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EL REGALO PROMETIDO

Superiberia

Por: Andrés Timoteo  / columnista

EL REGALO PROMETIDO

 El Santa Claus de la “cuarta transformación” viene retrasado y en Navidad no le trajo el regalo prometido al personaje que goza de la simpatía y los favores del nuevo régimen. Es el exgobernador del Sureste, priista, estuvo prófugo por un tiempo antes de ser detenido y se colocó, en su momento, como símbolo de la corrupción y nexos de la política con el crimen organizado.

 Es el exgobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, quien planeaba cargar Los Peregrinos en su lujosa mansión tras ser liberado por obra y gracia del lopezobradorismo, pero se retrasó el obsequio navideño. Seguirá en prisión, en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial de Morelos.

 Pero será por el momento ya que el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha comprometido públicamente y sin tapujos de que su administración pediría el beneficio de prisión domiciliaria para que Villanueva para el resto de los 20 años de su condena -de 28 años- por “lavado” de dinero y asociación delictuosa.

 Hay que recordar que el exgobernador quintanarroense fue detenido en el 2001 y pasó nueve años preso en México, pero en el 2010 el Gobierno concedió su extradición a Estados Unidos donde purgó siete años de cárcel por “lavado” de dinero a favor del Cártel del Juárez de cuyo capo, Armando Carrillo “El Señor de los Cielos”, recibía hasta 500 mil dólares por cargamento de droga que dejaba introducir a Quintana Roo.

 En el 2017, Villanueva regresó a México tras purgar su condena en el País vecino y con la llegada de López Obrador al poder se le abrió la posibilidad de salir libre. Su cercanía con el tabasqueño no es nueva y el año pasado su hijo, Mario Villanueva Tenorio fue postulado por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a la Alcaldía de Chetumal, la cabecera municipal de Quintana Roo.

 Desde su llegada a Palacio Nacional, López Obrador ha maniobrado para beneficiar al exgobernador y la carta al Santa Claus de la “cuarta transformación” que le sirvió de asidero fue enviada por 40 senadores de Morena el pasado 12 de diciembre en la que exigían la libertad para el “narcogobernador” asegurando que ¡¡era una petición de todo el pueblo de Quintana Roo!!  ¡Habrase visto!

 Mario Villanueva no salió de la cárcel en Navidad y posiblemente tampoco lo hará para Año Nuevo, según se ha adelantado, pues el Juez del caso fijó la audiencia para analizar la petición de la prisión domiciliaria por “razones humanitarias” – se alega que tiene 70 años y está enfermo- hasta el 13 de enero de 2020.

 Aún con eso, su excarcelación sería inminente y así, el lopezobradorismo sumará el segundo capo del narcotráfico liberado después de que el 17 de octubre pasado detuvo y liberó a Ovidio Guzmán López, hijo del capo del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, y quien es uno de los herederos del imperio de la droga en el País.

OTRO PLAN FRACASADO

¿Se acuerdan? Hace un año, el viernes 21 de diciembre de 2018, convoyes de patrullas con agentes policiacos “armados hasta los dientes” recorrieron las calles de Orizaba para anunciar el inicio del operativo “Unidos para la construcción de la paz en el Estado de Veracruz”. Un día antes, el jueves 20, ese mismo desfile se hizo en Coatzacoalcos. Ambos eran parte de la estrategia de los Gobiernos Estatal y Federal para atender inmediatamente la situación de violencia y criminalidad que castigaba a los veracruzanos.

 En Coatzacoalcos, que ya era la zona más violenta del Estado y una de las más peligrosas del País -en este 2019 se colocó en el ranking mundial-, autoridades en turno prometieron pacificar la Entidad. En un año -o sea ahora-, se dijo, que se revisarían cifras y celebrarían importantes avances. La autoridad fue más allá al asegurar que ese operativo era emergente para el combate a la delincuencia y tendría que dar resultados en treinta días.

 Era una suerte de contención inmediata, una ráfaga de pacificación, para responder la exigencia ciudadana de corregir el caos heredado –según dicen– por Miguel Ángel Yunes Linares.  Pidieron un mes para atender la emergencia y después un par de años para terminar de pacificar a Veracruz. Entonces, el 21 de enero de 2019 se tuvieron que cotejar las estadísticas y comprobar que habían descendido los asesinatos, robos, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas de personas.

 Y a partir de esa fecha, comenzó el plazo de dos años para apaciguar la Entidad. Ya corrieron los primeros doce meses y no hay visos de que algo se haya cumplido. Ni se bajó el índice delictivo en el primer mes del operativo “Unidos para la construcción de la paz en el estado de Veracruz” ni tampoco en todo 2019. La Entidad sigue empapada en sangre y ahora encabeza las estadísticas nacionales de feminicidios, secuestros y masacres.  

En la zona Centro, donde se realizó en diciembre pasado uno de los actos oficiales en materia de Seguridad Pública del nuevo Gobierno, es ejemplo de la violencia incontrolable porque los plagios, ‘ejecuciones’ –asesinatos con el sello de la mafia– extorsiones, robos, ‘huachicoleo’, asalto a trenes y la desaparición forzada de gente no para. Decenas de asesinatos, maestros plagiados y extorsionados y los linchamientos son el recuento de este 2019 en la región.

 Ya no se diga el Sur veracruzano que es tierra de nadie y donde han ocurrido las dos masacres más numerosas del País durante el año, la de Minatitlán en abril y la del bar “Caballo Blanco” de Coatzacoalcos en agosto pasado, que acumularon un saldo de 45 víctimas mortales y fueron cometidas por los cárteles del narcotráfico. 

Los niveles de inseguridad y violencia en el Sur veracruzano siguen creciendo. Lo más reciente son los famosos “cortinazos”, robos de negocios violentando las cortinas de metal que los protegen y volvieron los atentados con fuego en diversas empresas, esos que el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez, dio por terminados y presumió la detención de todas las bandas que los perpetraban. Fue una mentira, claro.

 Se cumplió el mes para las acciones emergentes de apaciguamiento de la Entidad, ya pasó el primero de los dos años para terminar de pacificar a Veracruz y en un año estaremos evaluando si se cumple dicho compromiso.

Claro, no es un asunto del azar sino de voluntad política y trabajo gubernamental, aunque dada la experiencia del primer año del Gobierno Estatal nadie espere un saldo positivo para 2020. 

Desde ahora, Las Cabañuelas no auguran cosas positivas para el nuevo año.

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