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El minutero

Superiberia

 

BELLE SAISON

 

El clima mundial está cambiando y prueba de ello es que el primer equinoccio del año se adelantó al menos 12 horas y desde ayer, 20 de marzo, inició la temporada primaveral en todo el planeta a diferencia de años anteriores que comenzaba el día 21. El cambio climático ya rebasó a todos aquellos que acostumbraban a hacer rituales para aprovechar las energías liberadas en el cosmos ya sea en zonas arqueológicas o en plena naturaleza. En pocas palabras, la Primavera se adelantó y todas las ceremonias esotéricas quedaron desfasadas.

Según los científicos, a partir de este 2014 y durante los próximos treinta años, es decir hasta el 2044, el debut de la Primavera será cada 20 de marzo y los pronósticos anticipan que de 2045 al 2102 –es decir, en los próximos 57 años – dicha estación comenzará el 19 de marzo. Eso es una muestra de que el universo está en pleno movimiento y el llamado Equinoccio de Primavera se desplaza sobre las líneas imaginarias hechas por la humanidad sobre el globo terrestre. Aún con los pronósticos científicos, la llegada de la Primavera no deja de alegrar a todos y como dicen los franceses: “Le Printemps est arrivé, la belle saison on va profiter” (La Primavera llegó y vamos a disfrutar de la bella estación).

 La modificación equinoccial también tiene secuelas paralelas pues hizo que el inicio de la Primavera ya no coincida con una fecha muy celebrada por los mexicanos, el natalicio del ex presidente Benito Juárez. Hoy se cumplen 208 años de que Juárez nació en Guelatao, Oaxaca. El llamado Benemérito de las Américas es uno de los primeros mandatarios indígenas en América y también es referencia mundial como pensador libertario y hombre de Estado. Juárez es los pocos presidentes de los que se puede enorgullecer el mexicano.

 También hoy 21 de marzo se celebra el Día Internacional contra la Discriminación Racial que hace referencia a una masacre perpetrada por hombres blancos contra negros en Sudáfrica –donde prevalecía el famoso “apartheid” o segregación- en 1960. En ese tiempo estaba en plena lucha contra el apartheid otro hombre ejemplar, Nelson Mandela, quien falleció en diciembre pasado. Aquella matanza de pobladores negros sucedió en el poblado Sharpeville donde murieron 70 personas y ahí fue, tres décadas después, cuando Mandela ya como presidente de Sudáfrica promulgó la nueva constitución de su país que condenaba la discriminación y consagraba el respeto a la vida, la libertad y el bienestar de todos los seres humanos.

 Pese a los avances en materia democrática y a la llamada “modernidad” del pensamiento, la discriminación racial, también llamada xenofobia, continúan practicándose no solo en los países desarrollados sino en los del tercer mundo, México incluido. Hay un auge de mensajes e ideas que se basan en el racismo, la superioridad de la sangre y el odio que conducen a la intolerancia. No tolerar al que tenemos enfrente por su lugar de nacimiento, su color de piel, su aspecto físico, su lengua, su religión y su cultura es algo que crece peligrosamente en muchas partes del planeta. Por eso la fecha no debe pasar desapercibida.

 

LA GRAN ESTAFA

 

Haciendo un paréntesis chusco en este tema, se tiene que en las redes sociales no dejan títere con cabeza y los internautas afirman maliciosos que tampoco en política se debe discriminar a la gente, ni siquiera por los nombres. Así, al subsecretario de Gobierno, Marlon Ramírez ya no deben hacerle bullying solo porque su segundo nombre es “Tizoc”, mismo que ha escondido de la opinión pública durante muchos años porque se avergüenza de él. A la nueva encargada de espacios educativos, la ex panista Xóchilt Tress, tampoco la deben discriminar por el nominativo aunque ahí habrá que aclarar que la mofa es por las fotografías de desnudos que se le conocieron no porque la hayan bautizado así en su pueblo.

 A los gemelos y diputados locales –uno por el PRI y otro por el Movimiento Ciudadano- de apellido Pola Estrada no se les debe ver mal porque se llamen Tonatituh y Cuauhtémoc porque seguramente están orgullosos de portar esos nombres y ni siquiera se sienten ofendidos cuando algunos los definan como “güeros de rancho”. Qué gachos. Dicen que no hay que discriminar a la panista cordobesa Leticia López ni por su figura ni porque no terminó la primaria –umm, lo último no se le perdona- ni al legislador priista y sempiterno líder del Sindicato de Trabajadores de Limpia Pública en el puerto de Veracruz, Antonino Baxzin por su origen. Son de esas cosas que tiene la vida: un monarca, el Rey de la Basura, maltratado.

