Por José Sierra Silva
Un poco de historia de este nuestro México violento. Esta semana nos han saturado de escandalosas detenciones de célebres ciudadanos, destapando una cloaca tan grande como los hoyos del bulevar Córdoba-Fortín.
Pues es así que ayer se presentaron las máximas autoridades del Gobierno estatal, la Marina y Arturo Bermúdez, para informar con voz, dura y firme que en la zona Centro del estado habrá mano dura contra la delincuencia organizada, y a la voz de: caiga, quien caiga, se seguirán realizando operativos como los que se han estado haciendo, y se pidió calma a la ciudadanía y confianza en las instituciones que están llevando a cabo estos operativos.
Esperemos que esto no resulte una cortina de humo como los operativos de Tránsito municipal, que se llevaron a cabo con pantallas gigantes, y múltiples detenciones, pero cuando vemos el estado financiero donde se debería ver reflejado todo esto, la triste realidad es que sólo entraron 144 mil 348 pesos, por multas de Tránsito, entonces “costó más caro el caldo que las albóndigas”. Pues la renta de las pantallas, y todo el operativo no arroja saldo positivo ni en lo económico.
Historias de violencia de grandes caudillos, muchos en el olvido como el famoso “Carnicero” Rodolfo Fierro, alias el “Gatillero” y brazo derecho del célebre Centauro del Norte, conocido como un hombre frío, sin miedo a matar, tanto que en una ocasión, le quitó la vida a 300 personas una por una y de propia mano.
Nacido en El Fuerte, Sinaloa, en 1880, Rodolfo Fierro fue el lugarteniente de mayor confianza de Pancho Villa, su gatillero y brazo ejecutor.
Sabía apretar el gatillo por obligación, pero lo disfrutaba más cuando disparaba por gusto, por placer.
Fierro al estallar la revolución constitucionalista contra Victoriano Huerta, militaba en las filas de Tomás Urbina, otro de los generales Villistas. Había sido garrotero y ferrocarrilero, a Villa le llamó la atención el valor y la audacia de Fierro. Supo de inmediato que era un hombre temerario hasta la locura, no temía morir, por eso se le facilitaba matar, era despiadado y su lealtad era incuestionable.
Se conocieron en septiembre de 1913 cuando los jefes militares de las regiones de La Laguna, Durango y Chihuahua se reunieron en la Hacienda de la Loma, en Durango, y votaron para entregarle el mando de la División del Norte a Pancho Villa.
El lugarteniente se solazaba ejecutando prisioneros con sus propias manos. Con motivos, por una discusion, por un capricho, por una borrachera, cualquier circunstancia la resolvía Fierro con una bala. Villa lo tenía a su lado para misiones especiales las que sólo un desquiciado pudiera cumplir, o bien para no tener que ensuciarse las manos. No hubo batalla en la última etapa de la revolución contra Huerta en la que el sanguinario lugarteniente de Villa no estuviera presente. Participó en las tomas de Torreón, San Pedro, de las colonias Paredón, y Zacatecas.
Pero su talento asesino contrastó con su ineptitud, y falta de pericia para la estrategia militar. En 1915 Villa le entregó el mando de tropas y Fierro le devolvió varias derrotas que se fueron sumando a la destrucción total de la Division del Norte a manos de Àlvaro Obregón.
Fierro fue responsable de la muerte del inglés William Benton, con la venia de Villa, sin saber que eso provocaría un escándalo internacional. Tampoco tuvo empacho en liquidar a su viejo amigo Tomás Urbina, compadre del Centauro, y por instrucciones del mismo Villa.
Sin embargo, cuando sobrevinieron las batallas del Bajío en el mismo año, en las cuales Obregón despedazó a la División del Norte, reduciéndolas a simples guerrillas que fueron erradicadas, comenzó la desbandada y muchos de sus hombres de confianza abandonaron a Villa, no fue el caso de Fierro, Villa le ordenó retirarse hacia el Norte para reorganizarse en el camino cerca de Casas Grandes; en Chihuahua tropezaron con la Laguna de Guzmán, donde al querer atravesar la laguna a galope con el peso de la montura, el caballo se enredó con la vegetación propia de la Laguna, por lo que jinete y caballo se hundieron sin que sus hombres pudieran hacer nada. Fierro se ahogó y su cuerpo jamás fue recuperado.
Un rebelde que es uno de mis favoritos en esta historia de nuestro país tan llena de héroes y asesinos, como de caudillos cobardes y valientes.
Rodolfo Fierro una historia poco contada, pero digna de estos tiempos donde la violencia se recrudece con el diario vivir, y las soluciones a los problemas de inseguridad, y delincuencia organizada se ven cada vez más lejos de resolverse.
Así transcurre esta semana de mano dura y un poco de historia de la rebeldía de aquellos años con Rodolfo Fierro “El Carnicero”, así lo veo yo desde las gradas y ud.? pepejets@hotmail.com