Santiago.- Dos mujeres socialistas, una hija de un militar constitucionalista asesinado por la infame dictadura militar, el general del aire Alberto Bachelet; la otra, la menor de las descendientes de Salvador Allende, asumieron este martes los principales cargos político del país.
La primera por segunda vez la presidencia de Chile y la otra la del Senado, hecho inédito para una legisladora en la historia de este país. “El triunfo de la vida sobre la muerte”, gritó en la calle un manifestante cuando apareció en el pórtico del Parlamento, la ya presidenta. Poco después, el uruguayo José Mujica, pidió: “Quieranse, quieranse entre los chilenos. Cuiden lo que tienen”.
En una ceremonia cargada de simbolismo, donde ambas se conmovieron hasta las lágrimas, se produjo el traspaso del mando con un Sebastián Piñera que inútilmente intentaba ocultar su despecho y el vocinglero y fingido estusiasmo de la reducida representación parlamentaria conservadora.
Al salir Michelle Bachelet dijo, brevemente, que asume “con la conciencia y la responsabilidad de cumplir un programa”. Al pasar por el pasillo de salida, se abrazó estrechamente con Cristina Fernández y con Dilma Rousseff, quien levantó el puño al estrecharla en sus brazos al expresarle su apoyo.
A su vez, Isabel Allende afirmó: “Tenemos tremendos desafíos, la reforma tributaria, la reforma educacional y una nueva Constitución. Ambas sabíamos que en el Congreso estaríamos pensando en nuestros padres”, acotó en referencia a sus lágrimas.
A su vez, el vocero Álvaro Elizalde resumió que iba a trabajar de inmediato porque la tarea es lograr cumplir una dura tarea, “un Chile de todos, un Chile mejor, esa es la esencia del nuevo gobierno” y anunció que “este miércoles se hará el primer consejo de gabinete”.
Tras la ceremonia oficial, Michelle Bachelet se fue a la residencia viñamarina de Cerro Castillo, donde ofreció un ágape a los presidentes visitantes.
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