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El minutero

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MUÑECO DE SOLOLOY

Las primeras acciones de cada gobernante marcan con un sello indeleble su sexenio. De esta forma, el espurio Felipe Calderón, que en unas horas dejará el poder presidencial, llegó a Palacio Nacional con la frase “haiga sido como haiga sido”, reconociendo implícitamente el fraude del año 2006 y entró por la puerta de atrás, a hurtadillas, en la sede del Congreso de la Unión para rendir protesta. Se va como llegó, con el repudio de las mayorías.

 Es decir, se cumplió lo que dicen los clásicos de la política:  la forma revela el fondo, y ahora el copetón Enrique Peña Nieto, que en horas venideras se sentará en la silla presidencial, lo hará en medio de vallas y muros metálicos, perros de vigía –de cuatro y de dos patas-, granaderos, escudos, toletes, gases lacrimógenos, caballería y lo que se acumule. La sede parlamentaria de San Lázaro es un bunker desde una semana antes de su asunción.

 Los legisladores de los partidos de izquierda tuvieron que protestar, apoyados por vecinos de la zona, derribando algunos muros  con los que cercaron a la Cámara de Diputados. Por más desmentidos que el priista Jesús Murillo Karam, presidente de la mesa directiva en San Lázaro y futuro integrante del gabinete peñanietista, hizo para tratar de salvar el escándalo y pasarle la culpa al Estado Mayor Presidencial -¿pues, de quién depende esa corporación si no del mismo Peña Nieto? porque a Calderón ya no lo obedece nadie- no lo logró.

 Peña Nieto llegará como Muñeco de Sololoy, dirían los viejos del pueblo –en referencia a las antiguas muñecas hechas con celuloide que era un material parecido al yeso y que las hacía muy delicadas al grado de que no podían mojarse, golpearse o tocarlas demasiado porque se despintaban, rompían o simplemente se deshacían-, envuelto en vallas metálicas, resguardo policiaco y guaruras al por mayor.

 La ceremonia en la que rendirá protesta como mandatario nacional se hará en un contexto de Estado de Sitio, propio de los regímenes autoritarios y las dictaduras. Ese es el precedente de lo que le espera a todos los mexicanos: el gobierno de la bota y el tolete. Ya se dijo, el viejo PRI retorna con las mismas mañas y la misma fauna aunque ahora viene peinado de copete y como dice el otro clásico: armado hasta los dientes para lo que se ofrezca – y lo que se le ofrece no es combatir a los delincuentes sino a los ciudadanos que intenten protestar-.

 EL RETORCIDO

 

“No torcerás el derecho  ni discriminarás a las personas. No aceptarás sobornos porque éstos cierran los ojos de los sabios y pervierten al justo. Tu deber es buscar la justicia, sólo la justicia para que tengas vida y poseas la tierra que Dios te da”, es la recomendación a los hombres públicos u hombres de poder, contenida en el Deuteronomio bíblico, el libro que contiene los preceptos jurídicos del pacto hecho entre el pueblo judío y su Dios.

 La cita viene a colación por el desastroso estado en que se encuentra la procuración e impartición de justicia en Veracruz –claro, la enseñanza bíblica no puede calar en los funcionarios estatales porque a la mayoría les vale sorbete lo que huela a tranquilidad espiritual y bien común, incluido al santiguado Gerardo Buganza- y porque el pasado lunes se corroboró que el respeto a la ley es un mito en la aldea.

 La comparecencia del des-procurador de Justicia, Amadeo Flores Espinosa, ante el congreso local así lo demostró. El derecho se retuerce a voluntad, la impunidad se enseñorea y la corrupción es la patrona. Al señor Flores Espinosa le bastó un año para decepcionar a propios y extraños. En el 2011 muchos le quemaron incienso y lo vieron como el salvador del esquema judicial en la entidad denigrado hasta la ignominia por su antecesor, Reynaldo Escobar.

 De aquella esperanza no queda nada porque Flores Espinosa salió igual que el anterior procurador. A la fecha no hay un sólo caso que hable de justicia durante su gestión y al contrario, los escándalos se dispararon en torno a la forma de procurar justicia y la corrupción de sus colaboradores. Hace un año, cuando acudió por vez primera al recinto parlamentario, a unos días de tomar posesión al frente de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), fue a tratar de enmendar los platos rotos de Escobar Pérez.

