Córdoba.- José Ángel Aguilar Vega y Jesús Román Osorio Jácome, policías municipales que se encontraban dentro de las torres de vigilancia móviles atacadas el pasado 22 de febrero por hombres armados, pudieron haber librado la muerte, pero estaban encerrados.
Mientras eran baleados, los dos uniformados, uno de ellos con días apenas de haber ingresado a la corporación, lucharon para tratar de salir de la torre, al menos así quedaron marcadas las huellas desgarradoras dentro del interior de la caseta, reveló un ex policía que solicitó el anonimato.
Sus intentos fueron inútiles, su única ruta de escape, la puerta, estaba cerrada con clave y sólo se abría por fuera, incluso, el mismo día del doble homicidio, socorristas y policías tuvieron que romper los cristales para poder ingresar.
José y Jesús recién habían recibido su comida, cuando comenzó la agresión contra ellos, narra el ex elemento de la Policía Municipal, quien después del atentado renunció.
“La cabina quedó bañada de sangre, su comida esparcida por todos lados y se ven claros golpes que dieron los compañeros intentando salir, pero no pudieron. Fue una estupidez haberlos encerrado, ellos si querían salir tenían que pedir permiso al oficial de sector para que fuera y les abriera. Eso fue homicidio”, narró desconsolado el uniformado.
Otra grave irresponsabilidad fue que, ese día, comenta el ex oficial, “sólo un policía traía un arma, pero ésta no servía, y aunque así fuera, no había forma de disparar contra los atacantes”.
El día del velorio de los policías, a la funeraria, llegó una corona en la cual se podía leer “Los Indestructibles”, lo que hizo pensar que fue enviada por algún grupo de la delincuencia organizada en son de burla.
Aún cuando hasta ahora hay dos personas bajo proceso, el homicidio de los policías está impune, pues ningún mando, jefe policial, así como funcionario incluida la alcaldesa, están encarcelados, ni siquiera bajo proceso.
