Durante todo el fin de semana los espacios periodísticos de opinión y las redes sociales fueron un hervidero por la versión de que serán destituidos del gabinete estatal el procurador Amadeo Flores Espinosa y la vocera, María Gina Domínguez. Hasta la noche del domingo esa especie se mantenía como no oficial pero tampoco nadie había salido a refutarla. Incluso en un evento público del viernes pasado los reporteros cuestionaron sobre la misma al gobernante en turno, Javier Duarte y éste no la confirmó pero tampoco la desmintió.
El hecho es que ya es casi una semana de que se localizó el cuerpo sin vida del colega Gregorio –noticia acompañada por una ola de confusión informativa que puso, una vez más, en entredicho el manejo de la comunicación social del duartismo.- y tanto Flores Espinosa como Domínguez Colío siguen en sus cargos. ¿Qué se van ambos? Deberían, es justo y necesario, dirían los católicos, pero en la administración duartista lo inverosímil es lo cotidiano así que a nadie debe extrañar que ambos sean sostenidos a contra viento y marea para que continúe el vacilón aunque a nivel nacional e internacional la imagen del cordobés esté achicharrada.
Es más, la revista Proceso, una de las voces del periodismo más calificadas en México, le dedica la edición a Duarte de Ochoa con el titulo de portada “Veracruz, un estado sin ley”. Por si fuera poco hay una delegación de representantes de organizaciones defensoras de periodistas en el sur del estado para revisar los expedientes judiciales de la procuraduría veracruzana, pues ésta carece de credibilidad y la sospecha generalizada es que se prepara la impunidad como solución al crimen de Gregorio Jiménez de la Cruz, como ha ocurrido en los casos de los otros nueve compañeros victimados.
La visita de los activistas entre los que participan organismos internacionales como Reporteros sin Fronteras (RSF) es inédita en México pues acude a fiscalizar un fiscal que es sospechoso de retorcer la ley, o sea, el gobierno de Duarte no es confiable. A la par, no solo agrupaciones no gubernamentales del mundo sino organismos formales como la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se unieron al repudio del crimen y al cuestionamiento sobre el manejo judicial del expediente por intentar desligarlo de su actividad reporteril y reducirlo al móvil de “venganza personal”. En pocas palabras las pifias de Flores Espinosa ahora alcanzan niveles globales.
Lo que sucede en Veracruz es de antología y guardando las distancias y sobre todo los tamaños de los protagonistas –pues los de la aldea son enanos-, lo que sucede con el gobierno duartista es algo así como “La Corte de los Ilusos”, la novela de Rosa Beltrán sobre el imperio de Agustín de Iturbide, una monarquía de papel con sátrapas de pies de barro que se desmoronan con el agua y que estuvo condenada al fracaso desde su origen. Duarte se habrá soñado como emperador – decía que sería “el mejor gobernador de la historia de Veracruz”- pero la realidad lo está despertando a sacudidas y la historia lo está marcando como el que encabezó una de las peores etapas de la entidad.
Pero regresando al tema de los que supuestamente se van, mientras hace maletas –si es que en realidad las está preparando- la errática vocera lanza los últimos zarpazos para controlar la información con el fin de “desaparecer” -una vez más- a Gregorio Jiménez de la palestra informativa y de paso, jalarle la cadena a la cloaca para reactivar el salpicadero de lodo. La realidad es dura para Duarte de Ochoa pues Flores Espinosa y Domínguez Colío son insostenibles profesional, moral y éticamente. La permanencia de ambos en su gabinete solo puede ser entendible por el masoquismo del cordobés o una complicidad muy grande en asuntos inconfesables.
Entre los rumores paralelos está los aspirantes a sustituir a Gina Domínguez entre los que se han mencionado al ex alcalde de Tuxpan y actual secretario de Desarrollo Social, Alberto Silva, conocido con el apodo de El Cisne y cercano a Domínguez –él fue quien aconsejó a Duarte de Ochoa de declarar que era admirador del dictador español Francisco Franco para tratar de justificar la agudeza de su tono de voz, de la cual también padecía el sanguinario dictador-, otros mencionan a Raul Peimbert, actual presentador de la cadena estadunidense Telemundo y ex vocero en el gobierno de Miguel Alemán Velasco.
Otros mencionan a Othón Gónzalez ex operador oscuro de la fidelidad y a Ana Guadalupe Ingram, diputada priista y presidenta del congreso local, así como a Tonatiuh Pola, también legislador y exc onductor de Telever así como a Jorge Faibre, ex conductor de TV Azteca Veracruz y ahora director de prensa en la Coordinación de Comunicación Social. O sea, “tiradores” sobran y ya no ven para cuando la errática vocera, María Gina Domínguez, ahueque el ala.
En los pasillos de Palacio de gobierno también se hacen apuestas sobre el sustituto de Amadeo Flores Espinosa en la PGJE, sobre un trío de aspirantes. El más fuerte de ellos es el cordobés Luis Ángel Bravo Martínez, abogado personal de Duarte de Ochoa y actual presidente del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI) – el problema que ha detenido su nombramiento como fiscal es su afición a las bebidas espirituosas-, el segundo es el ex presidente del congreso local y quien ya fue procurador hace años, Eduardo Andrade Sánchez, cuñado de la cantante Gloria Trevi.
