DOLOR E INDIGNACIÓN
La noticia devasta y, como ya se dijo, es de aquellas que los periodistas nunca quisieran dar. Causa dolor e indignación, y también repudio. La localización sin vida del compañero periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, ensombrece más el panorama de Veracruz, aumenta el miedo y la zozobra porque confirma que la delincuencia está enseñoreada en la entidad, y que cualquiera puede amenazar, agredir, secuestrar y asesinar a un comunicador sin que nadie lo impida y sin que haya consecuencias.
No sirvieron los mil policías que, según presumió el gobierno estatal, se enviaron a la búsqueda del reportero en el sur del estado. Tampoco que el procurador Amadeo Flores Espinosa, los secretarios de Seguridad Pública y de Gobierno, Arturo Bermúdez Zurita y Erick Lagos Hernández, respectivamente, y hasta la metiche vocera estatal, María Gina Domínguez se apersonaran en aquella zona para tratar de dar la impresión de que se buscaba eficazmente al comunicador. ¿Qué sucedió? Fallaron una vez más.
Es cierto, ellos ni el gobernante en turno, Javier Duarte, lo mataron, pero sí son cómplices porque no han logrado brindar las garantías para el quehacer periodístico y por no combatir a la delincuencia que campea por todos lados. Duarte de Ochoa y sus subalternos son responsables también porque no se aplicó el protocolo inmediato de salvaguarda cuando Gregorio Jiménez fue secuestrado: la familia denunció inmediatamente el plagio pero la policía estatal, dependiente de Bermúdez Zurita tardó más de hora y media en reaccionar e iniciar su búsqueda. ¿Fue retraso involuntario o adrede? La duda carcome.
En hora y media los plagiaros sacaron a Gregorio Jiménez de Coatzacoalcos y les dio tiempo de ubicarlo en el lugar donde lo mantuvieron retenido, tiempo de torturarlo y privarlo de la vida, y hasta de sepultarlo en la fosa clandestina. ¿Y los filtros, y los retenes y los patrullajes? No funcionaron porque se activaron 90 minutos después de que el compañero fue llevado por sus captores. Vaya, son malos hasta para dar malas noticias, porque durante todo el día de ayer predominó la desinformación, la ola de rumores y versiones desmentidas.
Todos entraron al rejuego, hasta el mismo Duarte de Ochoa que no asumió su papel de representante de las instituciones para informar con exactitud a la opinión pública, y optó por dejarle el deber al desacreditado procurador Flores Espinosa para que leyera un boletín en un escenario controlado. Duarte no se arriesga al reclamó público, ya no da la cara. De hecho en los últimos días estuvo recluido en Casa Veracruz, temeroso de salir pero no porque le fueran a cuestionar sobre el caso del periodista desaparecido sino porque su equipo de guardaespaldas quedó incompleto.
Lo anterior después de que varios de ellos se agarraron a balazos en un hotel de Orizaba propiedad de la familia del ex alcalde Tomás Trueba. Una vez reemplazados parte de los treinta gorilas que lo cuidan y verificar que no tenían la intención de volver a sacar las pistolas en horas laborales, entonces ya pudo salir a la calle y reanudó el corte de listones y las declaraciones de prosperidad.
Y lo dicho por el procurador Flores Espinosa y por el ultracuestionado fiscal especial, Enoc Maldonado -señalado de reprobar exámenes de confianza y uno de los responsables del “chivo expiatorio” en el caso del crimen de la periodista Regina Martínez- simplemente no cuadra, no les alcanza para distorsionar las líneas de investigación hacia móviles ajenos al ejercicio periodístico. Flores y Maldonado afirman que el plagio y homicidio de Jiménez de la Cruz fue por una “venganza personal” pero en la misma conferencia de prensa hablaron de que los autores materiales eran de una “célula delincuencial”.
Aún más, afirman que el compañero fue llevado una “casa de seguridad” en el municipio de Las Choapas y ese mismo inmueble ya había sido usado para retener a otras víctimas del plagio. ¡¡¿Si era una “casa de seguridad” con antecedentes de hospedar secuestrados por qué seguía funcionando?!!, ¿por qué no la habían detectado y había plagiados que la habían reconocido?. Y lo inaudito y que es una burla para todos, es que los funcionarios duartistas alardean que la localización del cuerpo de Gregorio Jiménez fue gracias “a los trabajos de inteligencia”.
