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La tragedia de Areli

Superiberia

“Gracias, Dios mío, por darme otra oportunidad de ser feliz”, escribió la joven Areli Hernández Estrada en su página de Facebook.

Era el miércoles 5 de marzo. En la actualización anterior de su estado en esa red social, dijo sentirse alegre y amada. Muchos hicieron click en “Me gusta”.

A esta madre soltera, de 22 años de edad y pelo negro lacio al hombro, la vida parecía sonreírle. “Ay, soy hermosa, lo sé, jaja”, anotó junto a siete selfies que subió la tarde del 13 de febrero.

“Ser mamá joven no significa que arruiné mi vida, quiere decir que tendrá más tiempo de amarte y estar a tu lado”, dice el texto de una imagen motivacional que Areli colocó en su página, cinco días después. A un lado, ella misma agregó: “¡Amo a mi hijita y no me arrepiento de nada!”

Hoy hace una semana, Areli salió de su casa en la calle Bosque de Cazadores, de la colonia Bosques de la Hacienda, en el municipio mexiquense de Cuautitlán Izcalli.

Se sabe que salió a buscar un taxi cerca de las siete de la mañana y que se dirigía a la estación Lechería del Tren Suburbano, ubicada a unos diez kilómetros al sur de su domicilio. Nunca llegó a su destino.

La desaparición de la joven fue motivo de una alerta en las redes sociales. Circuló una foto con la descripción de cómo iba vestida: pantalón negro, zapatillas negras, blusa verde y suéter negro.

La colonia Bosques de la Hacienda colinda con la unidad habitacional Infonavit Norte. En las últimas semanas, esa última zona se ha vuelto extremadamente peligrosa, escenario de narcomenudeo y ejecuciones.

Varias partes del municipio han sido asoladas por la violencia desde principios de año. En lo que va de 2014, se han registrado 34 asesinatos en Cuautitlán Izcalli, más que en cualquier otra demarcación del país.

Apenas el martes, al amanecer, aparecieron dos cadáveres en la lateral de la autopista México-Querétaro, a la altura del kilómetro 35.

Autoridades federales me dicen que la detención de Daniel Fernández Domínguez, El Pelacas, presunto líder de una célula criminal asociada al cártel del Golfo, ha exacerbado la lucha por el control territorial en Cuautitlán Izcalli.

Señalado como autor del secuestro del panista Diego Fernández de Cevallos, El Pelacas, fue detenido el 12 de febrero pasado en una zona residencial de Puebla. Había escapado de un operativo para aprehenderlo en 2009, en el fraccionamiento Bosque Real, del municipio de Huixquilucan. Operaba en una región extensa del país, desde Aguascalientes hasta Morelos, pero si en algún lado había dejado su huella es en la zona conurbada del Estado de México.

Lo más probable es que la mañana del viernes 7 de marzo, Areli haya tomado el taxi en la avenida Huehuetoca, que conecta la colonia Bosques de la Hacienda con la autopista.

Hasta ayer no se tenía noticia de si las cámaras de videovigilancia de la avenida Huehuetoca registraron el paso de la joven.

Es sabido que el municipio, donde evidentemente no hay ley que valga, circula gran cantidad de taxis pirata. Es posible que la joven haya abordado una de esas unidades.

Cerca de las diez de la mañana, tres horas después de su desaparición, el cadáver de Areli fue localizado a unos diez kilómetros al norte de su casa, en el municipio de Coyotepec. Vecinos del barrio Santiago Las Lumbreras dicen que, pasadas las nueve y media, unas personas bajaron un bulto de un vehículo y lo abandonaron en las faldas del cerro El Zopilote.

A Areli la velaron el sábado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Amigos de la joven dejaron muchas frases de cariño y gratitud en su página de Facebook.

“Te amo, amiga, jamás saldrás de mi mente, mucho menos de mi corazón”, escribió una de ellas, quien, en su propia página de Facebook, advirtió que a cualquier le podría pasar lo que a Areli.

A un lado del vínculo de la noticia sobre el hallazgo del cuerpo, escribió:

“Mujeres… ¡corremos mucho riesgo! Este cadáver es de mi hermanita Areli Hernández Estrada… En menos de tres horas la torturaron y asesinaron… Un ‘taxista’ fue quien hizo esto… Por favor, sean precavidas y jamás tomen un taxi que no sea de sitio o de su confianza”.

La chica que escribió ese mensaje tiene razón: los ciudadanos deben tomar precauciones para evitar ser blanco de la delincuencia desbordada en muchas zonas del país.

Pero no es normal vivir así. Los ciudadanos no tienen por qué acostumbrarse a la falta de tranquilidad. No tienen por qué aceptar que algo tan simple como trasladarse al trabajo ponga en riesgo mortal a una persona. Y eso, por desgracia, está pasando en muchos lugares de México.

Tenemos que alzar la voz ante casos como el asesinato de Areli Hernández Estrada.

La posibilidad de vivir en paz no pasa por hacerse justicia por propia mano —lo cual siempre es una tentación entre una ciudadanía agraviada y desprotegida— sino por exigirle a los gobernantes que cumplan con su parte del pacto democrático: garantizar seguridad a los gobernados.

La autoridad municipal de Cuautitlán Izcalli está rebasada y mira impávidamente cómo campea la impunidad en la demarcación.

La pregunta es qué harán las autoridades estatales y federales.

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