Córdoba.- En esa mesa donde estuvo la familia del reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, quien desapareció a las 7:15 de la mañana, cuando salía de su vivienda ubicada en Villa Allende, Coatzacoalcos, les prometieron ayuda económica y psicológica, pero en concreto a la investigación, siquiera un dato que han recabado los elementos de la Agencia Veracruzana de Investigaciones (AVI), les dieron a conocer.
En esa plática hubo demagogia, el mismo Gobierno difundió la fotografía, y un escueto pie de foto para intentar calmar el clamor de justicia, pero la esposa se mantuvo firme en exigir, que necesita a su marido a su lado, reclamó por qué pasó casi una hora sin que recibiera el apoyo de los elementos de la Policía Naval; la tardanza, la lentitud de las investigaciones, fueron el reclamo de la mujer, quien a pesar de estar resguardada, vive con miedo y angustiada, porque el hombre con quien viviría el resto de su vida está desaparecido, como muchos de los reporteros que han sido víctimas de la impunidad del Gobierno próspero.
Si la vivienda que le prometió a la familia de “Cuco”, será la misma que le prometieron a la familia de Goyo, qué se puede esperar, migajas, para dejar pasar el rato y que se olvide en la colectividad que hay un reportero, un hombre, un padre de familia que no está en casa, que fue secuestrado por la inseguridad que se vive en el territorio veracruzano, desde que Duarte de Ochoa asumió su mandato.
La familia no quiere una casa; quiere, exige a Gregorio Jiménez de la Cruz de nuevo en casa, de nuevo trabajando, investigando, dando a conocer lo que sucede en Coatzacoalcos, que la información que trascienda, sea el clamor de la sociedad, harta de tanta impunidad.
De la Redacción
El Buen Tono