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El minutero

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SI ZAPATA VIVIERA

 

Ayer se cumplieron 95 años del asesinato del general Emiliano Zapata, uno de los pilares de la Revolución Mexicana. El homicidio ocurrió luego de que fue traicionado por el coronel Jesús Guajardo, quien fingió desertar de las filas leales a Venustiano Carranza y pidió unirse a los revolucionarios sureños. Para convencer a Zapata de que estaba de su lado, hizo fusilar a un pelotón de 50 soldados que lo acompañaban. De ese tamaño fue el operativo diseñado por Carranza para ganar la confianza del líder revolucionario y preparar su muerte, sacrificando cincuenta vidas.

 Así, el 10 de abril de 1919, Zapata cayó en una celada en la hacienda de Chinameca, en Cuautla, Morelos, pero como siempre ocurre con esos pro-hombres que escasamente da la historia, murió el caudillo y nació la leyenda, cuyo ideario sigue vigente, alimentando las luchas agrarias no solo de México, sino de toda Latinoamerica. Su nombre está inscrito en la lista de aquellos libertadores de América que hasta la fecha son ejemplos a seguir.  Zapata fue el impulsor de uno de los documentos históricos más valiosos de México: el Plan de Ayala, que aglutinó en papel todos los preceptos por los cuales el campesinado se unió a la Revolución de 1910.

 Se llamó así porque fue en el municipio de Ayala donde se proclamó, y su esencia se resume en dos palabras: ¡Tierra y Libertad! que era el llamado a continuar la lucha armada hasta recobrar las tierras y los recursos naturales que los hombres del dinero y del poder habían arrebatado a los pueblos campesinos e indígenas. Por cierto, fue un grupo de generales, coroneles capitanes y tenientes que acompañaban a Zapata en la lucha y pensamiento, quienes firmaron el Plan de Ayala, y con sus vidas, también dieron ejemplo histórico para las generaciones venideras.

 Ellos son José Trinidad Ruiz, Otilio E. Montaño, Jesús Morales, Francisco Mendoza, Eufemio Zapata, Próculo Capistrán, Amado Salazar, Agustín Cázares, Rafael Sánchez, Manuel Hernández, Feliciano Domínguez, José Pineda Ambrosio López y Alberto Blumenkron. Todos hicieron posible la proclamación del plan y su defensa desde las armas.

El espíritu del Plan de Ayala quedó grabado años después, en el artículo 27 de la Constitución elaborada en 1917, la cual reconoció la figura de la propiedad colectiva y los derechos comunales sobre la tierra.

 Allí nació el ejido, que sirvió para que los mexicanos desposeídos tuvieran derecho a un pedazo de tierra para cultivarla y subsistir de su trabajo. Esa propiedad era invendible y se heredaba de padres a hijos. El único presidente de la República que retomó los postulados agrarios e impulsó el reparto de tierras fue el general Lázaro Cárdenas -Tata Lázaro, como le llamaban los campesinos de aquel tiempo-. De ahí en fuera, todos los mandatarios se dedicaron a revertir los logros de la Revolución, y en especial, a desmantelar la estructura ejidal para echar mano a las propiedades del campesinado.

 

LA REGRESIÓN

 

En su sexenio, Carlos Salinas de Gortari logró desbaratar los candados legales para exterminar el ejido, al modificar parcialmente el artículo 27, que abrió el camino para que las tierras comunales pasaran a ser propiedad privada, y por ende, sujetas a la enajenación. Es decir, el innombrable de los innombrables consiguió revertir buena parte de los postulados zapatistas con el fin de hincarle el diente a los territorios con  yacimientos de metales, con potencial turístico, agrícola o de ganadería masiva, así como inmobiliario.

 Pero el lector se preguntará el motivo de tal remembranza que suena a una clase de historia. Es eso efectivamente, un recordatorio de los ideales de un hombre histórico que hoy son tan necesarios, pues se está pisoteando la sangre de más de dos millones de campesinos que sacrificaron su vida en la Revolución para que los derechos agrarios estuvieran plasmados en la ley. Los traidores que hoy ocupan Palacio Nacional y el Congreso de la Unión pretenden sepultar los ideales zapatistas y la lucha revolucionaria.

 El copetón Enrique Peña Nieto y sus cómplices, los legisladores del PRI y del PAN, principalmente, le enterraron los colmillos a la Constitución para privatizar la riqueza petrolera y provocar una regresión en materia agraria y territorial que dañará a millones de mexicanos. Según los estudiosos, tan solo en el tema de la explotación de los yacimientos de crudo y gas, ahora a cargo de empresarios nacionales y extranjeros, se provocará el despojo y desplazamiento de millones de ejidatarios y labriegos en al menos 260 municipios del país, donde hay 400 mil kilómetros cuadrados ideales para realizar perforaciones.

