Andrés Timoteo
Columnista
EL ‘CORAZÓN’ INFARTADO
Las contingencias siempre sacan a flote la mugre -sea física o ética-. Es decir, cuando hay una tragedia por lo regular sale a relucir lo peor de las personas y de las instituciones: la corrupción, la negligencia, los delitos de terceros y los daños ocultos muy independientemente de aquellos que de buena fe prestan auxilio y se solidarizan con los afectados.
Y eso sucede con el incendio que devoró decenas de locales en el mercado “Revolución” el viernes pasado. Los vicios, que no estaban tan ocultos, sino más bien expuestos y tolerados por todos, hoy están en la palestra mediática. Para nadie es un secreto que las mafias mueven al “Revolución” no sólo las delincuenciales, sino también las formadas por los comerciantes y la de los funcionarios municipales. Todos lucran con ese centro de abastos.
Afortunadamente en el incendio no hubo víctimas mortales que lamentar, lo que ya es un verdadero milagro, pues en las condiciones de descuido y precariedad en las que opera el mercado es para que hubiera ocurrido la peor tragedia de la ciudad. Ahí se manejan mercancías inflamables, la estructura es raquítica, el cableado está lleno de desperfectos y además hay depósitos de gas doméstico usado para las fritangas.
El mercado “Revolución” es una verdadera trampa mortal y así operaba sin que nadie alzara la voz. Las irregularidades son toleradas por los vendedores, las autoridades y la clientela. Hoy, la conflagración puso en evidencia todo eso y también la necesidad de poner orden en el lugar, meter en cintura a comerciantes, a sus organizaciones, a los inspectores y funcionarios municipales, y al resto de involucrados en su funcionamiento.
Tras el incendio hay lloriqueos por todos lados alegando que se ha dañado “el corazón de la ciudad”. Tal vez, pero era un corazón muy enfermo que tarde o temprano tendría un infarto. Ahora es momento de atenderlo y sanarlo. Lo que se requiere no es una reparación parcial, es decir remiendos a la estructura que ya tiene más de 60 años, sino una nueva construcción.
Las autoridades deberían tomar una decisión de Estado y ordenar la reubicación temporal de todos los locatarios, para demoler el edificio y construir uno nuevo. No es la primera vez que se plantea y es lo ideal si se quiere curar al “corazón de la ciudad”. Hay quienes han propuesto, por ejemplo, levantar un nuevo edificio moderno y de al menos seis niveles.
Tres serían subterráneos que servirían de bodega y estacionamiento para desahogar el tráfico de la zona y otros tres sobre la superficie para dividirlos en tipos de mercancía: el primer nivel para perecederos -carnes, verduras y otros comestibles-; el segundo, para mercería, papelería, cestería, cerámica y plásticos, y el tercer nivel, para el área de restaurantes y cafeterías. Adosarle elevadores de carga y para la clientela, así como escaleras eléctricas y convencionales. Es decir, crear un mercado funcional.
Dinero hay de sobra si en verdad se quisiera realizar ese proyecto integral gestionado con recursos municipales, estatales y federales. Lo otro urgente es que haya mano dura para corregir las irregularidades en la ocupación de locales, pues ahora muchos vendedores alegan que “perdieron su patrimonio” y algunos apoyados por organizaciones gremiales hasta amenazan con amotinamientos para mantener el supuesto “patrimonio”.
Se equivocan. El patrimonio que perdieron es su mercancía y tal vez los enseres, pero los locales no son propiedad suya, sino de la comunidad. Los mercados son espacios públicos, o sea propiedad de todos, y administrados por el Gobierno. La Ley de mercados es clara, los locales no se venden como propiedad a un particular, sino que son una concesión, un permiso para ocuparlos y este permiso puede expirar o ser retirado conforme a determinadas causales previstas en los reglamentos.
El mercado “Revolución” necesita urgentemente un reordenamiento de locatarios y espacios revisando cada concesión y verificando si se es renovable o si se requiere su extinción. Los concesionarios que estén en regla tendrán la seguridad de que esos espacios serán respetados y reasignados en el nuevo proyecto. Eso serviría para que la autoridad retomara el control del centro de abastos e hiciera viable una construcción nueva.
Hay que agregar que el proyecto millonario de remodelación que impulsó el exalcalde Tomás Ríos Bernal, sólo fue una mascarada para exprimir el erario municipal. Ni lo modernizó ni lo reparó ni lo reordenó ni combatió las mafias ni previno contingencias ni corrió el caos vehicular y de espacios en sus alrededores. Y ahí están las consecuencias: un mercado caótico y peligroso para vendedores y clientes.
A la par de lo anterior están las graves negligencias oficiales que fueron desnudadas por el incendio del viernes. En el sitio no había ni extintores y ni siquiera depósitos o tomas de agua para extinguir las llamas. No existe, pues, un plan de protección civil para enfrentar una contingencia en el sitio. ¿Y si las llamas hubieran alcanzado tanques de gas, las viviendas y comercios externos o algunos vehículos estacionados en la cercanía?