Si en verdad existiera tal trabajo de inteligencia hubieran rescatado con vida al periodista, no se hubieran tardado seis días dando palos de ciego, la movilización de las fuerzas policiacas se habría dado con rapidez y hoy otra historia se estaría contando. Hay la versión que desde la noche del lunes habían localizado los restos del periodista pero irresponsablemente los funcionarios estatales decidieron “administrar los tiempos” y retardar la noticia para diseñar un plan para contener el impacto negativo hacia el gobierno duartista.
Por eso Lagos Hernández cacareaba que se estaba “a horas de resolver el caso” pero la información se fugó y llegó tanto a los comunicadores del sur del estado como a las redes sociales. En pocas palabras, no les sirvió el intento de control de daños y de contención de noticias, ni para eso sirven, pues. Fallaron hasta en simular.
¡QUE SE VAYAN!
¡Que los despidan!, ¡que los echen a la calle!!. No hay que pedir su renuncia sino su destitución. En cuanto a Duarte, el señor derivó en un mero enterrador de periodistas. Y lo peor es que no los deja descansar ni en la tumba porque todavía ordena arrojarles toneladas de lodo encima para justificar su ineficiencia, impericia y mala fe -entiéndase complicidad- pues desde su oficina han salido órdenes para atacar a la prensa y a sus representantes con infamias. ¡Que se vayan ellos y que se vaya Duarte!. Ya no da para más, es un gobernante fallido.
¡Que se vayan también Namiko Misuko y Rocío Ojeda de la fantasmal Comisión de Defensa de los Periodistas!. ¡Que extingan a ese elefante blanco!, ¡Que se vayan los otros zánganos que cobran en esa inservible comisión! ¡Que se vayan el legislador Eduardo Sánchez Macías, tan zalamero y tan errático! -ya se verá si el gobierno estatal lo denuncia por difundir rumores pues había anticipado que el periodista fue localizado vivo. Vaya, así maneja la información en sus periódicos. ¡Que se vayan todos!. Es lo que debe proceder si tienen decencia, un poco de sentido común y respeto a los veracruzanos.
Además del zalamero diputado, Eduardo Sánchez Macías, propietario de los periódicos El Martinense y El Heraldo de Jalapa y El Heraldo de Coatzacoalcos, hubo otras rémoras que minimizaron el plagio del compañero y se dedicaron a difundir versiones infames sobre su caso. Portales informativos y comentaristas a sueldo divulgaron las injurias dictadas por la errática vocera estatal para desprestigiarlo y hacerlo responsable de su propia tragedia, como lo han hecho con los otros nueve compañeros asesinados. Ahora esa misma jauría fortalecerá la versión de la “venganza personal”. ¡No tienen vergüenza!
Otras rémoras que ni por equivocación se solidarizaron con el compañero plagiado y cerraron filas en torno a las ineficientes autoridades son los ex conductores de Televisa Veracruz, Ana Guadalupe Ingram y Tonatiuh Pola, diputados priistas. La primera es presidenta del Congreso local. Nunca alzaron la voz para exigir su búsqueda sólo se dedicaron a echarle piropos a los fallidos funcionarios.
De igual forma, otro que no tiene pudor en colgarse de la tragedia es el senador priista Héctor Yunes Landa que mandó a insertar una “columna” en medios informativos en la que aseguran que es injustificable las agresiones contra los periodistas. Vaya caradura pues en el sexenio de la fidelidad cuando era subsecretario de Gobierno citó en su oficina al reportero de radio, Jorge Manríquez y lo atacó a planazos con un machete.
Furioso, Héctor Yunes le reclamó al comunicador difundir noticias que no le agradaban y lo obligó a pedirle perdón con tal de no pegarle con el filo del arma. Eso quedó documentado y el mismo Gobierno del Estado publicó una carta de Manríquez en un periódico jalapeño en el 2010, contando la agresión, cuando Yunes Landa buscaba disputarle la candidatura a Duarte de Ochoa a la gubernatura. Ahora, Yunes Landa se atreve a tomar la tragedia de Gregorio Jiménez para seguir promocionándose mediáticamente. Como si no se recordara su ominoso y delincuencial comportamiento.