Tuvieron que pasar 19 meses de gobierno y dos de planeación para que finalmente el gobierno de Morena reconociera que lo que ha faltado para contener la violencia es coordinación entre la Federación y los estados.
Esta declaración poco habitual del presidente López Obrador ante gobernadores incómodos, es el resultado de la ingobernabilidad en la que el Estado mexicano ha caído al insistir en una estrategia de seguridad sin resultados y sin la capacidad de su hombre de confianza Alfonso Durazo, quien sorprendió que en su cuenta de Twitter publicara haber solicitado permiso al Presidente para ausentarse justamente en la semana en la que el mandatario recorrería estados con mayor amenaza del crimen organizado.
Mucho se especuló al respecto, que si el secretario dio positivo a covid, que su condición de salud era grave o que si el Presidente, finalmente, estaba considerando un cambio al mando civil en donde los nombres del Gral.Audomaro Martínez y Omar García Harfuch salieron a relucir. Su llegada estratégica, coordinada perfectamente por el secretario de la Defensa, a las conferencias de prensa del Presidente en estos estados desmintió las especulaciones y fortaleció la fuente del CNI y Sedena, que confirmaba que la vida de Durazo había sido amenazada y con ello se amenazaba la del Presidente; la seguridad en manos de elementos de la GN, así como pernoctar en instalaciones militares lo evidenciaron.
Y no es para menos, el atentado a García Harfuch obligó a los secretarios de Estado, y al mismo Presidente reforzar las medidas de seguridad, poniendo en manos del secretario Cresencio Sandoval y del Gral. Rodríguez Bucio la integridad tanto del jefe de Estado como la de su comitiva. La capacidad que siempre ha demostrado el Ejército Mexicano, Marina y, en el pasado, el EMP, para garantizar la integridad del Presidente, la de su familia y la de sus secretarios de Estado es incuestionable. El momento político, social y económico que vive nuestro país demanda que la seguridad nacional quede al mando de las Fuerzas Armadas, sobre todo cuando en pocos meses se le ha demostrado al Presidente la lealtad que lo caracteriza, la disciplina en el cumplimiento de sus órdenes y el amor estoico por su patria.
El gobierno de López Obrador debe empezar a evaluar sobre resultados y hacer los cambios que su administración amerita. Durazo ya no tiene cabida en un escenario caótico en donde su desempeño ha fortalecido la criminalidad de los cárteles, ha mermado la autoridad de las policías y ha desmantelado las instituciones de seguridad, dando más muertos a México que en la declaración de guerra calderonista. Durazo debe saber que equivocarse en materia de seguridad es verse derrotado cuando ningún grupo delincuencial es más poderoso que el Estado.
Absurdo el enjuiciamiento a Tomas Zerón como torturador cuando la única evidencia es un video en donde sólo se le ve interrogar al Cepillo, actor confeso, enjuiciado y sentenciado, del que sí se demostró culpabilidad en la desaparición de los jóvenes y, quien hoy goza de total impunidad del Estado.
DE IMAGINARIA
Es evidente la politización del caso Ayotzinapa por quienes no se encuentran nada cómodos con la idea de que el Ejército mexicano logre el respaldo y la confianza de su mando supremo, tal es el caso de Encinas, quien hoy intenta involucrar a las FA, cuando las investigaciones dieron evidencias y por finiquitado quiénes fueron responsables de las desapariciones y quiénes no. Si la verdad histórica fue eliminada de un plumazo y empezará de cero a modo de quien quiera reinventarla, les está faltando poner en libertad al alcalde Abarca y a su esposa, hija del líder de los Guerreros Unidos.