 Y finalmente, este viernes comienza la edición número 15 del festival Cumbre Tajín, la cual nació viciada y maldita –esto último no es especulación, el Consejo Supremo de Ancianos del Totonacapan la maldijo en 1999 cuando el gobierno de Miguel Alemán intentó ocultar la tragedia por las inundaciones de octubre de ese año que devastaron la sierra y ocasionaron decenas de muertos, para que no desprestigiara el festival que originalmente se realizaría en diciembre-. A quince años de distancia, se puede asegurar que dicho espectáculo es una de las grandes estafas en Veracruz pues solo ha servido para anidar la corrupción y los negocios al amparo del poder.

 Los funcionarios estatales y los amigos del régimen han aumentado sus fortunas personales con los conciertos musicales, la vendimia de alcohol y los contratos para la construcción y equipamiento del parque temático. Basta recorrer la zona norte de Veracruz para comprobar que las carreteras están destrozadas, la mayoría de los poblados carece de servicios básicos, el nivel de pobreza sigue igual entre los lugareños y los atropellos a las garantías individuales es lo cotidiano. La Cumbre Tajín no hay traído beneficios a los totonacas.

 A excepción del farsante Juan Zimbrón que encabeza el apócrifo Consejo Totonaca –creado a modo desde el alemanato- y algunos otros lidercillos ladinos de la zona que recibieron dádivas del gobierno estatal para “levantar” la maldición de los abuelos papantecos, no hay un solo indígena en la zona que haya superado su condición de pobreza por dicho festival. A los lugareños solo los contratan cada año como figuras decorativas, para levantar templetes, hacer el aseo y dar talleres artesanales.

 De ahí en fuera, las inversiones millonarias –no hay que olvidar que desde la administración alemanista se inyectaban entre 70 y 120 millones de pesos cada año al festival y atraco que continuo en los sexenios siguientes- se la llevaron los pillos de los gobiernos en turno y de los empresarios que transaron los contratos derivados de la infraestructura y espectáculos del proyecto. Toda una estafa transexenal.

 

EL PARAESTATAL

 

Finalmente se editó el primer número del periódico “El Heraldo de Córdoba” cuyo propietario aparente es el diputado priista, Eduardo Sánchez Macías pues es intensa la versión de que los inversionistas reales son “el suegro del sexenio”, el empresario sureño Antonio Macías y el ex gobernante estatal, aquel que no debe ser nombrado, una dupla bizarra pero no imposible. El rotativo no defraudó las expectativas pues en primera plana va obligatoriamente la nota bella y zalamera que disfraza la realidad: “A los veracruzanos, resultados y beneficios concretos”, dice el cabezal. Claro, el declarante es el gobernante en turno.

 Esa la segunda nota en importancia –para tratar de “simular la cara con el mostacho”, dirían los viejos del pueblo- porque la noticia principal se refiere a los policías de Arturo Bermúdez que forman parte del llamado Mando Único, instalado desde hace un año para cuidar a los cordobés. Es muy amable la nota: “Difícil tarea del Mando Único”, cita el titular y agrega en balazos y bajantes que los agentes realizan una “labor nada sencilla” y “buscan diariamente el cumplimiento de preservar la paz y tranquilad social”. ¿Cuál paz y cuál tranquilidad?, preguntarían los cordobeses que viven a diario en la zozobra por la ola de violencia que castiga a la ciudad pese a la presencia de esos agentes del fracasado Mando Único.

 La leyenda urbana que acompaña al nuevo periódico relata que además de los políticos que son sus propietarios, la inversión para su creación y sostenimiento a base de jugosos convenios publicitarios -firmados desde antes de su primera edición y aunque ni siquiera tiene comprobada una circulación mínima como exigen la normatividad- tiene su origen en el erario estatal. Por ello en los merenderos políticos y periodísticos se cuenta, entre risas, que en lugar del actual nombre al rotativo lo deberían haber llamado “El Paraestatal”. ¿Tanto así?

Sin embargo, cualquier medio tiene derecho a editarse y a circular. A eso no hay argumento que se oponga aunque de ser ciertas las versiones sobre los supuestos propietarios ocultos y el origen de los fondos para sostenerlo, si es condenable que el dinero público se desvíe para enriquecer a vividores de la “prensa”. Ya serán los lectores quienes califiquen si el periódico es confiable o no, si les sirve para informarlos o su objetivo es difundir una realidad inexistente. El juicio de los cordobeses y de los demás lectores de la región no tardará en darse.

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