México, D.F.- A la vanguardia de la marcha, escrita en una manta, se leía una cita del poeta argentino refugiado en México, Juan Gelman, recientemente fallecido: “La miseria es el único plato que a millones de latinoamericanos se les sirve cada día”.
Era la primera vez que la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) pisaría el Zócalo de la Ciudad de México desde el pasado 13 de septiembre, cuando fueron desalojados por fuerzas federales, para protestar en contra de las reformas estructurales impulsadas desde el gobierno federal.
Reunidos desde las 10 de la mañana en el Monumento a la Revolución, donde permanece el campamento magisterial en el corazón del país, profesores de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Veracruz, Estado de México, Durango, Campeche y Guerrero, cobijados por miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), reunieron cerca de mil 500 voces para protestar por sus derechos laborales y la “defensa” del pueblo.
Desde Gómez Farías, pasando por Insurgentes, Reforma, Eje Central, Juárez y 5 de Mayo, la disidencia avanzó con estandartes de cartulina, aludiendo sus consignas a los “abusos” del partido hegemónico en el país: “No a la PRIvatización”; “El gobierno nos reprime”; “¿Qué deje de luchar? PRImero muerto”, comenzaron los maestros que decían no estar dispuestos a renunciar a 34 años de lucha da la CNTE.
Ambulantes y ciclistas se abrían paso entre los manifestantes que marchaban con el sol a plomo como instigador testigo. Se cubrían con sombrillas y pedazos de cartón.
Pidieron disculpas a los capitalinos por las “molestias” que a muchos causan, “pero este maldito gobierno no se presta al diálogo, no escucha. Sólo así paran aunque sea un poco la oreja”, explicaban por megáfonos.
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