México, D.F.- Una incursión de la Marina a la sindicatura de El Salado, Sinaloa, el jueves 13 dio comienzo a todo. En un recorrido por la zona, marinos detuvieron a varios halcones, entre ellos a los hermanos Apolonio y Cristo Omar Sandoval Romero, quienes trabajaban para Ismael “El Mayo” Zambada.
A partir de estas capturas le pudieron tender una trampa a Joel Enrique Sandoval Romero, El 19. Al ser detenidos, los halcones pidieron hablar por teléfono con su hermano, de quien dependían. Lo llamaron en presencia de los efectivos de la Armada; El 19 les ofreció dinero a cambio de que los soltaran. “¿Cuánto puedes juntar?”, le preguntaron. “Cien mil dólares”, fue la respuesta. “Vente, pues”.
Joel Enrique Sandoval, encargado de las comunicaciones del Cártel de Sinaloa en esa región, fue aprehendido a su llegada al rancho Aguazarca, cerca de El Álamo, pueblo donde nació “El Mayo”.
A media mañana del viernes 14, un avión de la Marina llegó al aeropuerto de Culiacán. Detrás de él aterrizó de un helicóptero artillado. Al menos cinco hombres esposados y con los rostros cubiertos fueron bajados a toda velocidad del helicóptero y subidos al avión, el cual despegó de inmediato.
A los cinco detenidos les decomisaron –informó la Procuraduría General de la República (PGR)– 91 armas de fuego, cartuchos, cuatro vehículos y 286 mil pesos. A cuatro de los capturados los internaron en el Centro Federal de Readaptación Social 3 en Matamoros, Tamaulipas. El 19 fue enviado al Cefereso 1, El Altiplano, en el Estado de México.
Hacia las 4:30 de la madrugada del lunes 17, dos helicópteros artillados de la Marina aterrizaron en el terreno baldío de la vieja central camionera de Culiacán, predio perteneciente a Juan Manuel Ley.
Después se sabría que las dos aeronaves habían despegado de un buque de la Armada anclado frente a Cospita, en el extremo sur del municipio de Culiacán.
La Armada ya tenía objetivos concretos, pues desde el mediodía del domingo 16 sus efectivos habían sitiado un domicilio en la calle Río Humaya, de la colonia culiacanense de Guadalupe. Sin bloquear la calle se apostaron frente a una casa sin número, entre Manuel Bonilla y Domingo Rubí.
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