Por Catón / columnista
Despedida
“Tengo 14 hijos” –respondió la mujer a la pregunta de la encuestadora–. Dijo ésta: “Después de esa contestación la siguiente pregunta va a sonar idiota. ¿Cuál es su pasatiempo favorito?”… Babalucas ingresó en la escuela de paracaidismo. (No lo habría hecho si hubiera visto la película “The longest day”). Llegó el día del examen, y en vuelo a 10 mil pies de altura el instructor le ordenó que hiciera el salto. “Va usted a perdonarme, jefe –se excusó Babalucas, tembloroso–. Mi mamá me enseñó que no debo saltar de vehículos en movimiento”… Aquel hombre comentó en el bar: “Llevo 20 años enamorado de la misma mujer”. Añadió luego: “Ojalá no se entere mi señora”…
El joven graduado que pedía empleo, muchacho guapo y bien plantado, le hizo saber a la madura jefa de la oficina el monto del salario que pretendía ganar. Respondió ella: “Se lo pagaré con placer”. “Es usted muy amable –agradeció el solicitante–, pero preferiría efectivo, cheque o transferencia bancaria”… Un recién casado les contó a sus amigos: “Mi esposa comió algo que la hizo perder el 90 por ciento de su apetito sexual”. “¡Qué barbaridad! –se consternó uno–. ¿Qué alimento fue ése?”. Contestó el desposado, mohíno: “El pastel de bodas”….
En ese contexto, créanme mis cuatro lectores, no dan ganas de hacer comentarios de política. En su lugar transcribiré en apretada síntesis un comunicado aparecido ayer en Monterrey. Helo aquí: “Hace 20 años empezamos un proyecto con mucha ilusión y esperanza. Filios nacía como una respuesta a los miles de niños que no tenían un hogar. Durante todos estos años albergamos cientos de corazones. Brindamos un hogar temporal a nuestros niños mientras llegaba su hogar permanente. Hoy, después de tantas historias y tantas familias unidas, Filios se despide. Las nuevas leyes y propuestas para las casas hogares hacen que nuestra labor no pueda continuar. Hemos luchado durante mucho tiempo firmando convenios de colaboración para tratar de mantener nuestra autonomía, sin embargo, la Ley ya no lo permite.
Quienes formamos parte de esta maravillosa experiencia agradecemos infinitamente el haber creído en nosotros. Sin ustedes nada hubiera sido posible”. El comunicado lo firma, junto con otras damas igualmente generosas, una gentil señora a quien he tenido el honor y privilegio de tratar: doña Maca Garza L. de Romo, esposa de Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República… En el club de golf uno de los socios le preguntó al Lic. Ántropo: “¿Cree usted que lloverá mañana?”. Contestó escuetamente el abogado: “No”. Ese mismo día le fue entregado al que había hecho la pregunta un recibo por 5 mil pesos que enviaba el licenciado. Sorprendido y molesto el hombre acudió al despacho del jurisconsulto y le pidió una explicación.
Le informó el abogado: “Toda consulta causa honorarios”. El hombre se indignó aún más. “¿Me toma usted por su pen…? ¿Se ofenderá si le digo que es un hijo de p…?”. Respondió el Lic. Ántropo: “No. No”. Y luego le ordenó a su secretaria: “Hágale al señor otros dos recibos por la misma cantidad”… Un individuo se divorció de su esposa para casarse con mujer más joven. Le dijo a su ex: “Seguramente tendré con ésta los mismos pleitos que contigo, pero ella tiene más con qué reconciliarnos”… Don Languidio se veía pálido, ojeroso, desequido, flácido, agotado, exinanido. Su médico, el doctor Ken Hosanna, le indicó a la esposa del paciente: “Su marido está tan débil que cualquier esfuerzo que haga podría ser fatal. Debe usted privarse de hacer el amor con él durante un mes. ¿Cree poder hacerlo?”. “Desde luego que sí, doctor –aseguró ella-. Para eso tengo amigos”… FIN.