Asistimos al inicio de un sexenio, cuyo estreno fue el peor de los imaginados: represión, detenciones arbitrarias y presos políticos. Ese es el principio del gobierno de Enrique Peña Nieto. Los 69 detenidos por las protestas contra la toma de posesión el 1 de diciembre, de los cuales quedaron libres 55, son la representación del regreso del viejo régimen autoritario. Los 14 que permanecen en prisión, una mujer y trece hombres, pasan a ser automáticamente presos políticos. La liberación de parte de los detenidos se debió a falta de pruebas, pero no hubo un “usted disculpe” de parte del gobierno de Miguel Ángel Mancera, tampoco un comunicado ofreciendo un “mea culpa” por los errores. Pero esto no termina aquí. ¿Cómo compensará el Estado los ocho días de arresto de estos inocentes, la tortura, la fabricación de delitos, los excesos? y lo que es peor: ¿Qué delitos nuevos imputará a los 14 para dejarlos en prisión sin el debido proceso? Lo que ha quedado claro en esta última semana es que los arrestados el 1 de diciembre se convirtieron en presos políticos porque fueron detenidos y mantenidos en prisión porque sus ideas y protestas representaron una amenaza para el gobierno peñanietista. Hay más de 20 mil firmas recabadas por Amnistía Internacional para exigir que los gobiernos capitalino y federal, investiguen los abusos policiales, las mentiras, los delitos al utilizar balas de goma prohibidas. Los responsables y sus jefes deben ser detenidos y sometidos a investigación, de lo contrario, la percepción de la ciudadanía seguirá siendo la impunidad. El saldo del exceso policial se exhibe en la pérdida del ojo del joven estudiante de la UACM, José Uriel Sandoval Díaz, y el estado en coma del maestro de teatro Francisco Kuykendall Leal. ¿Dónde están los responsables de estos delitos? Las irregularidades en el arresto y la fabricación de culpables deslegitima todo el proceso, por tanto, los 14 restantes, a quienes se les dictó auto de formal prisión, deben quedar libres de manera inmediata. Más allá de las detenciones, quedó al descubierto la intención del Estado de criminalizar la protesta. El PRI volvió y busca infundar miedo a la gente que pretenda manifestarse contra sus decisiones. Los testimonios, las fotos, los videos caseros y profesionales de las detenciones, dan cuenta de que la policía arrestó gente en el Centro Histórico, Avenida Juárez, Filomeno Mata, Bellas Artes… muy lejos de los disturbios en San Lázaro y los destrozos en propiedad privada. Incluso hubo cercos policiacos para amurallar a los ciudadanos que caminaban por esas calles y arrestarlos, sin deberla ni temerla. Las fotografías y videos también demostraron además que hubo reventadores, es decir, gente infiltrada del propio gobierno para generar la violencia, el caos y posteriormente la justificación de la brutal represión policial. Claramente se ve cómo algunos sujetos vestidos de civil con un guante negro en la mano izquierda están del lado del operativo policial dentro de las vallas y posteriormente se les ve en la calle junto a los manifestantes lanzando cocteles molotov. El uso de paramilitares por parte del PRI es cosa antigua. Hay que recordar que en el operativo militar contra los manifestantes de Tlatelolco en 1968, los integrantes del escuadrón Batallón Olimpia se distinguían por el uso de un guante blanco. Una serie de 38 fotografías muestran a estos sujetos, con porte militar y vestidos de civil, portando armas durante la manifestación y luego en el arresto de cientos de estudiantes. Esta vez, la sección del PRI más siniestro encabezado por Peña Nieto se encargó de crear un nuevo escuadrón paramilitar para llenar estratégicamente de reventadores las manifestaciones pacíficas del grupo de estudiantes “YoSoy132”. El nuevo inquilino de Los Pinos quiere vengarse de quienes lo exhibieron en la Universidad Iberoamericana. Y por tanto, ha dejado caer todo el peso del Estado represor contra el grupo que encabezó una de las protestas más genuinas en torno a la democratización del espectro televisivo y radiofónico y por consiguiente de México. Acusar a los manifestantes del 1 de diciembre de vándalos es caer en un reduccionismo oficialista, que el duopolio televisivo se ha encargado de propagar. El abuso de la palabra vándalo se dio durante toda la semana pasada, como si eso justificara los excesos policiacos, los arrestos ilegales y la existencia de presos políticos. ¿A cuántos de los reventadores paramilitares con el guante negro se les identificó como vándalos? El PRI ha creído que las manifestaciones y protestas funcionan como hace 30 años. Se equivoca. Ahora existen celulares que en un instante pueden captar un nivel de grabación y fotografías para denunciar y exhibir la podredumbre del sistema. También hay una isla de libertad llamada: Internet. Y afortunadamente existen oasis de autonomía en las redes sociales, los blogs y portales de noticias de medios independientes. La acumulación de pruebas gráficas y testimonios, echó abajo la visión de “vándalos” que el PRI gobierno y sus televisoras intentaron imponer. Poco a poco la verdad se fue abriendo camino, hasta que ya no tuvieron más remedio que liberar a los inocentes. Nos faltan 14. Y seguiremos exigiendo su libertad.
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