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El minutero

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EL CISNE CORDOBÉS

 En un México y un Veracruz tan llenos de malas noticias, las buenas nuevas son una bocanada de aire fresco. Así, la hazaña lograda por la joven cordobesa Paulina Guraieb Abella, al convertirse en la primera extranjera y primera mujer en ganar la medalla de oro y el Grand Prix del XII Concurso Internacional para Estudiantes de Ballet que se realizó en Cuba, es un sello de honra para el país y sobre todo para Córdoba.

 A decir de los jueces, la técnica precisa, la musicalidad, la actitud en escena y la elegancia de los giros al interpretar las clásicas “La Esclava y el Mercader”, “Cisne Negro” y “Odalisca de Corsario”, no solo hicieron que el público reunido en el Teatro Nacional de La Habana le aplaudiera de pie sino que catapultaron a Paulina a conquistar el galardón más alto, el Gran Premio, convirtiéndola en la primera extranjera –orgullosamente mexicana- que lo logra y rompiendo la zaga de que el galardón fuera para bailarines varones.

 Tal proeza no fue fortuita sino fruto de muchos años de dedicación a la danza clásica, bajo la formación de la maestra, Adria Velázquez, de origen cubano – otra de sus alumnas, Ivana Bueno, mexicana también, ganó la medalla de oro en la categoría juvenil en el mismo concurso cubano-. También es la segunda ocasión en que la cordobesa Paulina Guraieb obtiene un Grand Prix pues a los diez años ganó el premio Hope Award 2007 en Nueva York además de que en su haber están dos medallas doradas del Concurso Internacional de Danza de Expresión en Florencia, Italia.

 Lo que viene también para Paulina son las conocidas como Olimpiadas de Ballet que se realizarán en junio próximo en Jackson, Mississippi, Estados Unidos ya que fue la única mexicana seleccionada para competir con otras 108 bailarinas, provenientes de 22 países, que acudirán a la justa dancística denominada USA International Ballet Competition. Sin duda lo logrado por Paulina Guraieb Abella pone en alto el nombre de México. Enhorabuena para el cisne cordobés, timbre de orgullo para todos, y una felicitación para sus padres, Paulina Abella y Carlos Guraieb, que han apuntalado su talento y hoy pueden presumir, orgullosos, de que su hija hizo historia.

 

DÍA DE PROTESTA

 Mañana jueves es el Día Internacional del Trabajo, celebración que está más que deslucida y sin sentido en México pues si originalmente la fecha era para festinar los derechos laborales conquistados durante muchas décadas, desde los incipientes postulados de la Revolución hasta el surgimiento de las grandes centrales obreras, ahora se ocupa para protestar por los abusos de los patrones y repudiar la política económica implementada en los últimos treinta años por los gobiernos en turno, la cual ha llevado a la clase trabajadora a condiciones de miseria.

 Con el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder presidencial, los trabajadores recibieron el revés más grande de los últimos tiempos pues a finales del 2012, en vísperas de la asunción del copetón Enrique Peña Nieto, el tricolor en acuerdo con Acción Nacional y otros partidos satélites aprobaron la famosa reforma laboral que alteró la Ley Federal del Trabajo, texto que históricamente habían protegido al obrero, para descenderlo al estatus de un peón en los tiempos del porfiriato. Todo lo echaron por la borda esa riada de traidores.

 Ojo, no hay que olvidar que los senadores veracruzanos Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y Fernando Yunez Márquez son de esos felones que alzaron la mano contra los trabajadores, al igual que los diputados federales del PAN –entre ellos la cordobesa Leticia López Landero y su hermano Tomás que regentea la diputación por Zongolica-. Se ha dicho y se repite: no hay que olvidar sus nombres de la memoria colectiva porque si hoy los trabajadores veracruzanos padecen precariedad e indefensión jurídica se lo deben a ellos, a los tres Yunes y al resto de legisladores federales. 

A consecuencia de la reforma laboral, hoy al empleado se le contrata por horas y éstas pueden ser pagadas hasta en 8 pesos, es decir que hay quienes reciben 64 pesos al día. Además puede ser contratado con “horarios flexibles” o sea por unas horas y entonces si solo le dan trabajo solo tres horas, el empleado está percibiendo 24 pesos al día. Por si fuera poco, el patrón tiene la ley a su favor para aplicar los contratos de prueba y capacitación, explotando a los trabajadores hasta seis meses y después despedirlos sin que medie una obligación para indemnizarlos. Ya después contratará otros empleados por otros seis meses y repetirá la dosis, y así hasta la consumación de los siglos.

 También se ponderó la figura del “outsourcing”, otra estratagema para evadir obligaciones con los trabajadores y solo establecer contratos comerciales con terceras empresas que son las reclutadoras de la mano de obra. Si un obrero se accidenta, se enferma o perece a causa de su trabajo, el patrón no tiene obligación de responder ante las autoridades para asistir al empleado. Se acabó la antigüedad laboral y los derechos a pensiones de cesantia, de viaudez o incapacidad. La terminación de la relación laboral ya no se notifica directamente al trabajador sino que el patrón lo hace por escrito a las juntas laborales y éstas le avisan –con toda la burocracia que las hace famosas- al susodicho que ya está en las estadísticas del desempleo.

