Por:Andrés Timoteo / columnista
EL PRESO FELIZ
Más allá de las falsedades de que es un perseguido político, que está pobre, que su familia vive en la medianía, que no robó y que su sexenio fue el más brillante de Veracruz -no se rían, así lo que dijo-, la criba de la entrevista que el exgobernante Javier Duarte dio a Televisa el pasado miércoles arroja indicios irrefutables de su maridaje con el morenismo.
Dijo que se siente seguro y a gusto con el Gobierno actual -Federal y Estatal- pues no son sus perseguidores ni existe encono ni quieren acusarlo. Anticipa que pronto saldrá libre y hasta piensa regresar a Veracruz – ¿cómo candidato de Morena para el 2021?- porque sus persecutores ahora son perseguidos y tendrán encima el peso de la justicia. Que el oaxaqueño Jorge Winckler terminará en la cárcel mientras todos sus excolaboradores -los del exgobernante- están en libertad.
Es más, los definió como “exonerados”, anticipando que se cerrarán todos los procesos judiciales contra sus compinches. “No hay un solo funcionario de mi administración en este momento en la cárcel”, presumió. ¿A qué les suena lo anterior? Acertaron, el lopezobradorismo y el cuitlahuismo le está cumpliendo al corrupto exgobernante, uno de los pocos que se siente feliz, feliz, feliz con la “Cuarta Transformación”.
Por supuesto no hubo preguntas incómodas sobre los miles de muertos y de-saparecidos ni de las fosas clandestinas ni de la Policía entregada a los carteles del narcotráfico ni de la Procuraduría y las cárceles locales al servicio del crimen organizado ni sobre los periodistas asesinados o desaparecidos.
Tampoco de los miles de millones de pesos robados a través de la famosa “licuadora” en la Secretaría de Finanzas y las empresas ‘fantasmas’ ni de las medicinas falsas suministradas a niños con cáncer ni las pruebas apócrifas para detectar el VIH ni el latrocinio en las pensiones, programas contra la pobreza, la educación, el fomento al empleo y demás. Las entrevistas a modo son parte del plan para limpiarse los apéndices.
MUCHOS “AYOTZINAPAS”
Se cumplieron cinco años de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero y hasta la fecha ninguno ha sido localizado ni se sabe la suerte que tuvieron. La única certeza es que están muertos, habrían sido ejecutados por un cártel del narcotráfico al que fueron entregados por policías municipales de Iguala, pero se desconoce el paradero de sus restos.
La “verdad histórica” que fabricó el Gobierno de Enrique Peña Nieto se cayó y el nuevo Gobierno Federal prometió buscar la verdad y procurar justicia, pero todo avanza a paso de tortuga porque indagar lo sucedido implicará procesar judicialmente a exfuncionarios del peñismo, y varios mandos del Ejército.
Veracruz tiene sus propios ‘Ayotzinapas’. En Tierra Blanca cinco jóvenes -Susana Tapia, Mario Arturo Orozco, Bernardo Benítez, Alfredo González y José Benítez- y otros tres en Papantla –Alberto Uriel Pérez, Luis Humberto Morales y Jesús Ticante- sufrieron el mismo destino en tiempos del duartismo. Para ellos tampoco hay verdad ni justicia. A excepción de uno -de los de Tierra Blanca que fue identificado por forenses argentinos a partir del fragmento de un hueso semi calcinado- del resto de los ocho muchachos no se sabe nada. Ni siquiera los siguen buscando.