Los inversionistas privados ya afilan sus uñas para hacerse de las tierras donde se encuentran esos tesoros, y tienen el permiso legal, pues la reforma constitucional no se prevé ningún mecanismo de protección para los pequeños propietarios, es más, ni siquiera para consultarlos y obtener su autorización para utilizar sus tierras. Serán echados por las buenas o por las malas, y el vaticinio es que volverán los viejos métodos del Porfiriato de crear “guardias blancas” –policías paramilitarizadas al servicio de los ricos- para correr a las familias, y en su caso, exterminarlas para ocupar sus terrenos. Entre las doce entidades donde se producirá un desplazamiento forzado de comuneros se encuentra Veracruz.

Todo lo anterior confirma lo que dicen los jocosos: que con el peñismo ya no estará vigente el lema zapatista de “La tierra es de quien la trabaja” y habrá que ajustarla a la realidad, convirtiéndola en “La tierra es de quien te la baja”.   Y en resumen, se dio un complot de traidores para vender la riqueza del subsuelo y despojar de sus tierras a millones de mexicanos. Los que traicionaron al pueblo y el legado revolucionario tienen nombre y apellido. Los de Veracruz son los priístas José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, así como el panista Fernando Yunes Márquez, quienes desde el Senado avalaron el atraco.

Además, están los diputados federales que votaron a favor de la misma tarascada, entre ellos la cordobesa Leticia López Landero y su hermano, Tomás López, además del orizabeño Juan del Bosque. Nadie debe olvidar sus nombres, es la historia que todos deben tener presente todos los días. Ellos son los asesinos locales de la lucha zapatista. Sus nombres deben ser recordados, especialmente cuando intenten volver a ocupar cargos de elección popular. Todos contra ellos, y como reza la arenga de los movimientos populares: “si Zapata viviera, con nosotros estuviera”, levantándose en armas para escarmentar a esos felones.

 

LOS DIEGOS

 

En una noticia amable, y sobre todo cultural -de esas que tanta falta hacen en Veracruz, donde el arte es relegado a segundo plano y es tan importante como recordar la historia- este viernes se abrirá al público la exhibición de los cuadros del pintor Diego Rivera en el Museo de Arte de Orizaba, su sede permanente, después de que pasaron varios meses en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para ser sometidos a tratamientos de limpieza y conservación.

 La colección consta de 37 obras y está considerada como la segunda más importante de ese artista; su valor es tal que tiene un decreto presidencial que la cataloga como Patrimonio de la Nación. Durante tres meses, los visitantes del Museo de Arte podrán apreciar obras pictóricas realizadas durante seis décadas por Diego Rivera –desde 1904 hasta 1966-, realizadas en técnicas de óleo, temple, acuarela pastel, mixtas y del empleo del collage, así como los dibujos a lápiz, carbón y tinta.

A partir del mes de julio, la colección de Los Diegos –como se le conoce popularmente- iniciará una gira de exposiciones en la capital del país y el extranjero. Del primero de julio hasta el 15 de septiembre, será prestada al Museo Casa-Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, del Distrito Federal, en el marco de la exposición sobre la estancia del pintor en la URSS, allá por 1955. Posteriormente, del 26 de septiembre hasta el 22 de febrero del 2015, seis de las 37 obras se exhibirán en el Palacio Ducal de Génova (Genova Palazzo Ducale), en Italia, mientras que otros 31 cuadros se prestarán a un museo de Corea de enero a marzo del 2015.

Entre los meses de abril y julio, la colección completa se montará en la Galería Nacional de Arte en Singapur y el resto del año se exhibirá en los museos nacionales de Arte en China y Filipinas. Es decir, los orizabeños y habitantes de la región no verán a Los Diegos hasta el 2016, y por eso es importante aprovechar los tres meses que serán exhibidos en el Museo de Arte para contemplar las piezas únicas del insigne pintor, una de las glorias artísticas del país. En el 2013, la misma colección hizo un recorrido por las ciudades de Xalapa, Coatzacoalcos, Córdoba y el puerto de Veracruz, donde fue apreciada por unas 35 mil personas.

 Empero, la cifra es baja considerando que en Veracruz hay 2 millones de estudiantes -que es el núcleo poblacional que debería estar empapado en conocer las obras de arte hechas por creadores mexicanos-, es decir, solo el 1.75 por ciento de los niños y jóvenes que están en las escuelas se dio tiempo -o fueron llevados por sus maestros en el caso de los pequeños- a conocer las obras de Diego Rivera. De ahí la cita inicial: ¡cuánta falta hace la cultura entre los veracruzanos!

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