 En ese entonces prometió que no cabría la impunidad en la dependencia y ayer  tuvo que tragarse sus palabras. Aún cuando repitió el mismos discurso de la anticorrupción, ya nadie le otorgar ni siquiera el beneficio de la duda. El procurador carece de credibilidad ante los ciudadanos que le pagan su sueldo y  el único que le profesa admiración es el gobernante en turno que lo mantiene en el cargo a contra viento y marea, por capricho, no por eficiencia porque ni a él le sirve ya que lo ha llenado de popularidad adversa en la prensa nacional e internacional.

 Hace exactamente un año, en el mismo recinto parlamentario, algunos periodistas intercambiaban puntos de vista sobre la llegada de Amadeo Flores Espinosa a la PGJE. Entre risas, todos comentaban que lo malo para la flota reporteril era que  algún compañero falleciera en Veracruz, víctima de algún delito, porque no hay garantías de que se investigará el caso y lo peor era que le arrojarían un tambo de lodo encima de su sepultura para hacerlo culpable de su propia muerte, “y más pior” – decía alguno- es que ya no te podrás defender de las infamias”.

 Si eres víctima de un delito mejor ni acudas a la PGJE, decía otro compañero a guisa de chascarrillo, porque primero tendrás que demostrar que no eres tu el criminal, que no tienes desviaciones sexuales, que no eres pederasta, que no eres alcohólico o adicto a las drogas, que no eres integrante de una banda criminal, que no tienes SIDA, que no eres golpeador de mujeres, que no eres cleptómano y lo que se acumule. En Veracruz, la víctima primero tiene que comprobar que no es un delincuente para que se dignen a atender la demanda, sobre todo los comunicadores. Y si te matan, olvídate, serás todo lo anterior junto sobre ti, acotaba.

 A ese cotilleo reporteril, dado antes de que iniciara la comparecencia, Regina Martínez, se unió y mostraba sus dudas sobre el nuevo fiscal. Palabras más, palabras menos,  Regina expresó que nada cambiaría porque éste (Amadeo Flores) era  igual de corrupto que el otro (Escobar) y que los demás que han estado en la procuraduría. A un año, todos le damos la razón a la querida Regina pues en ella misma se comprobó que nada ha cambiado. Regina fue asesinada y después fue víctima de la corrupción, de la desidia por investigar su crimen y de la difamación como método para cerrar su expediente.

 Regina ya no se puede defender de las injurias de Amadeo Flores Espinosa pero todos saben que el este señor es un mentiroso. Flores Espinosa debió morderse la lengua – hasta sangrar- cuando cacaraqueó que en Veracruz “no cabe la impunidad”, cuando es pública la evidente protección que profesa a los autores del atentado a esta casa editorial, El Buen Tono. A más de un año de la agresión, el procurador mantiene congelada la indagatoria y sigue pervirtiendo su encomienda constitucional.

 Si es cierto aquello del Deuteronomio, tarde o temprano tendrá que rendir cuentas por retorcer la justicia. Claro, tendrá que ser ante un tribunal no humano porque acá ambos tienen la capacidad de pervertir la justicia. Sin embargo, el consuelo es que no se irá limpio, cuando llegue el momento de hacerlo, pues  la opinión pública ya los condenó.

 Por cierto, hasta donde se sabe, Flores Espinosa está más preocupado por negociar cotos de poder en el próximo proceso electoral a través de la organización llamada Vía Veracruzana – Viagra Veracruzana, según el argot político porque reúne al cascajo decrepito del priísmo estatal- y que regentea su hijo, Amadeo Flores Villalba – a quien la fidelidad le regaló una notaría pública-. El 7 de diciembre harán el aquelarre anual en instalaciones públicas, el Museo Interactivo de Jalapa,  y el objetivo es pactar complicidades en el año electoral con el fin de no quedar fuera del presupuesto para el cuatrienio municipal que se aproxima. En tanto, la justicia puede esperar.

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