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“Es tiempo de que rinda cuentas”

Superiberia

Badiraguato.- Su salud decayó un poco, su mirada es triste. Se nota que ha llorado, pero también se le ve resignada. Habla poco de Joaquín, su hijo: “A él ya lo tiene la ley, ahora le toca rendir cuentas”, dice doña Consuelo Loera, y pide a Dios por él.

Días antes de la detención, la señora participaba en los eventos y festejos de la comunidad. Hoy sólo recibe algunas visitas en su casa. Las invita a comer.

El sábado 22 de febrero una de sus nueras le dio la noticia: hacía unas horas Joaquín había sido detenido por la Marina, en el condominio Miramar, de Mazatlán, junto a las hijas que tuvo con Emma Coronel Aispuro. Así acababan 13 años de clandestinidad.

Con el paso de los días se fue enterando que la Procuraduría General de la República (PGR) había girado ocho órdenes de aprehensión contra su hijo; que tiene 66 denuncias penales; que un juez lo absolvió de narcotráfico y que la Procuraduría de Sinaloa no tiene antecedentes ni investigaciones penales en contra de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera.

Robusta, cara redonda, piel blanca y facciones suaves –que se llevan con su trato cordial– a doña Consuelo se le ve vigorosa a sus 85 años de edad. Para caminar se ayuda de un bastón o una andadera. Tampoco se perciben mayores achaques por la diabetes que la aqueja desde hace tiempo.

Vive en el poblado La Tuna, municipio de Badiraguato, en donde el que no se apellida Guzmán se apellida Loera. La localidad está ubicada en pleno Triángulo Dorado del narcotráfico. 

Es difícil llegar. La carretera y las brechas que conectan la cabecera municipal con La Tuna están protegidas por halcones en motocicleta. Celosos de su deber, miran con recelo a los visitantes, los persiguen con los ojos. Todos traen radio. Si llevan armas, apenas se les nota, tal vez la cacha de una escuadra que de pronto asoma bajo la camisa.

 

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