LA LLORONA BIPOLAR
La otra precariedad que salió a flote fue la actitud de la alcaldesa Leticia López Landero, quien ofreció un espectáculo denigrante a la hora de ir al lugar del siniestro. Para empezar, llegó varias horas después de lo sucedido y lo hizo rodeada con un séquito de lambiscones que la resguardaban como si los comerciantes afectados la fueran a dañar.
Vaya, resulta denigrante que el encargado municipal de Protección Civil, José Sierra, en lugar de estar supervisando las tareas en el mercado estuviera como ‘dama de compañía’ de la Alcaldesa, empujando a los manifestantes y hasta hincándose a levantarle el dobladillo del pantalón para que la edil no se ensuciara con el lodo formado por las cenizas y el agua. Funcionario ridículo y zalamero.
A la alcaldesa López Landero los comerciantes prácticamente le cortaron el paso cuando intentó huir del sitio a bordo de un automóvil y la obligaron a escucharlos y comprometerse a que habría apoyo municipal. Sin embargo, la actitud de la edil panista no deja de sorprender, no por su irresponsabilidad como gobernante, sino por su comportamiento personal en ese momento.
La señora pasaba de la risa a carcajadas a las lágrimas o el enojo. A quienes le reclamaban atención los llamó “niñas”, a otros les sonreía de oreja a oreja y un minuto más tarde soltaba el llanto argumentando estar conmovida al ver los tomates y las naranjas chamuscadas que rodaban por el suelo – ¿no habrá sido porque ya no se las pudo comer en una ensalada o tomárselas en un jugo mañanero? –. La alcaldesa López Landero no solo es llorona, sino que también sufre de bipolaridad.
Empero, lo peor del asunto son las maniobras verbales que hizo para tratar de evitar que el incendio en el mercado se investigue como un acto criminal. La Edil tiene un extraño interés para que el siniestro se declare fortuito y accidental y no se indague si fue proyecto de los amagos del crimen organizado.
Lo último es una hipótesis que los mismos locatarios han sugerido, que se trató de un atentado provocado por la delincuencia que extorsiona a la mayoría con el famoso “cobro de piso”. Ya en Coatzacoalcos los incendios a negocios son práctica común del crimen organizado para amedrentar o castigar a los comerciantes que se niegan a pagar la extorsión -van casi 30 comercios incendiados- y ahora parece que esta misma técnica se importó a Córdoba.
Por eso, resulta curioso que desde el mismo día del incendio y sin que hubiera un peritaje de expertos o siquiera una carpeta de investigación abierta por el Ministerio Público, López Landero se apresuró a descartar tal teoría. “Es un incendio que no nos interesa cómo fue, si fue provocado (o no)”, dijo. Bueno, no le interesará a ella, pero a los afectados sí, y además, por Ley debería indagarse sin ni siquiera mediar la denuncia de algún particular.
Y además, declaró otra barbaridad. “Más que perder el tiempo en comentarios que no llevan a nada o ver quién es responsable hay que reconstruirlo”, aseveró sin tapujos. Tales afirmaciones en boca de alguien que representa a la autoridad y que juró cumplir y hacer cumplir las leyes al asumir el cargo son una irresponsabilidad. A la Alcaldesa llorona sólo le faltó añadir que el incendio en el “Revolución” fue provocado por enojo divino o por los extraterrestres.
¡Atención cordobeses!, la actitud de López Landeros no solo es irresponsable, sino pudiera decirse que hasta sospechosa. ¿Por qué no quiere que se investigue si el siniestro fue provocado y quién lo provocó?, ¿por qué pretende que la opinión pública ni las autoridades judiciales reparen en un posible atentado de la mafia? Algo suena ahí, la mugre está saliendo a flote.
Por lo pronto, la palabra la tienen los comerciantes para exigir que se esclarezca el siniestro y para que haya un plan integral para el mercado “Revolución”, ya sea reconstrucción de la parte dañada o un nuevo edificio en su totalidad que sería lo ideal para tener un lugar de primer nivel y no seguir con esa ‘bomba de tiempo’.
Está por demás recordar que es cierto lo que dicen de que el mercado “Revolución” es el motor económico más importante de la ciudad, pero reconocerlo no es motivo de orgullo, sino de penuria porque confirma el atraso en infraestructura urbana y desarrollo económico del municipio.
Córdoba no tiene otro mercado que nivele la demanda, la central de abastos está para llorar y tampoco hay un centro de convenciones ni plazas comerciales importantes ni centros culturales de impacto regional o estatal ni mucho menos ferias comerciales ni festivales artísticos de renombre que se conviertan en receptores de comerciantes y clientela para responder a las expectativas de la ciudad.
En pocas palabras, a Córdoba la tienen en el atraso histórico y la única bujía que detona el movimiento económico es el mercado “Revolución”. Entonces, ¿no vale la pena cuidarlo, exigir que sea un edificio de primer nivel, limpio, seguro y funcional?