LAS MACABRAS
Corren las vísperas del Día de Muertos, tiempo ideal para contar historias de espantos. Va una para los cordobeses: Los que se creyeron eso de que la ciudad “renacería” de sus cenizas con el Juan Martínez Flores, quien será el presidente municipal a partir del primero de enero del 2022, pueden buscar una silla para sentarse a esperar tal quimera. Todo indica que con el morenista vendrán cosas de miedo y para muestra está el departamento de Comunicación Social.
¿Adivinen quiénes lo regenteará y ya está haciendo amarres para colocar a los que allí laborarán y además de tratos con dueños y directos de medios informativos para ver los contratos publicitarios y sus respectivas coimas? ¡Las López! Sí, las hermanas Vania e Itzel López González, famosas por ser parte de la llamada ‘Mafia de los Moches’ que lidera otro cordobés, Aldo Valeriano Zamudio, jefe de prensa del congreso local. Es más, hay la versión de que Itzel López será la titular del área para hacer honor al sello de la casa marrón, el nepotismo, pues su hermana será la síndica.
Como todos saben, Vania López fue incrustada en la planilla de Martínez Flores ocupando la sindicatura y ahora rumbo a la renovación de la comuna su hermana Itzel, hasta ahora funcionaria de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) -Vania laboraba hasta antes de las campañas electorales con Valeriano Zamudio – ya inició las maniobras para los futuros negocios con el presupuesto de Comunicación Social en el Ayuntamiento.
Ella, Itzel, está convocando a quienes serán los futuros funcionarios del área mientras que a los representantes de la prensa -tanto periodistas como directivos y propietarios de empresas – les vende la idea de que junto con su hermana serán las mandamases. Con ellas se deberán de “entender” quienes busquen convenios publicitarios y ‘chayotes’. Los que las han escuchado aseguran que -palabras más, palabras menos- las López presumen que “controlarán al viejito”, en referencia al alcalde electo Martínez Flores, y llevarán la política comunicacional del ayuntamiento.
Claro, las hermanas López González saben de comunicación institucional lo mismo que de física cuántica. Nada. Eso sí, son doctas en la corrupción. Supuestas sobrinas de la esposa del titular de la SEV, Zenyazen Escobar, ellas junto con Aldo Valeriano – también posición del funcionario- crearon medios informativos ‘fantasmas’ para robarse el presupuesto de la dirección de prensa en el congreso local.
Son propietario de entuertos llamados Revista Perfil, Nación Política, CX Noticias, Tsunami Veracruzano y 24 Veracruz que mensualmente reciben casi un millón de pesos en convenios publicitarios. ¿Alguien conoce o ha leído algunos de esos medios informativos? Por supuesto que no porque se trata de meras fachadas, páginas web sin contenido periodístico, esperpentos digitales para justificar el latrocinio.
Además institucionalizaron los ‘moches’ y ‘rasuradas’ a los convenios con las empresas periodísticas formales y hasta a los sobornos que pagan a algunos reporteros que cubren la fuente legislativa. ¡Se embolsan todo lo que pueden! Los colegas jalapeños que acuden al congreso local para realizar su trabajo periodístico resumían al dueto Vania López-Aldo Valeriano como practicantes de la siguiente filosofía: “si puedes robar mucho, porqué conformarte con robar poquito”. Risas.
Y esa misma teoría filosófica la llevarán al ayuntamiento cordobés. Entonces, si algunos se han sorprendido por los enjuagues que hace la señora Martha Marañón, la actual vocera municipal, con las López se quedarán patidifusos. Estas señoritas se robarán hasta el papel higiénico del palacio. ¿Se atreverá Martínez Flores a nombrar a Itzel López como sucesora de Marañón?, ¿a poco no es un cuento de macabras? ¡Buuuuu…!
¡AYYY MIS HIJOS…!
Van otras dos historias de espantajos, aunque dan más risa que miedo. En la primera, un tipo se quejó recientemente en sus redes sociales sobre trato que le da la prensa: “han sido tan cobardes que se esconden para denigrarme, pero aquí sigo siendo, Carón, Gamba, Cazarín, El Boliche y no el diputado, eso para mí pasa hasta lo último”. Así lo escribió casi lagrimeando y con todas las faltas de ortografía posibles y errores sintácticos posibles -en esta cita se le corrigieron algunas cosas, sin alterar el contenido, por respeto al lector-.
En la segunda, hace siete meses -en marzo- otro sujeto del mismo pelo hacía casi lo mismo al decir, también al borde del llanto, en una entrevista que le realizaron en Yanga que: “algunos medios (sic), algunos comunicadores, me comparan con una bola de billar, con la número ocho, porque ustedes saben de qué color es”. Vaya caso, los dos quejosos sufren de lo mismo: el peso de sus acciones y de sus apodos. Y ambos culpan a los periodistas.
