Por Elsbeth Lenz / columnista
María Antonia
Mi bisabuela Maria Antonia nació en Tuxtepec, Oaxaca en donde vivió su primera infancia, perdió a sus padres en la Revolución, se quedó solita, siendo muy pequeña se trasladó a Tlacotalpan y llegó a vivir con una familia; aquella tierra la acogió con el calor propio del Papaloapan, ya entradita en años y más por obligación, que por deseo, se casó con don Perfecto Vázquez, que de perfecto poco tenía el hombre, no sé si viudo o abandonado, pero mi bisabuelo ya traía un par de remolques, de ellos solo recuerdo a la tía María Josefa.
María Antonia y Perfecto procrearon solo una hija, mi abuela Socorro; a los pocos años de casada, Mamá Toña se dio cuenta de las infidelidades de su marido, contaba ella misma que fue con el alcalde del pueblo y le dijo que su marido no la quería, así que por favor “Divida el terreno de siembra y ganado que tenemos, para mantenerme con mi hija”, el alcalde hizo lo propio, Mamá Toña se mantuvo en Tlacotalpan trabajando, como ninguna otra mujer lo hizo en aquel entonces, no se volvió a casar, tampoco se volvió a enamorar, se dedicó a trabajar y a su familia, crió a su hija y a los hijos de su hija, que tuvo 8 la inmoderada, imagínense queridos míos que María Antonia fue tan piadosa, que hasta se hizo cargo de los hijos que su yerno Ramón, tuvo por allá perdidos.
Mi bisabuela me crió a mi también, viví mi primera infancia a su lado, con ella la vida siempre fue un prodigio, bordaba, cocinaba y todo lo que tocaba lo transformaba en milagro, de ella saqué la afición por la buena cocina, el trabajo y la fe ciega; mi bisabuela siempre tuvo una fe ciega, más que en Dios en si misma, siempre se supo capaz de vivir sola y de valerse por si misma.
Fue una estrella brillante, un lucerito mañanero la Matoña como le decíamos, nos inculcó siempre el respeto, la dignidad y el amor por nosotras mismas, una mujer que prefirió trabajar, antes que el papel indigno de mujer sumisa, engañada y traicionada, no puede ser más que la inspiración de todas y cada una de nosotras las Gutiérrez; mi madre, mis tías pero sobre todo yo, no podemos menos que comprometernos y luchar por los mismos derechos que siempre luchó mi bisabuela, los de independencia, dignidad y amor propio.
Cosas de la vida y menudencias
En un acto por demás abominable el pasado domingo 8 de marzo fue asesinada una chica de 16 años en la colonia Venustiano Carranza de Boca del Río; los asesinos desde un vehículo le dispararon y se dieron a la fuga, la joven tenía 39 semanas de embarazo, el bebé tampoco sobrevivió; es cierto no la mataron ni Andrés Manuel López Obrador, ni Cuitláhuac García… sin embargo no es ignorando la situación, como lograremos superar esta crisis feminicida.
Las marchas simultáneas del pasado 8 de marzo contaron con una nutrida participación, las mujeres estamos hasta el gorro de la situación de inseguridad que nos aqueja, el foco está encendido y el día de ayer el paro de mujeres se dejó sentir, no podemos decir que fue un éxito, de ningún modo, es un rotundo fracaso social, tener que llegar a eso, para hacernos escuchar, porque a gritos esta visto que no será.
Si ya de por si es lamentable el mensaje de la Magistrada Sofía Martínez Huerta, posteado ayer en la Fanpage del Poder Judicial del Estado de Veracruz, en el post justifica su actitud represora, ante el movimiento feminista “El 9 nadie se mueve”, en lo establecido en la Carta Magna y los tratados internacionales, se escuda la togada; mucho más lamentable resulta la actitud de doña Chofi, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostró solidaridad con el género, declarando día laborable pero no corrieron plazos, ni hubo actuaciones judiciales.
Pero bueno que podíamos esperar de una mujer que no tiene idea de lo que es sororidad y que a lo largo de su vida, solo ha luchado por propio beneficio; no se podría esperar nada bueno, de una mujer que ha pisoteado los derechos de otras mujeres a conveniencia propia, por lo menos se muestra tal cual y es congruente, a la señora solo le interesa ella y su beneficio.
Que no llegó al a Fiscalía General del Estado, el desaforado desafinado Erik Iván Aguilar López, a su audiencia, supongo que no sería que le dio por el 9 nadie se mueve y la sororidad, sospecho que el hombre ante lo inminente ya se peló, en lo que acaban las luminarias, fundidas y en un basurero.
Así las cosas queridos míos, nos leemos mañana.
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