México, D.F.- Los últimos años, el escenario principal del Campeonato Mundial de Fórmula Uno ha estado ocupado por el alemán Sebastian Vettel, de la escudería austriaca Red Bull, y por lo menos en el papel, no se ve quién pueda frenarlo e impedir que logre su quinto título de manera consecutiva.
El Gran Premio de Australia, que se corre este fin de semana, será la primera gran vitrina para que Vettel inicie la defensa de su título. No hay que olvidar que la temporada pasada se dejó ver cuando ya estaba avanzado el campeonato, pues sus primeras actuaciones fueron por demás discretas, al grado de no lograr la “Pole Position” en algunas carreras y quedar fuera del podio en otras.
Esto no fue impedimento para que el alemán se afianzara ya transcurrido el certamen y recuperara el terreno perdido para proclamarse monarca y con una diferencia abismal sobre su más cercano perseguidor: el español Fernando Alonso, de Ferrari, que luchó durante algunas fechas pero tuvo que conformarse, otra vez, con la segunda posición del campeonato.
Dominio es sinónimo de Vettel y de Red Bull. El oriundo de Heppenheim hizo una gran mancuerna con Mark Webber, que se fracturó poco a poco al grado de provocar la renuncia del australiano a la máxima categoría para convertirse en el piloto especial de Porsche y darle paso a Daniel Ricciardo, ex Toro Rosso, como el segundo volante de Red Bull.
Sin embargo, y aún con la hegemonía mencionada, en las últimas semanas Red Bull ha presentado algunos problemas que podrían considerarse como poco usuales. Fallas en el auto, dificultades en cuanto a la fiabilidad, exceso de tiempo para poner a punto el vehículo y otras situaciones de las que poco o nada se escuchaba hablar por parte del equipo que ostenta también el título mundial de constructores.
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