Y para el susto e indignación de todos, también se ha apuntado en la terna el terrablanquense Francisco Portilla Bonilla, dos veces desastroso alcalde de Córdoba y actual secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública. Es decir, podrían a la Iglesia en manos de Martín Lutero. Así, dos cordobeses están en el rejuego para entrar como bateadores emergentes en la PGJE y de ellos dos, solo Portilla garantizaría que será peor que Amadeo Flores. ¿No creen?
LOS INSERVIBLES
Hasta el momento, en las versiones del reacomodo en el organigrama próspero no se ha mencionado el despido del peor de todos: el secretario estatal de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita quien ha roto record en las pifias y lleva la delantera en dejar en predicamento a Duarte de Ochoa. Vaya, todavía no han transcurrido dos meses de este 2014 –el cual Duarte de Ochoa prometió como “el Año de Veracruz- y Bermúdez ya detonó dos granadas mediáticas en los intestinos de la prosperidad.
Una fue el caso de sus policías que secuestraron y asesinaron al cantante Gibrán Martíz y otro jovencito en Xalapa, unas horas después de la graduación de 800 integrantes de la “Policía Acreditable” y la más reciente fue la inacción y deficiencias en el dispositivo para localizar con vida al periodista Jiménez de la Cruz. El retraso para activar el protocolo de búsqueda fue decisivo para que la consecuencia fuera fatal. Después vinieron los “palos de ciego” en las pesquisas, la agresión contra periodistas de Acayucan que se manifestaron para exigir que apareciera Gregorio y finalmente el desafortunado desenlace. Aún así, Bermúdez sigue ahí, lo que es todo un misterio para la araña panteonera.
Otro que ha sido excluido de los que se deben ir es el secretario general de Gobierno, Erick Lagos Hernández cuya actuación en estos últimos días ha sido más que desastrosa. Primero dijo que había mil policías buscando a Gregorio Jiménez y su localización se haría como “toda la fuerza de las instituciones” –ahora se ve que esa fuerza es la misma de una botella de agua mineral destapada hace una semana- y la última pifia es tratar de justificar la teoría de una “venganza personal” como el móvil del crimen.
En una entrevista concedida el fin de semana, Lagos Hernández hizo una declaración ininteligible: “En Veracruz “nadie está por encima ni por debajo de la ley”. ¿Pues entonces dónde está?, ¿en el limbo, en la nada, en la cuarta dimensión? Vaya con estos funcionarios que demuestran una pobreza intelectual lastimosa. Y agárrense, Lagos también sostiene que al Gobierno estatal le asiste “la razón y la verdad legal” en el caso del periodista asesinado por el sólo hecho de que “somos gobierno”. Al escuchar a este señor se entiende porque Duarte de Ochoa es huésped permanente la sorna y la indignación internacional. Sus allegados no estudian, no leen, no reflexionan, no tienen experiencia, no escuchan, no son políticos mucho menos operadores y en una sola frase: no le sirven ni a él ni a los veracruzanos.
Por cierto, coincidentemente el viernes pasado el gobernador de Michoacán, otra entidad convulsionada por la inseguridad, Fausto Vallejo, aprovechó el Día del Amor y la Amistad y también su segundo informe de actividades para negar que vaya a separarse del cargo como todos los michoacanos claman y la opinión pública nacional especula. “No me voy, que quedo a seguir sirviendo”, afirmó pese al desastre que tiene en su entidad. ¿Y Duarte cuando desmiente lo mismo? Por lo menos para que no deje de proveer material a los tuiteros y feisbukeros que lo traen en salsa. Si cada semana les brinda primicias para que lo tundan, pues su desmentido podría ser la cuota de la presente. ¿No creen?
Pero más allá de la broma y la tirria de los insidiosos, es un hecho que crece el porcentaje de veracruzanos que se pronuncian por su retiro del cargo. Todos están indignados por lo que sucede en la entidad: la inseguridad y ola de crímenes –entre ellos los cometidos contra los representantes de la prensa-, la inacción oficial, la crisis financiera y las pifias política. Lo anterior ha dado como resultado que la fama pública del gobernante siga rodando cuesta abajo y arrastre consigo a la del estado.
Ejemplo de eso es que la semana pasada el Gobierno de España lanzó una tercera advertencia para que sus ciudadanos se abstengan de viajar a territorio de Veracruz -al igual que a algunas regiones de Michoacán, Guerrero, Chihuahua, Durango, Sonora, Nuevo León y Tamaulipas- precisamente por la ola de violencia e inseguridad que lo azota y la faltas de garantía para los extranjeros, y esto se puede consultar en la página oficial del Ministerio del Exterior:http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/ServiciosAlCiudadano/SiViajasAlExtranjero/Paginas/DetalleRecomendacion.aspx?IdP=122
Entonces queda comprobado que fue una mala inversión los 250 mil euros que tomó del erario estatal para pagarle al ex presidente del Gobierno español, José María Aznar para que viniera a la entidad a montar su changarro llamado “Iniciativa Cuenca del Atlántico” y con el cual recreó un escenario en el que Duarte de Ochoa pidió “hablar bien de Veracruz”. El comunicado de advertencia de España que califica a Veracruz como uno de los estados más peligrosos solo confirma que al gobernante veracruzano le vieron la cara pues nunca quiso atender la advertencia de que Aznar era un “engaña-ilusos”.