PRESUNTOS CULPABLES
En el México kafkiano que se vive con la llamada “cuarta transformación” el resultado de la consulta popular realizada ayer domingo arrojó culpables diferentes a los que se enfocó dicho sondeo. Sí, los acusados no son los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto sino el Instituto Nacional Electoral (INE), la “derecha”, los “conservadores” y la prensa.
De acuerdo con el discurso presidencial, de los funcionarios federales y estatales, de los gobernadores y legisladores marrones y de los líderes, operadores y voceros del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) el INE es el culpable del fracaso de la consulta popular y en su conspiración para que no prosperará tuvo como aliados a periodistas, intelectuales, académicos, representantes religiosos y demás que consideraron una farsa dicho ejercicio. No obstante, de todos, el INE es el diablo mayor y contra éste se enfocan las baterías.
Al instituto le quieren cargar la culpa de que la gente despreciara el referendo, distorsionado desde el inicio con una pregunta inteligible y con una propaganda desde el régimen gubernamental engañosa porque se quiso hacer pasar como un mandato para juzgar a los expresidentes, cuando sus nombres ni siquiera aparecieron en la boleta a cruzar. Ya no se diga lo que se ha machacado con insistencia, que la ley no se pregunta sino se aplica.
A espera de la cifra de participantes y el porcentaje frente al padrón electoral del país que seguramente se conocerán en las próximas horas, todo apunta a un fracaso total, pues no alcanzarían los 37.4 millones de votos que se requieren para hacerla vinculante. Las mesas de recepción lucieron vacías en todo el país, algo que ya se esperaba, aunque desde el viernes y el sábado, en las vísperas, el régimen modificó su arenga y comenzó a adelantar culpables del descalabro.
Es más, el propio dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, anticipando el malogro anunció que desde el Congreso de la Unión buscarán crear una “comisión de la verdad” para documentar las gestiones de los expresidentes aunque no se alcance la cifra para la vinculación legal del resultado. Es decir, basta que gane el “SI” aunque hayan votado unos cuantos. ¿Por qué gastarse más de 500 millones de pesos en una consulta inservible cuando se pudo crear desde el inicio dicha “comisión de la verdad”? La maroma del líder morenista es lastimosa.
El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, impulsor del referendo, pero quien aseguraba que no votaría o lo haría en contra, al ver que se avecinaba el fracaso rompió la veda que como funcionario le impone la legislación y el sábado llamó a acudir pues “la democracia no puede fracasar”. Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, se sumó al tiroteo contra el INE acusándolo de que no pudo votar porque “no hay casillas especiales”. Claro, legalmente no se ordenó la instalación de este tipo de mesas para personas en tránsito.
Aún así, la esposa del mandatario usó el tema para señalar al INE, aunque los comisionados le aclararon que la casilla que le corresponde está cerca del palacio nacional, donde tiene su domicilio, en la Ciudad de México y allí la esperaba una papeleta para que opinara. Obvio, la declaración -vía Twitter- de la señora Gutiérrez no fue por el conflicto legal u operacional del ejercicio sino para arremeter contra el instituto organizador.
En Veracruz, el gobernante en turno, Cuitláhuac García se quejó de que en 30 municipios no se instalaron casillas para opinar y también se lanzó contra el INE, aunque no explicó que en los 182 municipios donde sí hubo mesas de recepción éstas estuvieron desiertas y el fracaso fue estrepitoso a pesar del acarreo realizado por los Siervos de la Nación, alcaldes y diputados de Morena y los funcionarios estatales. ¿Dónde quedaron los 30 millones de mexicanos que votaron a López Obrador en el 2018 o el millón 600 que lo hicieron por García Jiménez? Parece que la burbuja ya se reventó.
Y en este contexto no hay que pasar por alto la postura de la Iglesia Católica que se ha mostrado especialmente crítica con la famosa consulta popular, no por el ejercicio de la democracia participativa sino por el trato maniqueo que le dio el presidente López Obrador y su partido gobernante. La Arquidiócesis de Xalapa fue dura contra el plebiscito al que señala de “farsa y tomadura de pelo”.
“Existen asuntos verdaderamente importantes desde ella gente si le interesaría opinar. Pero ahí no vale lo que desearía la gente porque simplemente se impone una posición ‘llueve, truene o relampagueé’. Pareciera que nos encontramos ante una postura caprichosa y obsesiva. Si alguien cometió un delito y se le comprueba, debe enfrentar la ley. La justicia no se consulta, se aplica. Es una irresponsabilidad tirar tantos millones de pesos, engañando a la gente y explotando el rencor social”, fustiga el comunicado dominical firmado por el vocero diocesano, José Manuel Suazo Reyes.
LA MECA NARCA
La liberación ilegal de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del fundador del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, en octubre del 2019, marcó para siempre la gestión del tabasqueño López Obrador y no solo en el sentido anecdótico o mediático ya que si sus sucesores deciden enjuiciarlo por beneficiar al crimen organizado con ese solo acto tienen para llevarlo ante los tribunales. Lo mismo si el gobierno de Estados Unidos procede en su contra por beneficiar a uno de los capos más buscados.
