Por Andrés Timoteo / columnista
Aunque nunca debió ocupar una curul por sus expuestas limitaciones y su nulo trabajo parlamentario, el diputado local por Misantla, Erick Aguilar López tiene razón en afirmar que si prospera su desafuero y lo destituyen -votarían tal procedencia hoy miércoles-, por un ilícito que no se configura más que con el manoseo de la carpeta de indagatoria en la Fiscalía estatal, se abrirá la puerta a que cualquier otro legislador siga la misma suerte para satisfacer vendettas partidistas.
Este legislador, apodado el “DipuTaco”, llegó al congreso local postulado por el Partido del Trabajo (PT) y arrastrado por los votos que cosechó en la alianza con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en los comicios del 2018, pero se le quiere castigar por no permanecer en el bloque marrón e irse, primero, a una fracción separatista que fue bautizada como “El lado correcto de la historia” y luego a la efímera bancada disidente del Partido Acción Nacional (PAN).
Hoy, desde la Fiscalía estatal que instrumentaliza su función para perseguir a los enemigos del cuitlahuismo, le integraron una acusación por el supuesto “robo” y manipulación del cadáver de una persona que murió en un accidente de tránsito en diciembre pasado y que durante horas permaneció afuera de un hospital en Alto Lucero. Aguilar intervino a petición de los deudos para que, tras un acuerdo con agentes ministeriales, el cuerpo fuera llevado a su domicilio a fin de celebrarle el velatorio.
Basado en eso, la bancada de Morena admitió y dio curso a un proceso de desafuero solicitado por la FGE para que sea destituido e inmediatamente detenido, según el trascendido. Es, a todas luces, una venganza política no un asunto de legalidad. De concretarse el juicio de procedencia, en lo que resta de la 65 legislatura -pues es muy improbable que Morena conserve la mayoría para el siguiente congreso- cualquier otro diputado que sea malquerido por el gobierno estatal también seguirá la misma suerte.
Tal es el precedente que se dará al usar los juicios políticos como utensilio de venganza. Son tan débiles las acusaciones judiciales en contra Aguilar López que para justificar mediáticamente el juicio de procedencia se difundió un video donde el legislador hace una declaración aludiendo a la titular de la Fiscalía diciendo que “a la fiscal se la come en tacos”, dando a entender que no le importaba lo que dijera la funcionaria.
Pues de ahí algunos de sus colegas se agarraron para soportar un voto a favor de su desafuero, no por razones jurídica que sustenten la comisión de un ilícito.
En resumen, el sustento para proceder contra ese legislador es por mofarse de la fiscal, Verónica Hernández. Los diputados satélites de Morena en el congreso local, los priistas Erika Ayala y Jorge Moreno Salinas, saltaron a la prensa para defender la tesis de una declaración misógina -que, por supuesto, no lo es- y justificar el voto que emitirán.
Obviamente no dijeron nada sobre el delito imputado ni de su soporte jurídico, solo elevaron la frase de que a la fiscala se la merendaría en un taco a un delito de lesa humanidad. Risas. Claramente están forzando las cosas para dar la apariencia de que el legislador cometió algo indebido y debe ser destituido socorriéndose en una falsa defensa feminista.
Otra feminista de oportunidad, Mónica Mendoza, exvocera del PRI en sexenios pasados y ahora acomodada por los morenistas como encargada del Centro de Estudios para la Igualdad de Género y Derechos Humanos en la legislatura también se sumó al sainete de satanizar al enjuiciado por sus dichos, obedeciendo a sus nuevos patrones. Sin embargo, los tres -Moreno, Ayala y Mendoza- tiene doble rasero en asuntos feministas y la defensa de las mujeres la hacen a conveniencia y ordenanza.
Un dato que confirma lo anterior es que ninguno dijo nada cuando en enero del año pasado, el diputado Javier Gómez Cazarín, morenista y presidente de la Junta de Coordinación Política, hizo un gesto obsceno a la legisladora mendocina María Candelas Francisco Doce cuando ésta acudió con otros colegas a la oficina del gobernante en turno y se hizo tomar una fotografía al lado del escritorio principal.
Entonces, Gómez Cazarín aprovechó para colocarse detrás y mostrarle la lengua.
Desde luego que no fue un gesto inocente sino con una evidente connotación sexual aludiendo al cunnilingus, es decir la práctica del sexo oral. Peor aún, la fotografía fue difundida por el propio diputado tuxtleco en redes sociales, agravando el insulto misógino hacia la diputada Francisco Doce. ¿Y que hicieron los que hoy se espantan con el dicho taquero de Aguilar López? Nada, Jorge Moreno, Erika Ayala y la seudofeminista Mendoza callaron como momias, diría el tabasqueño. Ese es el doble rasero de estos señores frente a dos tipos majaderos y pasados de lengua.