Es la economía, estúpido.
Con esta simple idea sintetizó la campaña de Bill Clinton, la principal fuente de problemas y preocupaciones de la sociedad estadunidense que sale y vota.
El señor dio en el clavo y ganó la Presidencia de Estados Unidos de Norteamérica, un electorado que vota con el bolsillo, como todos, pero que sí está muy atento de la conducción económica que hacen sus dirigentes y siguen con atención y exigencia su desempeño.
El ciudadano en EU le exige a su Presidente no sólo que conduzca bien la economía de la Unión Americana, sino también que cuide las repercusiones de ésta en el mundo, pues los intereses de EU llegan a todos los rincones del planeta.
De la misma manera, exigen no sólo que el Presidente garantice la seguridad en los estados de la Unión Americana, sino también en lugares tan lejanos como Siria o Corea del Norte, ya que en ello va también la seguridad en su propio territorio.
Comprenderán ustedes lo reducido que es el margen de improvisación en nuestro vecino país, cuando los desafíos son de semejante catadura.
Sí, es la economía estúpido.
Aperitivo: México improvisado
El padre de familia llega un domingo cualquiera a su casa, con su familia, tras haber disfrutado de una opípara comida en un restaurante.
Cuando llega, se percata de que la puerta está abierta y la cerradura rota. Entra a la casa sin haberse repuesto del todo de la sorpresa. Encuentra todas sus cosas revueltas, tiradas y rotas. Un caos.
Se llevaron todo. Dinero, joyas, relojes. La desesperación. ¿Cómo es posible que hayan entrado, cuando es una cerrada de diez casas con vigilancia, y sólo salieron dos horas para comer?
Por supuesto, lo primero que hacen los vecinos es ir con el vigilante. ¿Quién entró? —Nadie—, es la respuesta.
¡¿Cómo nadie?! ¡¿Se acaban de meter a una casa, robaron todo, y usted no vio a nadie?!
¡No!, ¡nadie entró!
Llaman a la autoridad.
Llega la policía (2:30 horas después del llamado) y el MP (que no es ni del DF ni Federal, sino local de un estado).
Ustedes ya saben: Mmm, joven, nada se puede hacer, porque no ha señalado usted a nadie. ¿Cómo? ¿No son ustedes quienes deben investigarlo? No, caballero, necesitamos que señale a alguien. ¿Qué clase de “investigador” es ese? ¿A quién recurre el afectado?
La más pura, grosera y galopante improvisación.
El “vigilante” no es un vigilante. Es, en el mejor de los casos, un inepto, cuando no está coludido con los ladrones.
El “investigador” no es un investigador.
O está también coludido con las bandas de ladrones de casa habitación o, simplemente, es un improvisado que no sabe ni siquiera investigar, y que sólo lo mueven de su asiento cuando lo corrompen con una lana.
Si nos ponemos a pensar, existe demasiada improvisación.
Abogados que no son abogados, sino coyotes, meseros que no tienen vocación real de servicio, maestros que sencillamente no son maestros o incluso que no han pisado una aula.
Incluso, hasta políticos que no saben nada de política ni de acuerdos ni son estadistas ni nada.
A pesar de que hay honrosas excepciones, nomás vean ustedes a nuestros legisladores.
La gran mayoría, no sabe de prácticas parlamentarias ni de cómo legislar.
El eterno México improvisado.
Piatto forte: es la educación, estúpido
Por supuesto que hay excepciones. En México encontramos, por fortuna, cada vez más ejemplos orgullosos de cosas que se hacen bien. No cabe duda.
No obstante, la respuesta para abatir esta improvisación general, está en la educación. El modelo educativo de las últimas generaciones en México es obsoleto.
Los parámetros educativos que manejan los países nórdicos, que son de probada eficacia, tienen ya otro ángulo.
Mientras aquí seguimos con el mantra de que “con sangre, las letras entran”, seguimos con métodos que están enfocados a los objetivos. Es decir, a la información, al saber. Y si es de memoria, mejor.
Sin embargo, con estos métodos no llegamos a que los chavos retengan más de 10% de la información.
Mientras eso sucede en Finlandia, el país mejor evaluado del mundo en materia educativa, tiene un sistema que está enfocado a las competencias. Al desempeño. A dotar al alumno de las habilidades necesarias para su profesión, su contexto y su vida misma.
Esto es, el modelo no se limita al saber, sino también al hacer. Y va más allá. Una tercera dimensión fundamental en materia educativa: el saber ser.
No basta conocerlo, hay que hacerlo bien y contar con las herramientas actitudinales para maximizar la calidad. ¿Para qué sólo memorizar los pasos para sacar una muela? Mejor sacarla, y no gritarle al paciente.
Las nuevas tendencias educativas han comprobado eficiencias en el aprendizaje dramáticamente mayores, cercanas ¡a 90%!
Y aquí seguimos todavía batallando con plazas vitalicias, corruptelas, extorsiones políticas y maestros que… ¡no quieren siquiera evaluarse!
En México… ¡es la educación, estúpido!
Dolce: carnicería legislativa
Era obvio que todas las leyes pendientes no podrían haberse sacado en una semana, por Dios. Al vapor, improvisadamente.
¿Cómo diablos se iba a adoptar una ley de telecomunicaciones que afectara a los usuarios de internet, cuando tenemos el enorme desafío de la conectividad y cerrar la brecha digital?
El México improvisado.
Café urgente.
Twitter: @CiroDi