Sin embargo, colmado de poder y soberbia como actualmente está, López Obrador apuesta la fama de su gestión y la suya propia por la familia Guzmán, y el fin de semana nuevamente estuvo en Badiraguato, la tierra natal de los Guzmán y de otros señores de la droga. El pretexto fue ir a supervisar una obra carretera, pero una visita presidencial siempre es simbólica y mensajera, y el recado es entendible: hizo la peregrinación a la Meca del narcotráfico.
Badiraguato, Sinaloa es un sitio ‘sacrosanto’ para la élite mafiosa, unlugar de culto por haber parido a uno de los monstruos más sanguinarios,Guzmán Loera. Y hasta allí fue en peregrinaje López Obrador. La agenda presidencial reportó “agenda privada” en algunos momentos de dicha gira lo que abona más a la especulación.
Ya el año pasado, cuando estuvo en el mismo lugar, el tabasqueño tuvo un encuentro afectuoso con la madre de “El Chapo” Guzmán a la que no duda en ofrecerle el saludo de mano mientras se lo que le niega a las madres de los niños enfermos de cáncer, las que han perdido algún hijo por la violencia -parte de esa generada por narcotraficante citado- o a las que les arrebataron sus hijas víctimas de feminicidio.
Está vez no pudo hacer lo mismo -saludarla de mano- porque la señora está enferma de Covid-19 según reportes de prensa, pero su presencia tuvo un nuevo agregado ya que el operador del recorrido por Badiraguato es Rubén Rocha Moya, gobernador electo de Sinaloa, quien es originario de Badiraguato o sea paisano de El Chapo y de otros narcotraficantes. Es el mediador, en enlace entre la “cuarta transformación” y los cárteles del crimen organizado.
Son muchos los señalamientos de que en Sinaloa hubo un “pacto narco” entre el morenismo y el ahora llamado Cártel del Pacífico para que Rocha Moya se hiciera de la gubernatura el 6 de junio y que durante el proceso electoral operó el crimen organizado como generador de votos. Por eso los analistas más puntillosos afirman que el tabasqueño va a Sinaloa a refrendar ese acuerdo, y los más laxos o incluso los progobiernistas coinciden en que no era necesaria tal peregrinación a la Meca Narca. Que los lectores saquen sus conclusiones.
ROJO AMANECER
El mes de agosto inicia con la llama pandémica quemando al estado: de los 212 municipios veracruzanos 50 están en ‘semáforo rojo’, es decir con riesgo extremo por el Coronavirus, y 148 en alertamiento naranja, riesgo muy alto. Solo una localidad, Cerro Azul, al norte de la entidad, está en color verde -sin riesgo- y 13 en amarillo. En rojo están Córdoba, Orizaba, Fortín de las Flores e Ixtaczoquitlán en la zona centro, lo que significa qu eson focos de contagio imparable de acuerdo al reporte de la Secretaría de Salud.
También en la zona centro hay 53 municipios en alertamiento naranja entre los que destacan -por su población y por ser nodos urbanos que conectan e infectan a otros cercanos-Amatlán de los Reyes, Atoyac, Ciudad Mendoza, Coscomatepec, Huatusco, Omealca, Nogales, Río Blanco, Yanga y Zongolica. Hay un ‘rojo amanecer’ del mes, arden el estado y la región con flamazos pandémicos.
Claro, tanto en la región centro como en el resto del estado el crecimiento exponencial de la peste es resultado de las pachangas más recientes. En Xico y Coetzala, las fiestas patronales en honro a María Magdalena, en Tehuipango la feria municipal, en Orizaba los bailes de Igor Rojí en el Poliforum “Mier y Pesado”, en Catemaco los festejos a la Virgen del Carmen, en Boca del Río los conciertos organizados en el WTC por el gobierno estatal y en el puerto de Veracruz las parrandas en el centro histórico organizadas por el alcalde Fernando Yunes, solo por citar algunas imprudencias a botepronto.
Lo mismo con la sumatoria necrológica porque según el reporte de los Servicios de -Salud respecto al último día de julio, el sábado, se alcanzaron 10 mil 604 defunciones y un acumulado de 80 mil 049 casos totales de infección. De éstos últimos hay 5 mil 350 activos, es decir personas que actualmente están convaleciendo por el contagio pandémico. Claro, eso en los números oficiales pero si lo multiplicamos por el “factor 3.8” que es el estimado del subregistro, entonces en realidad se tendrían 40 mil 295 decesos y 304 mil casos positivos.
Lo más contradictorio del asunto es por qué si el estado hierve en enfermos y muertos por la Covid-19 no se aplican medidas sanitarias extremas para detener la ola pandémica como se haría en cualquier parte del mundo. ¿Por qué se ven restaurantes, plazas comerciales, el transporte público y privado, comercios, misas y fiestas a ‘reventar’ con gente sin mascarilla y sin guardar distancia prudente? En Veracruz hay una extraña fascinación por la muerte.