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EL MINUTERO

Superiberia

LA PEOR DE TODAS

Faltan veinte días para que se acabe la 65 legislatura estatal, una de las más aciagas que ha tenido Veracruz. Es más, hay quienes la etiquetan como la peor de todas en 196 años de la historia parlamentaria de la entidad. En lo negativo ha rebasado las diputaciones durante el decenio 1900-1910, el último y más sangriento tramo de la dictadura de Porfirio Díaz quien ordenó la masacre de obreros en Río Blanco y otras atrocidades sin que los legisladores de aquel tiempo alzaran la voz para defender al pueblo.

En estos cuatro años, temas como la catástrofe humanitaria por la ola de asesinatos, desapariciones forzadas, feminicidios y secuestros ha estado ausente en la tribuna parlamentaria local. Ya no se diga la responsabilidad de las autoridades federales y estatales ante tales calamidades. A la par están las pifias bochornosas en el quehacer legislativo pues van veintidós leyes y modificaciones a textos jurídicos que han sido anulados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) porque eran inconstitucionales.

La composición de este congreso tiene el récord de más leyes hechas con los pies, a puro golpe de ignorancia, aunque no debe extrañar si al frente de la mesa directiva han estado unos auténticos burros al igual que el titular de la Junta de Coordinación Política, el tuxtleco Javier Gómez Cazarín quien ni siquiera tiene estudios comprobados a nivel bachillerato y que no rebuzna porque no se sabe la tonada, diría el clásico. No obstante, el resto de los diputados son peores porque permitieron que los conduzca un analfabeta ¡¡y le han votado todas sus torpezas!!

Ah, y ya no se diga la oposición que literalmente no existió en la legislatura que agoniza. Los pocos representantes de los partidos ajenos al morenismo ni siquiera hicieron uso de la tribuna para hacer una defensa decente de los veracruzanos. Todos, sin excepción, fueron tácitos subsecuentes con el morenismo. Cómo estarán las cosas que hubo más oposición en la propia bancada marrón. Ahí está el caso del diputado medellinense, Magdaleno Rosales quien se colocó durante un tiempo como crítico de sus propios compañeros, aunque el tipo no es, ni por asomo, un dechado de virtudes éticas o políticas.

LOS 8 MÁS ODIOSOS

La presente legislatura hubo una circunstancia muy particular pues la zona centro tuvo ocho diputados, aunque ninguno de ellos hizo algo a favor de los habitantes. Ni los que fueron votados directamente ni los que se beneficiaron con una curul por la vía plurinominal. Si a los ciudadanos se les pregunta si recuerdan alguna ley, gestión de obra pública, programa de gobierno o al menos que llevarán a la tribuna algún tema importante para Córdoba y la región, no tendrán nada que enumerar.

Por los distritos de Córdoba, Orizaba, Huatusco, Ciudad Mendoza y Zongolica fueron electos respectivamente por los ciudadanos Rubén Ríos Uribe (PES-Morena) , Nahúm Álvarez Pellico (Morena), Nora Lagunes Jáuregui (PAN), María Candelas Francisco Doce (PES) y Alexis Sánchez García quien llegó por Movimiento Ciudadano luego se declaró “independiente” pero obedece al morenismo. Los tres plurinominales son Cristina Alarcón Gutiérrez (Morena) originaria de Mariano Escobedo, el fortinense pero que se la vive en Córdoba, Víctor Vargas Barrientos (Morena) y el priista Antonio García Reyes.

Éste último personaje quien fue alcalde de Tenampa se sacó la lotería doblemente pues no fue votado en las urnas ni tampoco era titular de la fórmula plurinominal sino estaba como suplente del dirigente de la CNC estatal, Juan Carlos Molina quien fue asesinado en noviembre del 2019 y entonces se convirtió en legislador. ¿Qué fue lo primero que hizo García Reyes? Ponerse a disposición del morenismo, aunque sigue militando en el tricolor.

Por cierto, la mendocina Francisco Doce dejó botada la curul y en su lugar está una tal Libni Adaelsi Sánchez Nuñez que nadie conoce ni en su terruño, mientras que Álvarez Pellico -el famoso “diputado botella”- pidió licencia unas semanas para competir por la alcaldía de Ixtaczoquitlán, la cual ganó pero ni tardo ni perezoso regresó a la legislatura a fin de cobrar su sueldo hasta el último momento. La panista Lagunes Jáuregui, muy cercana a Morena por medio del tuxtleco Gómez Cazarín del que dicen es su pareja sentimental, se reeligió y será parte de la 66 legislatura que comienza el 4 de noviembre.

El cordobés Ríos Uribe intentó ser candidato a la alcaldía pero lo batearon en su mismo partido. Ahí los habitantes de los Treinta Caballeros se salvaron de que los gobernara un personaje tan analfabeta como este señor al que sus propios compañeros apodan “Burrén”. ¿Y qué hizo por Córdoba Ríos? Nada absolutamente, al contrario fue uno de los que ferozmente defendió el despojo de la Hacienda San Francisco Toxpan, lo mismo que Álvarez Pellico quien preside la Comisión de Hacienda Municipal por medio de la cual se avaló que la alcaldesa Leticia López regalara el patrimonio cultural de la ciudad.

De nada le sirvió a los ciudadanos de la zona centro tener ocho representantes en el parlamento pues éstos resultaron unos holgazanes, improductivos, analfabetas, vividores del erario y hasta caraduras porque durante cuatro años cobraron más de cien mil pesos mensuales sin dar un solo resultado positivo. Vaya, si habláramos en términos peliculescos ellos serían los protagonistas de la versión ‘huehuenche’ de “The Hateful Eight” (“Los Ocho más Odiados”), de Tarantino. Obviamente no porque sean unos ases manejando la pistola sino porque son unos pillos impúdicos.

