- Relatan académicos
- Especialistas participaron en el conversatorio “La sacralidad y el simbolismo de la montaña”, que realizó la UV.
Xalapa.- El culto a los cerros y montañas estaba fuertemente arraigado en las comunidades nahuas que habitaron en la cuenca de México durante el período posclásico, manifestó el docente de la Universidad de Kentucky, Alberto Ortiz Brito.
Afirmó que estas creencias trascendieron la colonia y persisten en la actualidad. “Algunas personas ascienden a montañas como el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl y se introducen en las cuevas que allí se encuentran para realizar ofrendas y hacer peticiones de lluvias para la zona”.
Por su parte, el investigador del Instituto de Antropología, Ponciano Ortiz Ceballos, relató que en algunas localidades como Zitlala, ubicada en el estado de Guerrero, los cerros, peñascos, cuevas, barrancas y pozos se consideran espacios sagrados, porque se cree que ahí residen los aires de los vientos de los cuatro rumbos.
Indicó que ahí se realizan ceremonias en la zona más alta del cerro de Cruzco, en donde se ubica una cueva en la que se sacrificaban niños hasta finales del siglo XIX.
Actualmente los habitantes acuden a esa cueva para ofrendar flores y velas y extraer lodo que mezclan con semillas, con el objetivo de atraer buena lluvia y mejoras.
El investigador aseguró que los mexicas también mantuvieron el culto a la montaña y lo recrearon en el complejo arquitectónico del templo mayor.
En Teotihuacán también se rindió culto a los cerros sagrados y que las pirámides del Sol y la Luna se levantaron sobre cuevas y manantiales.
El curador del acervo Olmeca del Museo de Antropología de Xalapa, Roberto Lunagómez, declaró que el carácter divino de las montañas no sólo ocurrió en Mesoamérica, ya que es un fenómeno mundial que abarca todos los continentes del planeta.