Por CATÓN / Columnista
Noche de bodas. El anheloso galán le pidió a su desposada: “Júrame que es la primera vez que estás en la cama con un hombre”. Respondió ella: “Te lo juro”. Seguidamente dijo para sí: “Todas las demás veces han sido en el asiento trasero del coche”. (Nota: 145, según estadística confiable)… La linda chica y su novio fueron a una sala de tatuajes. La muchacha le ordenó al encargado: “Pónganos: ‘De ella’ y ‘De él’, ya sabe usted dónde”… El Lic. Ántropo le comentó a un colega: “Logré que un señor de 80 años acusado de abuso sexual fuera declarado inocente. Ante el jurado demostré que la evidencia no se sostenía”… El doctor Ken Hosanna declaró en la junta de consejo del hospital: “Fue buena idea la de las enfermeras topless. Eso ha hecho que renazca en los pacientes el deseo de vivir”… La cita del refrán es obligada: cada quién habla de la feria según le va en ella. Hay quienes señalaron falta de información, problemas diversos, desorganización, pero a mí me fue muy bien en la jornada de vacunación para adultos mayores que se llevó a cabo antier en mi ciudad, Saltillo. Desde temprano me formé como uno de tantos en la fila de automóviles. Eso por una sencilla razón: porque soy uno de tantos. Acudí al campus Arteaga de la Universidad –la cabra tira al monte-, extenso y bello sitio que el ex gobernador Humberto Moreira hizo fincar para la Casa de Estudios en las estribaciones de la Sierra Madre, la madre sierra. Sentí orgullo de mis paisanos saltilleros: en perfecto orden todos esperaron su turno. Desde luego no faltó la propaganda: cuando di las gracias por su apoyo a uno de los jóvenes que nos guiaban me dijo él: “Son las instrucciones que recibimos del Presidente López Obrador”. Ya se ve que AMLO está en todas partes, hasta en las estribaciones de la Sierra Madre. Pero ese asomo de política es peccata minuta si se le compara con la excelente labor de todos los que participaron en esa jornada, a la que asistimos numerosísimas personas de la edad dorada. Hago llegar mi reconocimiento al personal médico, de administración y de servicio que nos atendió, y espero que se nos dé a saber oportunamente la fecha, lugar y hora en que recibiremos la segunda dosis, pues sin ella será inútil la primera. Sobre esto sí faltó información. Confío en que la recibiremos pronto, según ha ofrecido Reyes Flores, delegado del gobierno federal. En estos casos la buena organización es la mejor política… Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Su esposa le dijo: “Si me voy de este mundo antes que tú te pido desde ahora que vayas a mi sepelio en el mismo automóvil que mi madre”. “Está bien –masculló el tal Capronio-. Pero me vas a echar a perder el día”… La mucama le anunció a doña Macalota: “Me voy, señora. Hallé otra casa -no como ésta, claro- donde me pagarán por hacer lo que con el señor he hecho siempre de gratis”… Un individuo se presentó en el Bar Ahúnda. Llevaba consigo un perro sato. “Te lo vendo –le dijo al cantinero-. Dame 100 pesos por él”. Para sorpresa del barman habló el can: “¡Cómpreme, señor tabernero! He aparecido en varias películas de Hollywood; estoy de novio con la perrita poodle de Kim Bassinger, y los fines de semana hago tareas de espionaje para la CIA y el FBI”. “¡El perro habla! –exclamó boquiabierto el cantinero-. ¿Por qué lo vendes, y además tan barato?”. Respondió el otro: “Porque es muy mentiroso. Nada de lo que ha dicho es cierto”… Don Wormilio le contó a un amigo: “Jack Pelotas me golpeó en la cantina”. Inquirió el amigo: “Y ¿te vengaste?”. “Por supuesto –respondió el pequeño señor-. Si no me vengo me mata el muy cabrón”… FIN.