocen todos, es oriundo de Los Tuxtlas, la tierra de los hechiceros, y si bien no cambió de piel sí se quitó los pantalones y se puso la falda para usurpar el lugar parlamentario de una dama. Por si fuera poco, el tipo espanta solo con verlo. Risas.
LAS MUERTAS
Así se titula una de las obras del escritor Jorge Ibargüengoitia y el nombre es tan crudo como real. Trata la historia de las asesinas seriales más prolíficas de México, Delfina, María Luisa y María de Jesús González Valenzuela. Durante la década de 1954 a 1964, las tres hermanas proxenetas apodadas “Las Poquianchis” secuestraron, torturaron, prostituyeron, asesinaron y sepultaron clandestinamente a 91 mujeres – se dice que la cifra real podría alcanzar las 150 víctimas -en Jalisco y Guanajuato.
Pues bien, la referencia literaria es por dos motivos. Uno, el título muy ad hoc’ para estas fechas de difuntos. y dos por el tema de la novela que son los feminicidios. México y Veracruz hierven de ellos. De acuerdo al Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), de enero a septiembre de este 2021 se han perpetrado 736 feminicidios, a razón de 81 por mes y casi tres diarios.
Es decir, la violencia asesina contra la población femenina sigue imparable y lo peor es que está en franco ascenso. De las 32 entidades federativas, los tres primeros lugares en crímenes contra mujeres los ocupan el Estado de México con 110 de ellos, Veracruz con 55 y Jalisco con 54. Sí, nuevamente la entidad veracruzana lidera en la lista de los estados más feminicidas. Ha mantenido su récord en los últimos tres años pues desde el 2019 se intensificó la ola feminicida coincidentemente con el comienzo del gobierno cuitlahuista
Cierto, eso de la coincidencia es una simple expresión porque no hay nada de azar en esto. Los datos funestos en el tema es la consecuencia de la inacción de las autoridades para atender el problema, ya no se diga para combatirlo ni mucho menos prevenirlo. No, en el gobierno que encabeza Cuitláhuac García ni siquiera muestran interés en los crímenes contra las mujeres,
El principal ‘botón de muestra’ que expone el sello del régimen en la tragedia es que la única acción que la Fiscalía General del estado ha hecho en torno al problema fue reclasificar el tipo de muerte de las mujeres pasándolas de feminicidios a “homicidios dolosos” y en algunos casos -sorpréndanse – hasta los catalogó como ¡suicidios! Con dicha estratagema, la fiscala Verónica Hernández Giadáns ‘rasuró’ la tercera parte de la enorme lista esas agresiones mortales, es decir que desde el escritorio intentó bajar la cifra de feminicidios pero ni así le alcanza para aminorar el tamaño de la hecatombe humanitaria.
Por cierto, el Observatorio Veracruzano de Violencias contra las Mujeres discrepa de los datos del SNSP pues de enero a agosto reporta 62 feminicidios, siete más. A la par, según lo aparecido en la prensa, entre septiembre y octubre se habría acumulado al menos otra docena de homicidios de mujeres por lo que en Veracruz la cifra de feminicidios se ubicarían en 75 desde inicios del año hasta hoy. ¡En Veracruz matan a una mujer por día! ¿A poco no da para escribir una novela como “Las Muertas”?
En este contexto, está en puerta una nueva Alerta por Violencia de Género que organizaciones civiles solicitaron ante la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim). La petición fue aceptada -para ser analizada y en su caso decretada– a principios de octubre y sería la tercera para Veracruz pues desde el 2016 se expidió la primera para once municipios con mas casos de feminicidios, entre ellos Córdoba y Orizaba.
La segunda se emitió en diciembre del 2017 por ‘agravio comparado’ o sea porque hay leyes locales que son discriminadoras y agresoras de los derechos de las mujeres. Las dos primeras han sido un fracaso porque las acciones oficiales son fantasmagóricas, una mera ilusión óptica y la tercera apunta para lo mismo.