  Además de entregarle poder de abuso a los patrones, la reforma laboral perpetuó el imperio de los líderes charros en sindicatos. Ya no existe el voto secreto y libre para elegir a los dirigentes gremiales ni obligación para que estos rindan cuentas sobre las cuotas que descuentan a los obreros o de los apoyos recibidos por el gobierno. De tal suerte que apalearon al obrero y ensalzaron al patrón, el mundo aleves. Y a dos años de esos cambios laborales ¿algún trabajador puede decirse beneficiado por la dichosa reforma?, ¿dónde están los miles de empleos que generaría?, ¿ya aumentaron los salarios y se mejoró el poder de compra de los obreros? Si la respuesta es ninguno o no, entonces está develada la mentira que pregonaron los traidores para justificar la tarascada contra la clase trabajadora.

 El segundo golpe mortal para los asalariados se dio con la reforma educativa aprobada el año pasado, la cual en breve ocasionará miles de despidos entre los maestros y los que logren quedarse con una plaza carecerán de seguridad de permanencia y de capacidad de defensa jurídica. Sus conquistas laborales también las hicieron humo los mismos legisladores desleales que se coludieron con el copetón Peña Nieto y con los grupos de poder económico.

 En pocas palabras, este Primero de Mayo no se tiene mucho que celebrar pero si mucho que protestar. Los traidores se regodean, los tiranos se abrazan y los explotadores se ríen a carcajadas ante la porqueriza que hicieron y ante ese extremo de cinismo no queda otra salida que salir a las calles y tomar las plazas públicas.

 

UNO DE DOS

 Oficialmente la Iglesia Católica tiene dos santos que fueron canonizados el domingo pasado por el papa en turno, Francisco. Sin embargo, espiritualmente uno si es santo y al otro lo metieron a fuerza en los altares. El primero es Juan XXIII, quien gobernó la llamada “barca imperfecta” solo cinco años –de 1958 a 1963- pero que en ese tiempo la transformó, al darle un soplo de apertura con el Concilio Vaticano II en 1959, al que convocó en 1959 y que fue un parte-aguas pues permitió llevar el evangelio a todos y ver a Cristo en los más pobres. Pautas vaticanas para regresar a la doctrina original de Jesucristo, pues.

 A Juan XXIII lo llamaron “El Papa bueno” y tenían razón porque era un hombre justo, es decir: santo, y además porque sustituyó a uno de los que protagonizaron uno de los papados más cuestionados, Pio XII, también llamado “El Papa de Hitler”, quien guardó silencio ante las atrocidades del Nazismo y permitió que obispos alemanes juraran lealtad y hasta hicieran el saludo fascista ante Adolfo Hitler, alzando la mano derecha y gritando “¡Heil Führer!” (¡Salve Hitler!).

 El segundo “santo”, Juan Pablo II, lo es solo de titulo pues aunque fue un pontífice mediático y viajaba por todo el mundo, arrastró un rosario de agravios contra el cielo. Desde la protección de sacerdotes pederastas, uno de ellos el mexicano Marcial Maciel dueño de la orden Legionarios de Cristo, hasta la persecución de religiosos afines a la Teología de la Liberación (la Iglesia de los Pobres) a quienes acusó de comunistas, los expulsó, los hostigó y los abandonó a su suerte. El polaco fue amigo de dictadores sanguinarios a quien bendijo cuando estaban en el poder, entre ellos el chileno Augusto Pinochet.

 Nunca habló a favor de los asesinados ni desaparecidos en los tiempos oscuros de esos tiranos de América Latina. Guardó silencio ominoso mientras los lobos devoraban las ovejas. Una magnifico recuento de esos agravios lo hace el periodista argentino, corresponsal en Francia del diario bonaerense Página 12, Eduardo Febbro en su artículo denominado “La historia negra de Juan Pablo II, encubridor de pedófilos, canonizado junto a Juan XXIII” ( http://www.jornada.unam.mx/2014/04/28/politica/005a1pol).

 Fue al estilo mexicano-panista, “haiga sido como haiga sido” pero Juan Pablo II ya es santo. Los internautas que no perdonan ni las cosas divinas, ya lo bautizaron como “El santo patrono de los pederastas”, y a él le podrán rezar todos los padrecitos abusadores de menores como Rafael Muñíz de Xalapa, quien se hacía llamar El Lobo Siberiano en las redes sociales donde distribuía pornografía infantil. Por supuesto, también le podrán encender veladoras otros devocionarios involucrados en esos asuntos bochornosos.

 Entre ellos Fernando Pereda, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), quien fue ferviente abogado del Lobo Siberiano, hoy prófugo de la justicia, la exdiputada local Karime Aguilera, actualmente directora de Desarrollo Urbano de la Sedesol estatal, amiga del mismo Lobo y presidenta de su club de fans y el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, quien lo protegió y facilitó la huida de la justicia. ¡Ave María Purísima!

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