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ara nadie es un secreto que la 4T y su partido alucinan a Miguel Ángel Mancera, a quien acusan de haberse vendido al régimen priista el sexenio pasado y dar la espalda a quienes lo llevaron a la Jefatura de Gobierno.
El canciller Marcelo Ebrard y el líder moreno, Mario Delgado, son dos de los que más ganas traen de abollarle la sonrisa, pues aseguran que los traicionó al hacer público el cochinero que se hizo con la construcción de la Línea 12 del Metro, pero no son los únicos.
Por eso muchos se preguntan cómo es posible que, si tanto odio despierta Mancera en la 4T, no le hayan fincado ninguna responsabilidad para sustentar todo lo que declaran en medios, como la corrupción inmobiliaria que se vivió en su sexenio, por ejemplo.
O el sucio manejo de la nómina gubernamental de la ciudad, en beneficio de sus aliados políticos y colaboradores cercanos. O sea, lo acusan de encabezar el régimen más corrupto desde que la izquierda gobierna la capital, pero no, nadie lo denuncia formalmente.
Los morenos le pelan los dientes, eso sí, pero de ahí no pasan. Por qué no se atreven a tocarlo, si tienen bajo su control a los gobiernos federal y local, con sus respectivas fiscalías.
La razón de que el senador perredista no sufre ni se acongoja con los gruñidos morenistas, a pesar de que el propio Ebrard quería inculparlo por —supuestamente— haber sobrecargado las trabes de la Línea 12 cuando las reforzó, es que le sabe varios secretitos a la 4T.
No hay que olvidar que primero fue procurador de Justicia del Distrito Federal con el mismo Marcelo, y después, como jefe de Gobierno, montó un centro de espionaje, con el que pudo armar varios archivos de sus
adversarios.
Es lógico que Mancera conozca las debilidades de sus hoy rivales, por la sencilla razón de que todos provienen de las mismas mazmorras de la política que él; o sea, de la misma
canasta.
Si quieren ir sobre él, se exponen a que los archivos, que seguramente tiene a buen resguardo, salgan a la luz pública. Ni modo que a través de las miles de cámaras del C-5 no haya filmado a nadie.
O que el centro de espionaje que instaló en la zona centro de la ciudad no se hayan grabado infinidad de conversaciones o mensajes privados. Ese centro fue descubierto por el gobierno de Sheinbaum, pero cuando llegaron sólo encontraron el cascarón.
Es decir, los archivos y los discos duros de las computadoras, que seguramente almacenaban toda la información recabada, habían desaparecido y en la 4T no están muy seguros ni del contenido y mucho menos del paradero de ese material.
Qué tal si alguno o algunos de sus compañeros en el Senado tiene copia, pues no hay que olvidar que Mancera fue uña y mugre con el priista Miguel Ángel Osorio Chong, extitular de Segob, por ejemplo.
Así que podrán tocar a algunos de sus ex colaboradores, pero no se atreven a ir por él o por su círculo más
cercano.
• CENTAVITOS
La cruzada de la 4T por recuperar la ciudad, perdida en junio pasado, va en serio, y el Presidente volverá a gastar suela en calles de la Ciudad de México, acompañando a la jefa de Gobierno a una gira por tres alcaldías, que se sumará a la de la semana pasada en Xochimilco. Esta vez irá a Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Tláhuac, lo que resulta interesante porque en esta última ocurrió en mayo pasado la tragedia de Línea 12 del Metro. Está bien que el Presidente recorra la ciudad que algún día gobernó, ¿pero por qué sólo visita alcaldías gobernadas por Morena?