El primero es el tuxtleco Javier Gómez Cazarín, diputado local y presidente de la Junta de Coordinación Política, y el segundo es el bajacaliforniano Patrocino Cisneros Burgos, secretario general de Gobierno. Uno y el otro son muy populares -ojo, que no carismáticos, no se confundan- tanto en los espacios de opinión periodística como en los ‘memes’ y los comentarios sarcásticos que se hacen en los merenderos políticos.
Pero no lo son por un desempeño político de excelencia sino precisamente por sus sobrenombres, uno “El Carón”, que es el más conocido aunque también se queja de otros motes poco conocidos por el respetable, pero que también le duelen como “Gamba” y “El Boliche” -risas- y otro, el “Bola 8”. Si alguna persona omite sus nombres de pila y sus apellidos pero se refiere a ellos por esos apodos todos sin excepción sabrán a quiénes se refieren porque así se les ha popularizado.
Sin embargo, los dos quejumbrosos tratan de culpar a los periodistas de esos apodos cuando no fueron ellos los que se los endilgaron. Tampoco sus enemigos políticos ni sus malquerientes de reciente cuña. No, “El Carón” y “Bola 8” son apelativos que les dieron desde el seno familiar y vecinal, los tienen desde pequeños. Uno, Gómez Cazarín, en su natal Hueyapan de Ocampo y el otro, Cisneros Burgos, desde Otatitlán de donde es originario y luego en Baja California donde a vivido casi toda su vida.
Este par de políticos se parecen a La Llorona pues van por ahí gimiendo por lo que arrastran desde hace años. Pero no es que les lastimen en demasía esos apodos sino el lloriqueo es una estrategia para victimizarse a fin de distraer a la opinión pública de lo que realmente causa miedo, su comportamiento carente de ética y moral en los quehaceres públicos que tienen encomendados.
Esas ‘Lloronas’ marrones provocan risa, pero a la vez hacen recordar a otra que en el año 2000 también se lamentaba públicamente por los apodos. Fue el excandidato priista a la Presidencia de la República, Francisco Labastida Ochoa quien acusó a su rival, el panista Vicente Fox por referirse a él con sobrenombres: “me ha llamado chaparro, mariquita, me ha dicho ‘La Vestida’, me ha dicho mandilón”, dijo en el último debate de la campaña electoral.
Y la historia siempre deja lecciones. ¿De qué le sirvió a Labastida plañirse de los apodos? De nada. Al contrario, sirvió para aumentar el regocijo entre los oyentes y fijar con cautín esos sobrenombres en el imaginario colectivo. Así pasará con el par de Lloronas morenistas. ¡ Ayyyyy mis apodosssss…..!”, gritan quejumbrosas en los andares mediáticos.
EL SEMPITERNO ASUSTÓN
No es un zombi, pero se mantiene con vida y además nunca estuvo muerto -políticamente hablando-. Tampoco es una momia resucitada aun cuando algunos de sus malquerientes hacen mofa de su edad. Y no es el antediluviano Matusalén quien vivió 969 años y gobernó las tribus de Israel más de novecientos seguidos. Es el priista Juan Manuel Diez Francos, quien sumará once doce años gobernando Orizaba y trece liderando el cacicazgo político en la misma Pluviosilla.
Apodado “El Emperador”, algo que le agrada de sobremanera, Diez Francos va por su tercer periodo como alcalde. Es el cacique más longevo que está vigente en la actividad pública en el estado, su competidor más cercano es el panista Joaquín Guzmán Avilés que ha sido alcalde de Tantoyuca en tres ocasiones, tiene 61 años y hoy es líder del PAN veracruzano.
Cada vez que Diez Francos se ha postulado a un cargo de representación popular -tres alcaldías y una diputación federal – ha arrasado a sus oponentes. Es bien querido en Orizaba pese a sus modos y sus intolerancias -es clasista a morir, con rasgos severos de racismo, ha mandado a apalear a indígenas, incluyendo mujeres, además de ser ultraconservador y porfirista-.
En sus positivos, logró transformar a la ciudad embelleciéndola, consiguiéndole el título de Pueblo Mágico, dotándola de infraestructura urbana y servicios, incluidos una plaza comercial con tiendas que solo se asientan en grandes urbes -de la cual es dueño, por supuesto porque el tipo tampoco da ‘paso sin huarache’ -y convirtiéndola en un destino turístico nacional.
La semana pasada, la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó su triunfo en la presidencia municipal de Orizaba, algo que ya había hecho el Tribunal Electoral de Veracruz (TEV). A sus 69 años, no es viejo en realidad, será alcalde por tercera ocasión y también está considerado como el principal activo político del Revolucionario Institucional pues es el único que ganó y gobernará una ciudad importante.
Obviamente, muchos lo ven como un virtual candidato para el 2024, cuando tenga 73 años. Diez Francos No será Matusalén pero sí es un sempiterno en el quehacer político estatal y la suya es otra historia para contarse en vísperas del Halloween pues asusta a los morenistas.