- El motivo principal es haber retirado las tropas estadounidenses en Afganistán.
Agencia
NUEVA YORK.- El mejor retrato del momento que vive Joe Biden lo ofreció el propio presidente de EU el jueves pasado. Comparecía en la Casa Blanca horas después del atentado terrorista en las afueras del aeropuerto Kabul, que había dejado casi 200 víctimas. Trece de ellas, soldados estadounidenses. En un momento de las preguntas de los periodistas, Biden, que parecía superado por los acontecimientos, hundía la cabeza desde su atril. Los fotógrafos dispararon ráfagas para captar el momento. Nunca se había visto tan baja la cabeza del presidente, en la imagen que mejor explica el momento político que vive Biden.
La salida de Afganistán es una decisión muy popular -todos los presidentes desde George W. Bush habían prometido el regreso de las tropas- que Biden decidió llevar hasta el final a pesar de que sabía que era un campo de minas. En abril, cuando el presidente anunció que iría adelante con el acuerdo que su antecesor, Donald Trump, firmó con los talibanes para retirar al Ejército -con un retraso de varios meses-, la noticia fue bien acogida. La ejecución de la retirada, con una evacuación caótica rematada -de momento- con la pérdida de vidas estadounidenses, se ha convertido en la peor pesadilla para Biden.
El reflejo está en las encuestas. La aprobación de su gestión se ha desplomado este verano. A finales de mayo, según el acumulado de sondeos de FiveThirtyEight, Biden tenía un colchón de casi 15 puntos entre quienes veían con buenos ojos su gestión (54,7%) y los que la desaprobaban (40,2%). A finales del mes pasado, esa distancia era todavía de 10 puntos. Las cosas iban bien para el presidente, lo que se transmitía con un alto optimismo entre la ciudadanía: en una encuesta de NPR y PBS, también de julio, el 47% de los estadounidenses decían que el país iba en la dirección correcta. Era el número más alto desde 2009, después de la elección de Barack Obama.
Todo se ha torcido en las últimas semanas, con el caos de la salida de Afganistán. La aprobación de Biden está en el 47,2%, el punto más bajo de su presidencia. El número de estadounidenses que suspenden a Biden (46,9%) está a punto de ser superior a los que le aprueban. En las próximas semanas, es probable que solo empeore: esas encuestas todavía no incluyen el impacto del atentado y los soldados muertos. Queda, además, mucha tensión y la posibilidad de más violencia en los tres días que restan para el final de la misión de evacuación, que debe concluir el próximo martes 31 de agosto. Luego habrá por delante un proceso largo de gestión y acogida de decenas de miles de afganos en territorio de EU, con potencial para convertirse en un quebradero de cabeza de cabeza constante para Biden.
Pero Afganistán no es la única razón del mal momento de Biden. Su principal carta electoral fue ofrecer una gestión efectiva de la pandemia. Las expectativas de una salida pronta de la crisis con la vacuna no se han cumplido: Biden no ha sido capaz de llegar a sus propios objetivos de vacunación y el impacto de la variante Delta ha provocado una nueva oleada con contagios en los mismos niveles que el invierno pasado y con las UCI de algunos estados saturadas.
El presidente buscaba llegar a este otoño con la pandemia bajo control y con la victoria de una salida limpia de Afganistán. Todo lo contrario: acabará el verano en crisis, entre peticiones de dimisión, desencanto de sus votantes y con la amenaza de unas elecciones legislativas el año que viene en las que los demócratas se juegan sus mayorías en el Congreso y él la capacidad de ejecutar su agenda.
Con información de abc.es