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Editorial

Superiberia

Hoy no es un domingo común. Sí, en efecto, es 10 de mayo, Día de las Madres, pero se trata de un día sui géneris que seguramente será recordado para la posteridad como aquel cuando paradógicamente dijimos, como siempre, amar a nuestras madres, pero se lo tuvimos que demostrar, como nunca, sin flores, regalos, besos ni abrazos.

Ya sean biológicas, adoptivas o de acogida; madres solteras, abuelas, hermanas mayores, madrinas, tías, tutoras; quien quiera que sea la persona que nos signifique una mamá, hoy más que nunca debemos ser responsables para protegerlas y cuidarlas.

Regalar flores siempre ha sido una buena idea, pero hoy es tiempo de comprometernos a hacer mucho más que eso, con actos llanos con valor superior a cualquier auto, casa, joya o viaje, tales como respeto, igualdad y gratitud a todas ellas.

Sin duda ya vendrán tiempos de celebrar, porque como lo escribió el compositor cubano Alexis Valdés en su premonicioso poema “Esperanza”: “Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos (….) Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos (….) Entenderemos lo frágil que significa estar vivos. Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido……”.

Con cariño y respeto,

¡Felicidades madrecitas!

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