Hace no muchas semanas, escuché a un prominente dirigente del Revolucionario Institucional -el más reconocido e influyente después del presidente Peña Nieto, sin duda- asegurar que “nunca, como ahora, el PRI y el gobierno debieron invertir (políticamente) tanto para mantener la estabilidad al interior de la oposición…” para, segundos después, agregar que “nunca, como hoy, tampoco tal inversión fue más rentable…”.
Uno de los tres beneficiarios de la supuesta inversión oficial citados en la conversación, el panista Gustavo Madero, está a unas horas de iniciar la búsqueda, vía su reelección, de una ampliación de su periodo al frente del blanquiazul que, ahora, enfrenta la más profunda crisis de credibilidad, generada por las denuncias de corrupción realizadas contra algunos de sus afines y, también, la más grave división interna de que se tenga memoria en el partido fundado por Manuel Gómez Morin.
Lo anterior viene a cuenta porque, más allá de otras consideraciones, lo único cierto es que la extrema cercanía que, en el marco del Pacto por México, han mantenido el chihuahuense y los suyos con el gobierno federal, apoyando (de manera acrítica) todas y cada una de las iniciativas propuestas por el PRI-gobierno será, sin duda, un elemento definitorio del voto de muchos panistas que, en mayo próximo y por primera vez en su historia, irán a las urnas para elegir a un dirigente nacional.
Pensar que el asunto no impactará (en uno u otro sentido) el resultado de tal proceso, como lo harán (negativamente) las denuncias de corrupción contra maderistas, sería tanto como querer ignorar una realidad que, guste o no, lastima al militante de a pie que, en su momento, hizo suyos los principios, postulados e ideales del partido que, apenas nacer, se tornó referente de honestidad, trabajo comprometido y esperanza de que, un día, México cambiaría políticamente… para bien, claro.
(Otros supuestos beneficiarios citados en la charla fueron Jesús Zambrano y Miguel Ángel Mancera, por si alguien se lo preguntó).
Asteriscos.
* Si bien en algún momento se pensó que el asunto no pasaría de ser una anécdota más en la (vergonzosa) historia que, día a día, escriben muchos de nuestros políticos, el escándalo por el desmesurado gasto realizado por el ex gobernador y actual senador por Durango, Ismael Hernández Deras, en la celebración de su cumpleaños 50 -con más de cuatro mil invitados, media docena de bandas musicales, comida y bebida prácticamente sin límite- alcanzó ya otras proporciones cuando, ayer, el Congreso local constituyó una comisión que, encabezada por el diputado Alfredo Hernández, investigará el origen de los recursos con los que se financiaron tales excesos.
Coincidentemente, vale mencionar, la norteña entidad despertó ayer con la noticia de la detención del ex alcalde de la capital, el priista e ismaelista Adán Soria, acusado de fraude en agravio de la constructora Visión y Proyecto, por lo que fue internado en el Cereso número 1 de la propia entidad.