- “Debemos vivir con dignidad”
- Vivimos en un mundo dividido y polarizado, de gente que tiene interés en usar al pobre.
- El obispo realizó un llamado a la población para que se viva de acuerdo a la imagen y semejanza de Dios.
ORIZABA.- El obispo de la Diócesis de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, manifestó que en un mundo dividido y polarizado, de gente que tiene intereses de usar al pobre, a la viuda, al huérfano, al enfermo para sacar ventajas y muchas actitudes egoístas, no hay nada como vivir la imagen y semejanza de Dios promoviendo la dignidad de la persona y el amor.
Durante la misa dominical del mediodía, dijo que esto se debe de realizar “no dando dádivas sino favoreciendo espacios para el desarrollo pleno de las capacidades que Dios puso en cada uno de nosotros, porque nos hizo a su imagen y semejanza para desarrollar un mundo mejor, no explotes a las viudas y a los huérfanos, cuando prestes dinero al pobre, no te portes como usurero cargándole intereses, no tomes en prenda el manto del prójimo”.
Indicó que en la encíclica del papa Francisco “Fratelli Tutti”, habla del amor a Dios y, para ello, necesariamente se tiene que ir de la mano del hermano, el discípulo que se relaciona con Dios tiene que tener un comportamiento fraterno con la imagen y semejanza de Dios, en favor de quien está a tu lado, del más pobre, del más desamparado.
“Pero hoy son tantas situaciones de dolor y sufrimiento, en los hospitales, la gente que tiene cáncer y que no se le da la ayuda adecuada y otras enfermedades, la manera de cómo se trata a ciertas personas en las comunidades indígenas, en el mundo rural y también en el urbano, no todos tienen acceso a ciertos servicios, nosotros los cristianos estamos llamados a construir una fraternidad más allá de los amigos, de los que me puedan pagar, de los que les doy”, puntualizó.
Indicó, “se tiene que vivir más allá de los intereses de mis amigos, mi grupo de trabajo, mi grupo político, mi color de partido político, de ideas religiosas, la manera de cómo yo interpreto la biblia, de mi grupo parroquial, de mi barrio donde yo vivo, de la devoción de mi crecimiento
de fe”.
