por: Andrés Timoteos / columnista
Honor a quien honor merece. Doña Rosario Ibarra de Piedra recibió la medalla “Belisario Domínguez” ayer miércoles en el Senado de la República por su activismo en la búsqueda de desaparecidos por razones políticas y la defensa de los derechos humanos. Ella desde 1975 está buscando a su hijo Jesús Ibarra, militante de la guerrilla urbana “Liga Comunista 23 de Septiembre”, detenido por policías y al que nunca se le volvió a ver.
Doña Rosario lleva 44 años de búsqueda, fue pionera en la exigencia al Estado para que devolviera a los jóvenes que fueron víctimas de desaparición forzada. Ella sufrió desde hace cuatro décadas lo que hoy padecen muchas mujeres, madres de familia, que están buscando a sus hijos, padres y hermanos arrebatados. Era una ama de casa de clase media alta dedicada al hogar en Nuevo León, pero la tragedia la llevó al activismo que abrió camino para otras personas en la misma situación.
En 1977 fundó, junto con otras madres, el Comité Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos conocido como “Eureka” que ha localizado los restos de varias víctimas de la llamada “guerra sucia” del gobierno mexicano y que hasta la fecha mantiene la exigencia para que sean castigados los responsables de sus secuestros y homicidios.
En su activismo se enfrentó a verdaderas bestias negras del sistema como el expresidente Luis Echeverría y a dos veracruzanos que provocaban terror solo con ser nombrados, Fernando Gutiérrez Barrios -originario de Alto Lucero- y Miguel Nazar Haro -de Tuxpan-, quienes fueron titulares de la temible Dirección Federal de Seguridad Pública (DFS), los torturadores y desaparecedores por excelencia en aquel periodo oscuro.
Sin amedrentarse, los señaló públicamente. También encaró a otros seis presidentes -José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón-, reclamándoles la búsqueda y localización de su hijo y de otros jóvenes ausentes.
Las circunstancias también la llevaron a ingresar a la política partidista para disputar la Presidencia de la República en dos ocasiones, en 1982 y 1988. Fue una de las voces que se alzaron para denunciar el fraude electoral de 1988, después apoyó la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas en 1994 y posteriormente las de López Obrador en el 2006 y 2012.
Debido a su edad avanzada, tiene 92 año, sus actos públicos disminuyeron significativamente. No obstante, Doña Rosario es una institución moral del país, referencia obligada en medio de la crisis de derechos humanos que se vive actualmente, de ahí que su galardón sea justo y necesario.
Por cierto, en esas paradojas de la vida, el gobierno lopezobradorista reconoce a Ibarra de Piedra, pero al mismo tiempo cobija y defiende a otro personaje que fue señalado por ella como cómplice de la guerra sucia del sistema por obstaculizar, espiar, amenazar y atacar a los que buscaban a los desaparecidos.
Es Manuel Bartlett Díaz quien fue secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid, luego gobernador de Puebla donde reprimió con ferocidad todo movimiento popular y democrático y actualmente es director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Es uno de los diablos redimidos por la “Cuarta Transformación”.