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La censura de Maduro

Superiberia

Cualquier gobierno que se precie de ser democrático entiende y respeta señalamientos, críticas y observaciones que se hacen sobre su trabajo y operación. Es sentido común y parte importantísima para la construcción de canales de comunicación y de integración de una sociedad. Jamás una democracia puede estar sujeta a la voluntad de una sola voz, por mucho que ésta haya sido elegida vía electoral —esa cualidad que hace una democracia—, ni mucho menos debe permitir que esa voz utilice el poder en sus manos para someter y hostigar a sus detractores (que en todo régimen de gobierno existen).

Desde que el conflicto en Venezuela acaparó la atención mundial, muchas han sido las críticas de quienes consideran que son sólo los venezolanos quienes deben entrometerse en los asuntos de su país. Nadie ha dicho lo contrario. Pero sin duda, uno de los actos que más evidencia la carencia de sentido democrático en Venezuela es la falta de respeto para el opositor. No hay que irnos muy lejos ni hacer un gran recuento, tenemos el caso del encarcelamiento de Leopoldo López. Y es que, desgraciadamente, otro de los flagelos sociales que se vive en Venezuela es la censura, no sólo para callar las voces de los opositores, sino también para coartar la libertad de expresión de quienes realizan un ejercicio periodístico en su territorio. A últimas fechas, hemos visto cómo periodistas son atacados y hasta expulsados del aquel país.

Hace unas semanas, Patricia Janiot, periodista titular de CNN en Español, tuvo que salir de Venezuela, junto con su equipo de trabajo. Había llegado allí para realizar una investigación que salió al aire por aquel canal de servicio informativo, con presencia en toda Latinoamérica y en muchas otras partes del mundo. Pero al parecer, algo no le gustó el presidente Nicolás Maduro de lo que se dijo sobre su gobierno en el especial televisivo que realizó Janiot, así que no sólo decidió cancelar la entrevista que le habían solicitado, sino que ordenó que tanto la periodista como el resto de la producción de CNN salieran de Venezuela a la brevedad. Janiot narró después el trato de intimidación que recibió en el aeropuerto, mientras esperaba para abordar el vuelo, en un evidente acto de mezquindad y revanchismo por parte del gobierno de Maduro.

Una historia que resulta por completo inconcebible para el medio periodístico, pero ahora, también, le tocó a mi compañera Johana Álvarez, corresponsal en Caracas de Cadenatres Noticias: “Ayer, durante la manifestación que se dio en la Universidad Central de Venezuela, un grupo de estudiantes que pertenecen a la Escuela de Trabajo Social intentó secuestrarme (…) en el forcejeo, logré gritar y llamar la atención (…) el motivo de la agresión fue que estábamos tomando imágenes de cómo este grupo agredía a otros colectivos de estudiantes opositores —a Nicolás Maduro— y no querían que salieran a la luz pública…”.

Y es que resulta muy curioso: a los ojos de Nicolás Maduro, cualquier acto de manifestación en su contra es un caso de traición a la patria; pero cuando grupos como éste, que agredió a nuestra corresponsal, son actos justificados. Ya mi compañera acudió a levantar la denuncia correspondiente. A ver si tiene el mismo camino que las denuncias hechas por quienes simpatizan con Nicolás Maduro, quien por más que se empeñe en decirse demócrata, actúa como algo totalmente distinto.

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