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EL MINUTERO

Superiberia

Andrés Timoteo
Columnista

IRA EN EL POST-ENCIERRO
Las protestas por la muerte del afroamericano George Floyd en Estados Unidos han incendiado ese país y también generaron manifestaciones solidarias en varias partes del mundo pues las turbas fueron despertadas del letargo sanitario por el Coronavirus. En Francia, a pesar de la prohibición para que se reúnan grupos numerosos de personas, unas 30 mil personas se lanzaron a la calle para protestar contra la violencia racial. Acá también se exigió justicia en un caso doméstico de agresión policiaca que provocó la muerte de otro joven negro, Adama Traoré.El 19 de julio de 2016, Traoré de 24 años fue perseguido y detenido por policías en el poblado Persan, al norte de París, y pereció por asfixia debido a la violencia usada para someterlo. En estos cuatro años, familiares, amigos y miles de personas solidarias han realizado varias manifestaciones para que los oficiales involucrados sean llevados a juicio. Al igual que el caso Floyd, el gobierno también intentó desvirtuar la causa de muerte de Traoré aludiendo un padecimiento ajeno a la violencia policial.
Sin embargo, cuatro autopsias realizadas al cadáver, dos de ellas por médicos privados, confirmaron la muerte por asfixia provocada por la forma en que fue sometido por los agentes policiacos. Ambos affaires, Floyd y Traoré, sirvieron para que se rompieran los cercos sanitarios y la turbamulta tomara las calles. La manifestación más grande se dio en París frente al Tribunal de París con 20 mil participantes.
Ellos también portaban la bandera de un adolescente de nombre Gabriel, de 14 años, quien sufrió daño en un ojo y fractura maxilar al ser sometido por elementos policiacos en el poblado Bondy, al norte de París, luego de que intentó robar una motocicleta. No importó que la Prefectura de Policía haya declarado “ilegal” la manifestación apelando a las medidas sanitarias contra el COVID-19 pues fue efectivo el llamado en las redes sociales para empatar las causas Traoré y Gabriel con el movimiento “Black Lives Matter” (Las vidas negras si importan) de los Estados Unidos.
Por la noche, los manifestantes parisinos bloquearon el bulevar periférico-norte de la ciudad e incendiaron bicicletas -de las que se alquilan para uso común-, barreras de plástico de la policía y botes de basura, además de protagonizar escaramuzas a pedradas contra los contingentes policiacos que respondieron con gases lacrimógenos. En otras ciudades como Lille, Marsella y Lyon también hubo manifestaciones, aunque mucho menos numerosas, de entre mil 500 y cuatro mil participantes. Sin embargo, a pesar de que el motivo de estas movilizaciones vino del exterior -por el caso Floyd- hay dos cosas muy indicativas en el contexto del post-encierro por el Coronavirus: una, casi la totalidad de los manifestantes de ayer eran muy jóvenes, entre adolescentes y no mayores de 25 años. Y dos, estaban muy enojados al grado de buscar enfrentamientos con la Policía e incendiar mobiliario público. Ambas señales inquietan al gobierno francés, pues la gente está furiosa y la ira acumulada en el confinamiento está creciendo.
De ahí que lo sucedido ayer podría ser el aviso de lo que vendrá. Es más, en las mismas redes sociales se preguntaban ¿dónde están los “Chalecos Amarillos”?, dando a entender que ya es hora de que la organización que durante dos años ha liderado las protestas públicas y que llegó a poner en jaque al presidente Emmanuel Macron, reaparezca. Por supuesto que en el gobierno tiemblan de miedo porque esa población enojada ya fue liberada del enclaustramiento sanitario.
 
¡VETE YA!
En México no se puede hablar de una ira popular post-encierro porque este fue escaso, no se generalizó debido a que la mayoría de los mexicanos desobedecieron el llamado a quedarse en casa y observar las recomendaciones sanitarias para evitar la propagación del virus gripal. No obstante, esto no significa que la gente no esté enojada con la forma en el manejo de la crisis sanitaria, las nulas acciones para paliar con el desplome de la economía y el escamoteo para ayudar a millones de personas que cayeron en el desempleo, la insolvencia financiera y hasta en una incipiente hambruna.
A convocatoria del autodenominado Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA), el domingo pasado miles de personas salieron en sus vehículos para manifestarse en la Ciudad de México y otras treinta urbes del interior del país exigiendo la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo hicieron en plena curva ascendente de contagios y muertes por el Coronavirus coincidiendo con el último día de la falsa “Jornada de Sana Distancia”, la propaganda fallida del gobierno lopezobradorista.
No fue una movilización que desbordara las calles, pero sí fue suficiente para sonar en la prensa y las redes sociales. Hay enojo popular contra el tabasqueño y contra su régimen al que pomposamente le ha llamado “Cuarta Transformación” que ha incurrido en excesos, corrupción y desidia al igual que lo hicieron los gobiernos anteriores a los que tanto criticó y de los que prometió diferenciarse. Y particularmente lo último es lo que tiene enervada a la población: la desidia revestida con negligencia frente a las dos cosas que tocan el corazón de las familias: la salud y el bolsillo.
El grito de “¡AMLO, vete ya!” no se perdió en el desierto pues caló en el destinatario y sus seguidores. El tabasqueño se ocupó en responderle a quienes le pidieron dimitir, tratando de ironizar con la consulta para la revocación de mandato en el 2022. “No coman ansias”, les dijo socarrón, pero sabe que está perdiendo las calles y las plazas, de ahí su empecinamiento para reanudar giras y reuniones multitudinarias en el interior del país en plena crisis sanitaria. Todo a fin de detener el desplome de su aceptación popular.
La ‘chairada’ intentó descalificar a los participantes de las marchas dominicales señalándolos de ser “fifís” que salieron en sus vehículos de lujo. No fue cierto, pues los ricos del país se arreglan con las cúpulas del poder, no marchan en las calles. La que se movilizó fue la clase media, la más golpeada por las erráticas decisiones del gobierno morenista y que es la que saldrá más golpeada por la caía de la economía nacional. Muchos de la clase media pasarán a la clase pobre antes de que termine el año, así de simple y de ahí el enojo contra los que mal llevan la conducción del país.
Y ojo, el voto de la clase media fue determinante para el triunfo de Lopez Obrador y el resto de los candidatos de Morena a cargos de elección popular  -gobernadores, diputados, senadores y alcaldes- en el 2018. Ahora los ‘clasemedieros’ están en la calle de forma un poco desorganizada, pero al tabasqueño sí le preocupa que los que hoy tocan el claxon repudiándolo a él y a su proyecto también llegarán a las mesas de votación en el 2021, el 2022 y el 2024. En el camino hacia esas citas electorales acopiarán más enojados y los ‘chairos’ encumbrados comenzarán a temblar.

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