LA TOUR D’ARGENT

Sigue generando escándalo la cena que tuvo el exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya en el restaurante Hunan de la Ciudad de México donde fue sorprendido y fotografiado por la periodista Lourdes Mendoza. Ahora trascendió que la cuenta que pagaron por los cinco comensales fue de 45 mil pesos -dicen que la mitad correspondió a una botella de vino- y el platillo degustado fue la especialidad de la casa: el Peking Duck o Pato a la Pekín que va acompañado con crepas saladas, cebollines, pepinos y salsa de ciruela.

Es un sitio caro no solo al equipararse con el poder adquisitivo de las mayoría de los mexicanos sino también comparado con otros restaurantes de alta cocina en el mundo. Por ejemplo, en París el restaurante más famoso por esa misma especialidad, el pato, es la Tour d’Argent o Torre de Plata ubicado en barrio 5 donde el cubierto llega a costar 350 euros, es decir 8 mil 200 pesos mexicanos.

Claro no es lo mismo comer en Paseo de la Reforma que al lado del rio Sena en un sitio que tiene 439 años de antigüedad y donde solía acudir la nobleza gala desde la Edad Media. La leyenda cuenta que uno de los clientes más asiduos era el rey Enrique IV, conocido como ‘Le bon roi’ o “El rey bueno”, uno de los monarcas más amados pues se preocupó por el bienestar de la población. Fue famoso por usar parte del tesoro real para regalar cada domingo un pollo a las familias campesinas. Si el comía pato en la Tour d’Argent, lo mínimo era que sus súbditos también degustaran ‘un poulet’ de vez en cuando.

De ahí la desproporción de precios entre el Hunan y la Tour d’Argent aunque es típico en América Latina que haya sobreprecio en todo lo que suene rimbombante dada la llamada cultura de “los nuevos ricos” que pagan no por la gastronomía de excelencia o la calidad de los productos sino por la apariencia. Un profesor de Rodez que hace unos cuatro años hizo una estancia en México platicaba divertido una anécdota en cuanto a los quesos.

Cuenta que extrañaba el roquefort y acudió a una tienda “especializada” en quesos franceses y se llevó un chasco porque el producto que vendían a más del doble de lo que cuesta en Francia era queso descompuesto, pestilente de verdad. El roquefort o queso azul tiene uno de los aromas más intensos pero no generado por la descomposición sino por el hongo Penicillum roqueforti que le da el nombre y los tonos entre verduscos y azulados. Y para consumirlo hay que educar el paladar, así de simple.

“Vendían queso descompuesto, la gente lo compraba, ¡y se lo comía!”, relató entre risillas el maestro quien reclamó a los encargados de la tienda y estos le refutaron, pero no contaban con que su familia vive en la región de Aveyron, la tierra de origen del roquefort, y sus abuelos desde hace décadas fabrican artesanalmente dicho manjar. Un kilogramo de roquefort en Francia oscila entre los 15 y 20 euros, entre 350 y 470 pesos, en su categoría estándar y en dicha tienda lo vendían en casi mil pesos. En México y en muchas partes de Latinoamérica no se paga por lo exquisito sino por la ostentación basada en la ignorancia.

Tal sería el caso de Hunan y su famoso Peking Duck que se comió el delincuentazo Lozoya, aunque el tipo se ha paseado por el mundo y tiene dinero suficiente para pagar eso y más. Tan solo por los sobornos que recibió de la empresa brasileña Odebrecht tiene en sus cuentas bancarias 10 millones de dólares. Entonces, esos 45 mil pesos pagados por la cena en el Hunan es como ‘quitarle un pelo al gato’. Lo mismo para sus acompañantes, una de ellas Doris Beckmann, heredera del emporio alcoholero que fabrica el Tequila Cuervo.

En la Tour d’Argent hay dos platos de la casa: el Caneton Frédéric Delair – ‘canard’ es pato y ‘caneton’ es un pato joven no mayor de seis meses porque tiene que ser una carne muy tierna- que es ofrece rostizado y se acompaña con papas souflées o infladas y ‘salsa de sangre’ preparada a base de hígado de liebre -y por eso también se le llama Canard au Sang o Pato a la Sangre-, morcilla y salsa bearnesa. Si se pide solo el platillo principal -sin entradas ni postre- el cubierto cuesta 150 euros -3 mil 500 pesos- pero se sirve para dos personas, entonces son 300 euros, unos 7 mil pesos mexicanos.

La segunda especialidad es el Caneton Chandallais que lleva como guarnición higos rostizados, apio rallado y macerado con aceite de nuez, setas asadas y salsa Mac-Arthur, otra creación de los chefs del lugar hecha con el hígado del mismo pato y vino tinto. Este es un poco más barato pues cuesta 105 euros el cubierto, unos 2 mil 500 pesos.

Los camareros realizan un ritual a los comensales que consiste en llevarles hasta la mesa, luego de que han ordenado el platillo, el collar que portaba el ave en una pequeña charola de plata para que comprueben -algunos, sobre todo los turistas, se llevan el collar como ‘souvenir’ y para presumir que comieron allí- que el pato que les cocinarán está registrado y tiene la denominación de origen de Challans.

Esta es una comuna del País de la Loira, una región al oeste francés, donde se crían al aire libre los patos bajo estricta supervisión de su calidad que se consumen en la Tour d’Argent. Por cierto, allí una taza de café está en 12 euros, 280 pesos. Vaya historia gastronómica que sirve para ilustrar y comparar los excesos de algunos en México. Sin que fuera la Tour d’Argent, Lozoya pagó un monto equivalente a casi 2 mil euros en el Hunan.

*Envoyé depuis Paris, France.

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