Por Andrés Timoteo / columnista
LA GENTE MENUDA
La regla popular dice que los mexicanos podrán no ser católicos, pero es imposible que no sean guadalupanos. El fervor y la referencia cultural de María de Guadalupe está tan arraigados en el pueblo mexicano que pese a los desmentidos históricos sobre la existencia del milagro del Tepeyac y sus protagonistas, así como las teorías conspirativas que le atribuyen, no han podido menguarlos en casi cinco siglos.
En diciembre, todo el continente se moviliza hacia los santuarios guadalupanos y es fiesta nacional el 12 de diciembre, fecha “oficial” de la celebración, aunque la Señora del Tepeyac se apareció en muchas ocasiones -dese finales de noviembre- al indio Cuauhtlatoatzin, al que luego le dieron el nombre español de Juan Diego.
Curiosidad o intencionalidad divina es que el portador del mensaje guadalupano fue un indígena y más aún, un chichimeca, o sea perteneciente a un pueblo considerado “bárbaro” hasta por los propios aztecas. Tenía un nivel inferior al de la etnia dominante en el valle del Anáhuac por eso le dijo a la Virgen que era “pajilla que lleva el viento, cola, escalerilla de tabla, gente menuda”, es decir un “nadie” a la vista de los mismos indígenas y no podía ser portador de su mensaje pues nadie lo tomaría en cuenta.
Y ese mensaje es, por supuesto, reivindicativo de la “gente menuda” y se mantiene en el tiempo. ¿Quién es hoy esa “gente menuda? Los mismos que hace 488 años: los indígenas, los desposeídos, los marginados socialmente, los enfermos -no olviden que la Morenita del Tepeyac también se le apareció al tío de Juan Diego que estaba postrado por enfermedad-, los desvalidos, los rurales y serranos, los migrantes y los considerados extranjeros en su propia tierra.
A conveniencia, los ‘conspiranoicos’ y escépticos de bolsillo reducen las apariciones guadalupanas a un mito manipulador y omiten abordar el contenido de reivindicación social del mensaje, y es ahí donde está lo importante del suceso, más allá de lo religioso.
Tan fuerte fue tal mensaje que el pueblo destinatario -y reivindicado por La Guadalupana -sigue recordándolo cinco siglos después y se moviliza masivamente hasta los adoratorios marianos cada diciembre. Ese año se cumplió cabalmente con la peregrinación hacia el Tepeyac y todas sus réplicas en el país.
La magia adicional de ese milagro es que la aceptación -algunos le llaman devoción- fue de amplio espectro porque no solo los excluidos son guadalupanos sino todos los mexicanos: ricos, letrados, analfabetas, poderosos, de clase media y hasta los no católicos-como se dijo al inicio -y vaya, también los extranjeros-. Esto desasosiega a los complotistas
PARA SUS POLLOS
En temas menos santos, desde el fin de semana hay una barahúnda en los merenderos políticos en torno a una diputada de la zona centro que anda en amoríos con otro legislador, pero de un partido distinto. No obstante, eso le ha valido haberse convertido en la parlamentaria más consentida de las 65 legislatura local. Se trata de la “panista” Nora Lagunes Jáuregui del distrito de Huatusco a quien la prensa jalapeña y porteña le atribuye un romance con el tuxtleco Javier Gómez Cazarín.
Apodado “El Carón”, este diputado preside la Junta de Coordinación Política, entiéndase es quien maneja el presupuesto parlamentario y tiene la batuta en cuanto a iniciativas que prosperan o se archivan en ese poder, y tal versión explica porque desde hace meses en la zona Centro se le considera a Lagunes Jáuregui como una de las panistas más morenistas, definición que comparte con la alcaldesa de Córdoba, Leticia López Landero.
En el Congreso Local, Lagunes vota y respalda toda acción de los legisladores de Morena, aunque ahora se sabe la razón, ya que la cercanía con el partido marrón no solo es política sino también afectiva, sentimental pues. Sus coterráneos en Huatusco aseguran esto no es nada nuevo y que su cercanía con los marrones le sirve para proyectos electorales a futuro.
La Legisladora anda muy activa en su Distrito repartiendo cuanta cháchara puede: tanques para almacenar agua, láminas, cemento, enseres de labranza, comestibles y hasta aves por docena. Once pollitas y un pollo para gallo las vende en 250 pesos y son cientos -dicen que miles- de paquetes de emplumados distribuidos. ¿De dónde sale el dinero para sus pollos y demás chucherías? Acertaron, del presupuesto legislativo con la bendición de Gómez Cazarín.
Para la huatusqueña hay presupuesto holgado mientras que al resto de diputados -sobre todo los de oposición- les regatea los fondos para gestiones y altruismo. La intención es crear una clientela electoral porque el proyecto para el 2021 es convertirla a Lagunes en Alcaldesa de Comapa, de donde es originaria, ya sea por el PAN o por Morena donde tendría las puertas abiertas desde ahora. Ahora sí como dicen los mismos huatusqueños: a la ‘güera’ -así le llama el enamorado- le dan hasta para sus pollos.